Marbella cierra su muralla de ladrillo sobre el mar
Un hotel de lujo y 186 viviendas ocuparán los pocos suelos libres en la ciudad, con un plan urbanístico desfasado de 1986
A vista de pájaro, es solo un pequeño terreno a cinco kilómetros del centro histórico de Marbella. Atravesado por el arroyo Siete Revueltas, tiene forma de embudo y su parte más estrecha, de unos cien metros de ancho, da directamente a la playa. De antiguo uso agrícola, hoy es una de las pocas ventanas naturales que queda en el litoral marbellí. Pronto se cerrará con ladrillo: el Ayuntamiento de Marbella ultima ya los trámites para el desarrollo urbanístico de este suelo, de 242.000 metros cuadrados. Dos promotores prevén construir un hotel de lujo y 186 viviendas aprovechando que el Plan General de Ordenación Urbana vigente, que data de 1986, lo permite. Toda la ordenación local posterior fue tumbada por los tribunales, incluido el plan de 2010, que recogía que ese suelo debía ser de equipamiento público. También lo indicaba así el Plan de Ordenación Turística (POT) del litoral, anulado igualmente por el Tribunal Supremo.
“Es como volver a la casilla de inicio, a tiempos de Jesús Gil [cuando se construyeron 18.000 viviendas fuera de ordenación]. La diferencia es que, si antes se hacían operaciones ilegales, ahora son legales”, destaca un especialista en el urbanismo local, que critica el uso de una ordenación urbana que data de hace más de tres décadas. “En 1986 no existía ni la Ley de Costas ni todas las leyes que han ido regulando y ordenando el suelo. Ni se sabían los efectos del cambio climático”, critica el experto, que subraya que diversos terrenos se están poniendo en carga para evitar cambios de calificación en el futuro plan general marbellí, actualmente en fase de redacción. Son proyectos que han llegado de la mano del PSOE y el PP durante sus mandatos municipales y ambos partidos evitan la crítica. “Mientras esté dentro de la ley, nada que objetar”, dicen fuentes socialistas. Los populares siempre han señalado la importancia de la creación de empleo y la atracción del turismo de lujo.
“Ese modelo turístico está agotado y el litoral se sigue esquilmando sin parar”, critica Librada Moreno, coordinadora de Ecologistas en Acción en la Costa del Sol. Un informe realizado por la organización indica que el 98% de los 27 kilómetros de litoral marbellí ya tienen sus cien primeros metros urbanizados. El 2% libre camina hacia la extinción. Diversos inversores planean la construcción de zonas hoteleras y residenciales de lujo en otros tres terrenos que suman medio millón de metros cuadrados mientras sigue la escasez de equipamiento público. Después, apenas quedarán huecos en el mapa al sur de la autovía A-7.
El último proyecto tramitado ha sido el ubicado en el suelo por el que discurren los arroyos Siete Revueltas y Alicate. Dos empresas lo urbanizarán. Una es Inversiones Shine-Houses, propiedad del empresario sirio Taysir Al Sahoud. Conocido por sus negocios en la Costa del Sol, fue el intermediario para la llegada del jeque Abdullah Bin Nasser Al-Thani al Málaga CF hace una década y su hija, Yasmin Al Sahoud, fue directora general del club unas semanas. Construirá 186 viviendas en la zona oeste del terreno. Al este, es el murciano Tomás Olivo el que prevé levantar un hotel con un máximo de 11.500 metros cuadrados de edificabilidad, según recogen los documentos municipales.
Olivo, que llegó de la mano de Juan Antonio Roca a Marbella, fue uno de los acusados del caso Malaya —acabó absuelto— y en 2013 fue condenado a siete meses de cárcel por un delito de maltrato contra su expareja (habiendo sido sentenciado inicialmente a cinco años, pero luego recurridos). Tiene pendiente un juicio en el que la Fiscalía Anticorrupción le pide 18 años de prisión y está entre las 1.000 personas más ricas del mundo, según la revista Forbes. En 2018 la Junta de Andalucía fue condenada a pagarle 165 millones de euros por la paralización durante siete años de la obra de un centro comercial en Granada.
Olivo y Al Sahoud tendrán que construir también un pequeño parque fluvial con paseos públicos y zonas verdes. La zona es inundable y traspasarán el caudal del arroyo Alicate al Siete Revueltas, algo que fuentes ecologistas critican, advirtiendo que crece el riesgo de inundación de zonas cercanas como la urbanización Los Monteros. “Es la historia de siempre, luego vendrán las quejas”, dice Librada Moreno. La zona no tiene gran valor ecológico. “¿Pero es que la naturaleza nunca va a ser protegida?”, se pregunta Moreno, que recalca que solo el 2,5% del litoral malagueño tiene protección medioambiental.
Muy cerca, el grupo Platinum Estate —liderado por los inversores indios Harry y Roshni Mohinani— promueve la construcción de un hotel W en un terreno de 154.000 metros cuadrados en un paraje natural de dunas. El inversor alcanzó un acuerdo con la cadena Marriot y el Ayuntamiento de Marbella. La gestión fue realizada por el alcalde socialista José Bernal, aunque el establecimiento de lujo fue presentado en Hong Kong por la actual alcaldesa popular Ángeles Muñoz, que lo desbancó en una moción de censura en verano de 2017. Se prevé la construcción de 240 habitaciones, entre ellas apartamentos y villas de lujo.
Otra parcela junto a la playa —de 325.000 metros y propiedad de Ricardo Arranz, dueño del Hotel Villa Padierna— acogerá un hotel Four Seasons, así como una zona con 180 residencias privadas y 50 villas de lujo. Y otra de 55.000 metros, cerca de la antigua torre vigía El Ancón y a un paso de Puerto Banús, podrá acoger hasta 110 viviendas. Son los últimos ladrillos de una muralla de 27 kilómetros sobre el mar.
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