Moscú usa ‘blockchain’ para que los ciudadanos se fíen entre sí
La ciudad ha desplegado un proyecto piloto en la capital rusa para resolver un problema que sufren todas las sociedades: la desconfianza.
Para Andrey Belozerov (Murmansk, 1980), el blockchain puede reducirse a un pegadizo eslogan: "La siguiente generación de confianza en Moscú". Belozerov es el consejero de estrategia de innovación del CIO de Moscú y su labor consiste en descubrir qué tecnologías debe desplegar para mejorar las vidas de los ciudadanos. En el caso del blockchain, se trataba de resolver un problema que sufren todas las sociedades: la desconfianza.
"Como todas las ciudades, tenemos gente que cree que manipulamos la información. Tenemos oposición. Tenemos todo tipo de sindicatos, asociaciones y diversidad entre los ciudadanos. Eso significa que al emprender acciones en común hay grupos que pueden no fiarse entre sí o del Gobierno. Blockchain salva este problema", asevera Belozerov. ¿Por qué? Porque el sistema de bloques encadenados se ha desplegado como proyecto piloto en la capital rusa en conjunción con otro programa que llevaba en marcha desde 2014: la plataforma Ciudadano Activo.
Dicha plataforma, que ha gestionado hasta la fecha más de 3.500 votaciones a propuestas ciudadanas de lo más variopinto, se ha reinventado a finales de 2017 mediante su integración en la red pública Ethereum. Para las propuestas en sí, poco ha cambiado. La plataforma sigue canalizando las distintas ideas que se les ocurren a los moscovitas y gestionando mediante votación cuáles son las más populares para llevarlas a efecto. Pero ahora todos esos datos y votos se suben a Ethereum para que, como afirma Belozerov, "los ciudadanos tengan la seguridad de que nadie modifica los votos ni las propuestas".
Que Ciudadano Activo esté en Ethereum significa que cualquiera que participe de la propuesta se puede descargar el nodo de control y tener el registro, en tiempo real, de todas las interacciones con la plataforma. Es más, el proyecto ha sido realizado con filosofía open source, con lo que cualquier ciudadano puede verle también las tripas a la programación que hace posible este servicio tras la cortina de unos y ceros.
Integrar este tipo de infraestructuras digitales entraña un desafío técnico considerable. Para empezar, de evaluación, como explica Andrey Borodenkov (Dolgoprudny, 1987), jefe de producto de blockchain del ayuntamiento de Moscú. "No todos los proyectos tienen sentido en blockchain. Una de las limitaciones que hay que tener en cuenta a la hora de decidir integrar un servicio público con esta tecnología, es que todo blockchain tiene un punto débil: un número limitado de operaciones por segundo", apunta este experto. La plataforma de Ciudadano Activo sí cumplía con este requisito y se beneficiaba de la "transparencia adicional" que ofrece el blockchain.
Que la red elegida sea Ethereum no responde sin más a una moda. "La elegimos porque es la más popular entre los desarrolladores. Por el tipo de proyecto que era [en código abierto y de acceso ciudadano], nos interesaba mucho tener implicado a la comunidad de los desarrolladores", explica Borodenkov. Para autentificar cada una de las interacciones cifradas a través de Ethereum, el ayuntamiento de Moscú cuenta con su propio equipo de mineros en sus centros de datos. Es decir, que al contrario que en el uso convencional de la red, estos mineros no están ejerciendo la función de buscar el hash por un interés lucrativo, sino que son funcionarios haciendo posible un servicio público.
La integración con Ciudadano Activo fue solo un primer paso. De hecho, el 14 de marzo se anunció un nuevo proyecto piloto que lleva un paso más allá la interacción entre blockchain y ciudadanos. Hogar Digital plantea resolver las reuniones de comunidades de vecinos de una manera online para ahorrar tiempo y evitar el tener que hacerlas presenciales. El proyecto se ha presentado como una expansión de Ciudadano Activo. Andrey Belozerov piensa ya en expandir otros servicios: "Si se muestra eficiente, lo podremos llevar a otras esferas, como por ejemplo la distribución social de la riqueza".
Y añade una reflexión global que habla de una cordialidad en las relaciones internacionales muy distinta a la que se suele ver entre naciones. "Si Madrid o Tokio resuelven un problema con la gestión automática de basuras que nos viene bien aprender en Moscú, hablamos con nuestros colegas y compartimos el conocimiento. Exactamente igual que si a Moscú le va bien integrando el blockchain enseñaremos encantados lo que hemos aprendido a las ciudades que nos lo pregunten. No quiero opinar sobre política internacional, porque no es mi función, pero creo que entre ciudades existe un tipo de relación realmente muy cercana porque nos enfrentamos a los mismos problemas".
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