“Ahora vamos a arreglar los paseos marítimos, pero vendrán más tormentas así”
Alcaldes afectados plantean defensas naturales ante el mar y diseñar nuevas estrategias ante el cambio climático y la repetición de temporales extremos
El temporal Gloria se ha ensañado con los paseos marítimos y los edificios en primera línea de mar emplazados a lo largo de los 518 kilómetros de litoral valenciano. Ha sucedido lo mismo en los 699 kilómetros de Cataluña y en una parte importante de los 1.428 kilómetros costeros de Baleares (datos del Instituto Geográfico Nacional). La mayoría de ellos no ha resistido los embates de las olas de más de seis metros de la tormenta que se desató el pasado domingo y ayer empezó a remitir. Las pérdidas económicas aún no se han cuantificado, pero serán muy cuantiosas. Ahora, los municipios afectados, que viven en gran medida de los ingresos turísticos, se aprestan a limpiar y reconstruir sus infraestructuras.
Esa tarea no impide que varios alcaldes, responsables políticos y expertos se planteen la necesidad de repensar un urbanismo que no preveía los efectos del cambio climático, con la subida de la temperatura (hasta 3 y 3,8 grados en 2100, según los expertos) y del nivel del Mediterráneo (entre medio metro y un metro para el mismo año) y la proliferación de tormentas cada vez más devastadoras. ¿Hasta cuándo puede durar el ciclo de destrucción y reconstrucción y vuelta a empezar? ¿Qué medidas se pueden tomar para proteger la costa?
El alcalde de Valencia, Joan Ribó, de Compromís, respondió este jueves a las críticas de los hosteleros que le acusan de falta de prevención, señalando que con "olas que han superado récords de ocho metros, la prevención es difícil”. Y apostó por una prevención natural: la creación de un cordón dunar en las playas. “Hay que estudiarlo con calma. Tenemos que trabajar este tema. En las playas del sur las dunas han desaparecido en parte, pero han sido el gran mecanismo de prevención”. “En pocos meses hemos tenido la Dana [septiembre] y ahora Gloria. Eso nos indica que [estos episodios] están siendo más frecuentes y que cada vez van a ser más graves. Por tanto, nos tenemos que preparar”, añade.
El paseo de Xàbia fue uno de los afectados. El municipio alicantino volvió a levantar un gran muro de arena como prevención para frenar las olas en la popular playa del Arenal. Pero esta vez el mar lo superó. “Al menos se redujo el impacto sobre las infraestructuras, al igual que las piezas que son móviles”, dice el alcalde socialista. “Tenemos que pensar en que este tipo de emergencias climáticas se van a repetir más a menudo. Pensar en el tipo de construcciones y en los elementos que se utilizan para soportar mejor los temporales. El único camino es un crecimiento sostenible y una ocupación del territorio sostenida, con reducción del suelo urbanizable”, añade el edil, en línea con lo expresado ayer por el presidente valenciano, Ximo Puig en Fitur.
La alcaldesa de El Puig, Luisa Salvador, fue una de las primeras en lanzar la voz de alerta viendo los destrozos en su municipio costero. “Ahora vamos a arreglar los paseos marítimos, ¿cómo no? Pero vendrán más tormentas así con el cambio climático. Por eso es imprescindible reflexionar sobre las estrategias de la administración para proteger el litoral. Nuestros paseos marítimos están a la altura del mar. No estamos acostumbrados a ese oleaje como en Cantabria, donde suelen estar en alto”, sostiene.
Calp es otro de los municipios damnificados. Su alcaldesa, Ana Sala, del PP, recuerda que la Ley de Costas es la que marca las directrices, "cuáles son las afecciones, los límites, la servidumbre de protección". Recién llegada de Fitur, asegura que aún tiene que realizar una valoración de los daños, si bien ya ha pedido a Puig que abra una línea de ayudas para todo el litoral. "Tenemos que sentarnos a estudiar qué se puede hacer. No deben ser medidas unilaterales ni municipales, sino adoptar a nivel de la Generalitat o del Estado. El litoral está totalmente construido. No sé si estas fuertes tormentas son producidas por el cambio climático o son ciclos, pero habrá que escuchar a los expertos y los técnicos a ver qué recomiendan para prevenir y paliar los efectos”.
El experto ambientalista Andreu Escrivà sostiene: “Hasta ahora la dinámica era reconstruir una vez después de otra. Pero vamos a un escenario futuro en que estos fenómenos extremos van a ser más frecuentes e intensos. No sucederán cada 50 años, como antes, sino cada cinco o 10 años. Debemos reflexionar y pensar en no reconstruir igual aquello que se volverá a destruir. Muchos paseos duros, de hormigón, tendrán que ser repensados como paseos blandos, lo que la Unión Europea llama soluciones basadas en la naturaleza, frentes dunares, marjales o charcas para atenuar el impacto de estos temporales”. El humedal de la Albufera ha funcionado como una esponja y ha sido capaz de absorber el gran aporte de agua. No obstante, se ha tenido que achicar agua y retirar con excavadoras la arena acumulada en la desembocadura de una de las golas del lago para abrir compuertas. El agua había superado en 40 centímetros su nivel adecuado.
Vecinos del Perelló (Sueca, Valencia), que se han quedado sin playas y con el paseo marítimo partido, proponían el miércoles colocar escolleras o espigones para defender la costa de los embates directos del mar que llevó a su orilla miles de peces muertos de dos piscifactorías de Castellón, a más de 70 kilómetros de distancia. Una playa que empezó a menguar conforme se ampliaba el Puerto de Valencia. También algunos alcaldes han reclamado al Ministerio de Movilidad, Transportes y Agenda Urbana (antiguo Fomento) actuaciones de este tipo.
Escrivà sostiene que estas estrategias de adaptación o estructuras defensivas pueden atenuar los impactos, “pero cómo poner escolleras en todo el litoral”. “Hay también que ver cómo afectan a las corrientes, a la diversidad y a la pesca”, agrega. El doctor en Biodiversidad insiste en que si ya aceptamos que tenemos que replantearnos "cómo comemos o cómo nos transportamos, es imprescindible pasar al cómo construimos”.
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