Ser mujer trabajadora en China: ambiciosa, dedicada y... sin ascensos
La participación de la mujer china en la economía es superior a la de España. Sin embargo, las empresas comienzan ahora a incentivar su contratación y ascenso
La mujer sostiene la mitad del cielo”. Lo dijo Mao Zedong. “Los tiempos han cambiado. Hoy, hombres y mujeres son iguales. Porque cualquier cosa que los camaradas varones pueden hacer, también lo pueden hacer las camaradas mujeres”, añadió el fundador de la República Popular de China. Y hay que reconocer que este discurso ha trascendido el plano teórico y se refleja claramente en la práctica.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la participación de las mujeres chinas en el mundo laboral es del 61,5%, 9,3 puntos porcentuales mayor que la de España; y, a pesar de que su desarrollo económico todavía está lejos, China también supera a nuestro país en el porcentaje de mujeres con estudios secundarios: un 74% frente al 72,2%. Por si fuese poco, su presencia en aulas universitarias supera a la de sus compatriotas varones: según el Banco Mundial, un 56,1% de las mujeres chinas se matricula en algún curso de educación terciaria, 9,7 puntos más que los hombres.
Todo esto tiene un claro impacto en el poderío económico de la mujer, como señala un informe que Deloitte publicó en 2017: El impacto de la mujer en el trabajo en la era digital. El estudio calcula que las mujeres chinas generan el 41% del PIB del país, el porcentaje más elevado del mundo, y que las chinas son también las mujeres más ambiciosas: aunque otorgan a la familia más importancia que en la mayoría de países occidentales, un 78% tiene como objetivo alcanzar puestos de responsabilidad.
“Los chinos son emprendedores. Pero las chinas lo somos todavía más”, bromea Dai Yinhua, una empresaria de Nanjing, capital de la provincia oriental de Jiangsu. La suya es una empresa pequeña, que emplea a cinco personas y se dedica a la importación y venta de productos europeos en internet, pero su ambición es la de una gran empresaria. “La facturación ha crecido por encima del 50% en los últimos cuatro años. China proporciona las condiciones ideales para que una persona como yo se realice en lo profesional y haga realidad sus sueños. Espero poder contratar a mucha más gente y expandirme a otras provincias”, asegura.
Las compañías extranjeras también prefieren contratar mujeres para puestos administrativos. “Son mucho más diligentes, tienen más iniciativa, se implican más en el trabajo y son más realistas”, explica el gerente de una empresa española de automoción que prefiere mantenerse en el anonimato. “En cambio, una mayoría de hombres chinos se sobrevalora y tiene una ambición económica que no se corresponde ni con su valía ni con su productividad”, dispara.
Pero, a pesar de todo esto, el techo al que se enfrentan las mujeres chinas no es de cristal. Es de granito. De hecho, sorprende que en los últimos años el gigante asiático haya ido ensanchando la diferencia que separa a hombres y mujeres. El Informe sobre la brecha de género que elabora el Foro Económico Mundial deja a China por debajo de la media global, nada menos que en el puesto 103 de un total de 149. Y, aunque el Índice de Igualdad de Género del PNUD le otorga una posición mucho mejor, sigue alejada de la medalla de plata que el país luce en la economía mundial: 36 de 189.
Las mujeres solo ocupan el 24% de los escaños de la Asamblea Nacional Popular —y ninguno de los asientos del Comité Permanente del Politburó— y su representación en los puestos directivos de las empresas es del 38%. “Si quieres llegar lejos, lo mejor es que crees tu propia empresa, porque nunca lo conseguirás en una dirigida por hombres”, señala Dai. Siguiendo su consejo, en torno al 55% de las startups de China están fundadas por mujeres y China es el único país en el que ellas tienen más representación que ellos en los espacios de trabajo compartido de WeWork. No obstante, unas pocas sí que han conseguido escalar posiciones en grandes multinacionales y, ahora, están tratando de dar un vuelco a la situación desde dentro.
Jane Sun, consejera delegada de la mayor agencia de viajes online de China, Ctrip, es una de ellas. Después de haber sufrido la discriminación laboral en carne propia, ahora ha puesto en marcha una ambiciosa serie de medidas para atraer a las mujeres. “Actualmente, sufrimos una carencia de mano de obra cualificada, y hay mucha competencia entre empresas para atraer talento. Los empleados no se mueven solo por el salario, por eso, nosotros hemos tratado de crear un entorno idóneo para la mujer”.
Eso supone, por ejemplo, facilitar la conciliación familiar. La empresa ofrece un servicio de taxi gratuito a las embarazadas de seis meses o más, cheques bebé para quienes den a luz y guardería dentro de la propia compañía. Más de la mitad de la plantilla de Ctrip ya son mujeres, aunque su representación en lo alto de la pirámide todavía es notablemente menor. “Hay que dar tiempo para que quienes acaban de comenzar escalen posiciones. Lo que nosotros pretendemos es no impedirles ese ascenso”, explica Sun. Ella no es partidaria de cuotas impuestas, pero sí de un equilibrio de género que considera positivo para los resultados de las empresas.
Otras compañías, concretamente dos ubicadas en la ciudad costera de Hangzhou, han optado por una iniciativa más llamativa: ofrecer días de asueto extra a las mujeres de más de 30 años que estén solteras. El objetivo es evitar que se conviertan en lo que se conoce como mujeres sobrantes —generalmente urbanas y profesionales que no tienen tiempo para encontrar pareja— y que aprovechen ese tiempo adicional para ligar. El director de recursos humanos de Hangzhou Songcheng Performance justificó la medida con una máxima cada vez más extendida: “Cuanto más felices sean, más crecerá su productividad”.
Sun confía en que la situación mejore. El Gobierno, por su parte, también es consciente de los retos a los que se enfrenta la mujer china y, por eso, en febrero introdujo un paquete de medidas destinado a evitar su discriminación laboral. Entre las más comentadas está la prohibición de inquirir durante las entrevistas laborales sobre el estado civil de las mujeres o preguntarles si tienen intención de tener hijos. Las empresas que en sus ofertas de empleo incluyan términos discriminatorios serán castigadas con multas de hasta 50.000 yuanes (6.500 euros), pero muchos temen que implementar la política relacionada con las entrevistas de trabajo sea mucho más difícil.
Esta coyuntura tiene una consecuencia indeseada más: la gran caída de la natalidad que el año pasado dio como resultado el menor número de nacimientos desde 1961, 15,23 millones. “El hecho de que la mujer china esté mejor formada y sea más independiente que en muchos otros países con un grado de desarrollo similar es un factor clave”, explica el demógrafo James Liang. Por eso, cada vez se considera más necesario que China acompañe la relajación de su política de natalidad con incentivos económicos y profesionales que propicien la conciliación familiar de la mujer —como la expansión de la baja por maternidad y su extensión a los padres— y la hagan compatible con su ascenso laboral. Solo así China otorgará a la mujer el cielo que le prometió.
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