Dónde vas, Alfonso XII, con el ‘smartphone’ en la mano
Las consecuencias de ir por la vida mirando el móvil no solo se traducen en choques y traspiés, estos hábitos sirven de abono para potenciales lesiones musculoesqueléticas
Andar con la vista al frente es de cobardes. ¿No? Mucho mejor ir mirando el móvil: escribiendo un mensaje, husmeando en Instagram, derrochando swipes en Tinder, mirando por mirar, no vaya a ser que se nos pase por alto una notificación. Mientras tanto, resuenan las alarmas que advierten de los riesgos de estos paseos multitarea. ¿Quién no ha sorteado una farola in extremis? ¿Algún accidente bajando escaleras?
Parecería que nos gusta el riesgo. Las multas por conducir haciendo uso del móvil crecieron sin excepción hasta 2015 (últimos datos disponibles en la DGT). Un estudio de la Universidad de Washington analizó veinte cruces de alto riesgo y determinó que uno de cada cinco viandantes los atravesaban absortos en sus teléfonos. Los costes de esto los cuantificó un equipo de investigadores canadienses que situó a cincuenta personas en una de correr y evaluó su capacidad para predecir la trayectoria que iba a seguir una persona que se cruzaría en su estática trayectoria. "El rendimiento de los que iban escribiendo mensajes mientas andaban fue significativamente peor", señalan en el artículo resultante, publicado en la revista Accident Analysis and Prevention. Pero los problemas no acaban en accidentes y sanciones. Nuestra querencia por las pantallas es un estupendo caldo de cultivo para las lesiones musculoesqueléticas.
- La generación del pescuezo doblado
Aunque seas un ninja en lo relativo a percibir y evitar obstáculos con la triste ayuda de tu rabillo del ojo, te estás haciendo daño. "A medida que adelantamos la cabeza para mirar hacia abajo, hacia nuestro dispositivo móvil, aumenta significativamente la carga a la que están sometidas nuestras articulaciones de la columna cervical", señala Fernando Ramos, presidente de la Asociación Española de Fisioterapeutas.
Un artículo publicado en la revista Gait&Posture determinó, las exigencias cognitivas y visuales de estos dispositivos alteran notablemente la marcha: andamos más lento, cambia la cadencia de nuestros pasos y su longitud. Las variaciones, eso sí, resultan mucho más intensas en los caminantes de más edad, mientras que aquellos más jóvenes muestran menos cambios en sus andares. "La tecnología de los smartphones tendría que desarrollarse para detectar el caminar de doble función y modificar sus funcionalidades temporalmente para reducir el riesgo de lesiones provocadas por la atención dividida", concluyen los autores del estudio.
Mientras esto no ocurra, la mejor solución sería reunir voluntad para no sacar el móvil en nuestros paseos. “Tenemos la solución de aproximar más el móvil a la vista. Pero eso acabaría generando sobrecarga en los hombros. No existe la postura ideal”, señala Ramos.
- Paralizados es peor
Los peatones de la cabeza gacha somos solo la punta de un iceberg profundamente arraigado en nuestras vidas cotidianas. Cuando, hechizados por el embrujo de las pantallas, nos quedamos inmóviles durante largos periodos de tiempo, también nos hacemos daño. "Nuestro cuerpo no está pensado para el mantenimiento de posturas estáticas. La mejor postura es cambiar de postura”, señala Ramos.
¿Es el móvil nuestro único problema? No, pero combinado con el resto de nuestros hábitos, contribuye a nuestro deterioro. “El dolor músculo esquelético es multifactorial. El empleo de estos dispositivos se presenta como un factor añadido a todo ese cóctel: sedentarismo, poca actividad física, mal descanso, estrés laboral...”.
Entre las lesiones que se ven abonadas por los malos hábitos en el uso de dispositivos móviles figuran las sobrecargas en la articulación del pulgar, que, explica Gómez, se somete a un movimiento para el que tampoco estamos diseñados: “El pulgar está pensado para hacer oposición, para hacer la presión para coger cosas”. Las posturas estáticas favorecen problemas de cuello y dolor cervical y pueden aparecer también sobrecargas en la región de los hombros, la muñeca y las articulaciones del resto de los dedos. Además, como era de esperar, las consecuencias de estos malos hábitos se agravan cuando operan lesiones previas.
“Yo diría que la clave es, en la medida de lo posible, no sustituir el ordenador como herramienta de trabajo por un smartphone. Es evidente que tiene beneficios como que te puede dar inmediatez, pero que no pase a ser el elemento fundamental de trabajo”, señala el fisioterapeuta. Además, prescribe descansos frecuentes y cambios de postura combinados con ejercicios de movilización de la columna cervical y flexibilización de las articulaciones del cuello, los dedos, los codos y los hombros. "Y más allá de nuestra jornada laboral es imprescindible mantenernos activos. Así vamos a minimizar el impacto sobre las dolencias que tienen estos dispositivos", concluye.
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