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Diez deberes urgentes para una Europa innovadora

¿Faltan innovadores en Europa o faltan medios para la innovación? Más bien lo segundo. Científicos, emprendedores, miembros de la CE y expertos de instituciones europeas señalan las tareas prioritarias para aprovechar el potencial europeo de innovación

La Unión Europea (UE) está gastando billones de euros en sus programas. ¿A qué se dedican las 44 agencias que tenemos en Europa? ¿Cómo hacemos que eso llegue a la gente? ¿Cómo lo usamos de forma efectiva?”. Con este planteamiento comenzaba Paul Rübig, vicepresidente del panel de Evaluación de las Opciones Científicas y Tecnológicas (STOA) en el Parlamento Europeo, su intervención en INNOVEIT, el evento anual del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) en Budapest (Hungría).

EIT se define como “una máquina de innovación” que, a la chita callando, ha dado lugar a la creación de más de 300 start-ups y más de 400 nuevos productos desde su nacimiento en 2013, según un informe de evaluación de la Comisión Europea (CE). Cuenta con seis comunidades de innovación (clima, energía, salud, alimentación, materiales y digital) y con 30 centros en países de toda Europa. A la vista de los resultados y del éxito de sus programas de educación (nueve de cada diez de sus alumnos salen con trabajo, según sus datos) EIT se plantea “ir un paso más allá” con una visión de futuro.

Evento INNOVEIT, organizado por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) en Budapest (Hungría).
Evento INNOVEIT, organizado por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) en Budapest (Hungría).

Con ese propósito, varios directivos de la institución, miembros de la CE y los propios innovadores señalaron durante INNOVEIT varias debilidades y deberes urgentes fundamentales para una Europa innovadora:

“Hemos creado la mayor red de innovación de europa. Ya tenemos el ecosistema. Ahora hay que desarrollarlo” señala Martin Kern, director ejecutivo de EIT. Su presidente, Peter Olesen, lamenta que “la cooperación y el intercambio de ideas no están al nivel que deberían en un verdadero ecosistema que funciona”. Envía un mensaje a las instituciones europeas y a los gobiernos para acelerar las colaboraciones internacionales, aumentar la red de comunidades locales y fomentar la movilidad. El propósito: “conectar a los mejores de clase a nivel global, como en Silicon Valley, para que fluyan las ideas”. Para ello es básico, en su opinión, que los gobiernos cuenten con normas nacionales que lo soporten y, dentro de estos, una total alineación a nivel local, regional, nacional.

La científica y emprendedora Nora Khaldi, fundadora de Nuritas, señala que no faltan ideas brillantes, startups, ni innovadores en Europa, pero sí un sistema que les dé soporte. Esto se traduce en más inversión y en facilitar el acceso a los fondos. “Cerramos una de las rondas más grandes de capital semilla en el mundo y ahora lo estamos haciendo con una ronda de serie A y ninguno de los inversores es de Europa. Esto no es casualidad”, señala. También critica que haya que “perder” seis meses en completar todo el papeleo necesario para pedir fondos europeos. Olesen le da la razón: “Es necesario invertir el doble para que el ecosistema tenga impacto y llevar la innovación al mercado”. Y no solo se trata de poner más dinero, sino de realizar inversiones inteligentes. Detectar a los potenciales unicornios e ir a por ellos.

Otro mensaje en el que insisten Olesen y Kern es en mirar más allá de las fronteras de Europa. Creen que es un error ponerse límites y que eso está frenando el impacto de la innovación. Ana Trbović, miembro de la Junta de Gobierno de EIT, señala que lo que hay que buscar es el entorno natural de cada iniciativa, independientemente de dónde esté, y buscar también donde está el mayor potencial de proyección.

Todos los directivos de EIT presentes en INNOVEIT coinciden en algo: si tuvieran que escoger una prioridad, sería la educación. Señalan la necesaria transformación de la enseñanza superior -y también de la educación secundaria y la formación profesional- para incluir como parte de ella y de forma estructurada la educación emprendedora. “No puede ser que la formación en habilidades transversales necesarias para el futuro laboral de los estudiantes quede relegada a eventos y actividades puntuales o extracurriculares”, afirma Kern. Por su parte, el comisario europeo de Educación, Cultura, Juventud y Deporte, Tibor Navracsics, incide en la importancia de la socialización de los jóvenes científicos y el rol de la educación no formal en ello. “Son habilidades que no se aprenden en la universidad ni en las escuelas de negocio”, afirma. También destaca el papel de las instituciones para apoyar a los jóvenes a tener vocaciones científicas y actitud de emprendedores e innovadores.

“Es fundamental crear ecosistemas basados en la diversidad”, asegura Olesen. EIT presume de que este año un 40% de los finalistas de los premios EIT son mujeres, frente a un 18% en 2016. Kern cree que para mejorar las cifras es importante poner el foco en la brecha de género desde las etapas educativas. Asimismo, plantean la necesidad de hacer un esfuerzo por la integración todo tipo de colectivos, no solo los discriminados por cuestiones de género.

Entre las debilidades de EIT, Kern reconoce que deben guiarse más por el impacto. “Se hace mucha y muy buena I+D pero falta traducir los resultados en impacto social real”, señalan. Lo mismo piden a la CE: una simplificación de la regulación (menos burocracia) y más foco en resultados. En este sentido, aseguran que es vital facilitar la transferencia tecnológica y la comercialización de la ciencia.

Como asegura Rübig, se gasta mucho dinero en innovación en la CE pero eso no llega a la sociedad”. No se refiere solo a que esta disfrute de los resultados de la innovación sino al paso previo: que sea conocedora de estos. “Para nosotros es básica la comunicación. Si tuviera que elegir dónde poner el foco, sería en bajar a tierra nuestro conocimiento científico, invertir en una sólida y potente comunicación”, afirma. También cree en la relevancia de un buen discurso que llene los espacios en blanco: “Tenemos muchos silos de conocimiento pero no los estamos conectando todos, y esto es necesario para cerrar el círculo”.

EIT considera primordial reestructurar el panorama de la innovación en Europa y un cambio de mentalidad. Señala que para esto es imprescindible generar asociaciones basadas en la excelencia entre universidades, centros de investigación, empresas y agentes de innovación, y hacerlo en los diferentes países, mediante comunidades de conocimiento y acción regionales. Critica que “no hay suficiente excelencia de primera clase, ya que hay muy pocas universidades de la UE de renombre internacional”, lo que refuerza la idea de poner un especial foco en el ámbito de la educación superior.

“Para medir resultados e impacto debemos ser pacientes”, afirma Diego Pavía, director del área de energía -InnoEnergy- de EIT. Para ello- señala- se requiere de una lógica de inversión que lo soporte. “Pensar en el proyecto y el equipo al que se está financiando y no en tus propios intereses, lo que, a la larga, acabará beneficiando a todos”. Pavía hace también un llamamiento a las instituciones europeas a todos los niveles: que las normas (la regulación) se adapten a la innovación.

En línea con la importancia de ser pacientes, Kern sostiene que, “para construir la Europa que queremos debemos mirar al futuro, más allá de 2020”. Señala que solo así podrán acometerse con éxito estos deberes.

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