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Si está de moda ya no es tan rentable

La verdadera rentabilidad de las modas, como la robótica, no hay que buscarla en las que ya conocemos hoy, sino en las que lo serán mañana, asegura el experto en transferencia científica y presidente del Grupo Kiatt

Getty Images

He oído que la robótica está de moda, que es el sector en el que hay que estar ahora ¿A ti que te parece? En mis conversaciones con algunos de mis colegas inversores, este tipo de cuestiones suelen surgir de forma más o menos habitual. Es comprensible, dado que los medios de comunicación y la opinión pública ponen algunos temas “de moda” en la agenda mental del ciudadano, que nos pueden llevar a ciertas asunciones. Y como explicaré a continuación, no son del todo ciertas.

Mi reacción ante tal tipo de preguntas es invariablemente la misma: “Si has oído hablar de una tendencia, ya no es tan rentable”, respondo a mi interlocutor, quien suele mirarme con cara de asombro. Y en efecto puede parecer una gran contradicción: ¿cómo puede ser que invertir en algo que va a ser adquirido por millones de personas no vaya a ser increíblemente rentable?

Cuando yo le doy esta respuesta a mi inversor, no le estoy diciendo que la robótica no sea hoy un sector interesante que esté dando buenos resultados. Al contrario, es un sector en alza en el que están puestas todas las miradas de los fondos de inversión. Pero es precisamente el hecho de que la tendencia haya entrado en el ámbito de interés de los grandes fondos, que persiguen a las empresas con todo su capital, lo que hace que ya no sea tan rentable como lo era hace unos años para inversores como nosotros, que nos dedicamos a cazar proyectos individuales y raros de encontrar.

Hace cinco o diez años, el número de empresas dedicada a desarrollar proyectos de robótica era considerablemente menor que el que hay ahora, la tecnología no estaba tan desarrollada y la solidez de este mercado todavía estaba por demostrarse. Por ello, los inversores de capital riesgo que apostaron por estos proyectos sabían que afrontaban unos riesgos más altos, pero al mismo tiempo, los beneficios que podían sacar eran proporcionalmente elevados, dado que si se apostaba al caballo ganador, quien iba a ser el estándar de esa tecnología, ese proyecto iba a ocupar una parte muy grande del mercado.

Invertir en buenos proyectos cuando el mercado es joven puede recompensar el esfuerzo

Detectar a tiempo estas tendencias no resulta fácil en absoluto, porque requiere una involucración muy cercana con el día a día de la empresa, mucha experiencia de transferencia del conocimiento para saber evaluar correctamente la tecnología y comprender que los ratios de absorción del producto por parte de la sociedad pueden no ser inmediatos, dado que dependen de muchas variables más allá de la propia calidad intrínseca del producto. Pero invertir en buenos proyectos cuando el mercado es todavía muy joven puede recompensar el esfuerzo y el riesgo que se corre, multiplicando en ocasiones hasta en más de 100 veces el capital invertido.

A día de hoy, esta situación ha cambiado drásticamente, dado que hay una gran cantidad y variedad de propuestas dentro del sector de la robótica. Los fondos invierten en varios proyectos al mismo tiempo, reduciendo así de forma considerable los riesgos, y por lo tanto, haciendo otro tanto de lo mismo con los beneficios obtenidos. Ahora mismo, es un mercado que mueve mucho dinero (llegará a los 135.000 millones de dólares en 2019, según el WEF), pero actualmente hay más capital buscando proyectos revolucionarios que puedan conquistar una gran parte del mercado, que proyectos buenos en sí.

Para ser justos, hay que señalar que los fondos permiten acceder a determinados mercados a millones de inversores que, de otro modo, no podrían hacerlo. En todo caso, lo que para mí está muy claro es que, si un sector está de moda, ya no es tan rentable como lo hubiera sido en caso de habernos involucrado antes. Y es que la verdadera rentabilidad de las modas no hay que buscarla en las que ya conocemos hoy, sino en las que lo serán mañana.

Manuel Fuertes es experto en transferencia científica y presidente del Grupo Kiatt.

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