Borja Sémper: “Seguir hablando tanto de ETA es como olvidar que la derrotamos”
El portavoz del PP en el Parlamento vasco defiende la discrepancia interna en los partidos y llama a debatir con respeto a los rivales
Borja Sémper, portavoz del PP en el Parlamento vasco y concejal de San Sebastián, cuenta que en más de 25 años —acaba de cumplir 44— pensó muchas veces en dejar la política. No fue cuando le ofrecían trabajos fuera de Euskadi, preocupaba a sus padres por las amenazas de muerte e iba siempre acompañado de dos escoltas, a los que este martes, emocionado en su despedida, agradeció “estar vivo”. Es ahora, desencantado con el panorama político e ilusionado por la oferta de Ernst & Young para ser director de relaciones institucionales cuando ha decidido decir adiós a “una pasión” y a dos "sueños": ser alcalde de San Sebastián y ministro de Cultura.
Pregunta. El año pasado por estas fechas decía en una entrevista en este diario: “Si el populismo reaccionario nos arrastra, no pinto nada en política”. ¿Por qué lo deja ahora?
Respuesta. Ha sido un cúmulo de circunstancias, sobre todo familiares y una oferta profesional muy estimulante. Y no me ha ayudado a seguir ver cómo la política transita por un camino poco edificante, que trasciende siglas y apellidos. Lo que estamos haciendo no se puede llamar política con mayúsculas. No soy un bisoño, pero creo que la defensa de unas posiciones y la crítica de otras es compatible con la educación y el respeto. La discrepancia debe ir acompañada de la búsqueda de puntos de encuentro. Pero ahora nadie se pregunta en qué punto converger con el otro para que esto no se vaya a tomar por saco.
P. ¿Lo habría dejado si ETA siguiera activa?
R. No, porque eso sería claudicar ante el totalitarismo.
P. ¿Qué le dijeron en casa cuando a los 17 años comunicó que se afiliaba al PP?
R. Vengo de una familia humilde en la que la política no estaba presente. Mis padres tuvieron una generosidad enorme, que dudo que yo fuera capaz de reproducir con mis hijos, porque en aquel momento en Euskadi ser del PP o del PSOE conllevaba un riesgo físico. Eso condicionó sus vidas.
P. ETA ha estado muy presente en el debate de investidura ocho años después del cese definitivo violencia. ¿Ve justificada esa presencia en los discursos?
R. Por un lado es justificable porque la huella del terrorismo sigue estando muy fresca. Por otro, chirría esa presencia de ETA porque es como si no supiéramos ganar, como si hubiéramos olvidado que el Estado de derecho la derrotó. Los padres de esa derrota son las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, la judicatura, el PP y el PSOE. Hace falta una reflexión serena, que ahora no se da, para decidir cómo tratamos a una organización como EH Bildu que no reniega de su papel y pretende dar lecciones desde el Congreso.
P. ¿No es un triunfo del Estado de derecho que EH Bildu esté en el sistema y condene la violencia en sus estatutos?
R. Es obvio que el sistema gana cuando los antisistema tragan con los requisitos del sistema. Por otro lado, es legítimo que el sistema exija a quienes quisieron combatirlo un ejercicio de humildad al analizar su pasado. En términos teóricos es una victoria, en la práctica ellos no lo ponen fácil.
P. ¿Es más difícil el momento político actual que cuando ETA mataba como ha dicho Cayetana Álvarez de Toledo?
R. Obviamente, no.
P. ¿Qué le han aportado el PP y la política?
R. Le ha dado un sentido a mi vida, una épica, también baños de realidad. Creo que podía haber sido mucho más sectario y dogmático si me hubiera dedicado a otra cosa. La política me ha hecho flexible.
P. Lo inverso al momento actual, con el extremismo en auge.
R. Vivíamos en circunstancias tan extremas que reducimos el escándalo por la discrepancia a lo que verdaderamente era escandaloso. A mí me cuesta, y probablemente por eso no sea bueno para la política actual, enfrentarme con determinados políticos del PSOE porque he compartido con ellos el miedo a ser asesinado, el mismo ansia por la supervivencia.
P. La fundación de Aznar critica a Sánchez por asumir “el lenguaje” de los independentistas. Él se refirió a ETA como MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco).
R. Se me abrieron las carnes cuando oí a Aznar hablar de MLNV. Recuerdo también el estupor de cuando Jaime Mayor Oreja acercó a presos de ETA. Lo que siempre pensé es que había una razón de Estado. Cada uno tiene que cabalgar con sus contradicciones, Aznar también. Y reconocer eso me legitima para criticar a Sánchez cuando creo que está adoptando un lenguaje que de nuevo me provoca estupor. No podemos censurar al adversario y ser benévolos con el propio ante hechos similares.
P. Cristóbal Montoro se quejaba en una entrevista en EL PAÍS de que los partidos se empequeñecían al hacer cúpulas a imagen y semejanza de sus líderes. ¿Lo comparte?
R.Si desprestigiamos la política, la convertimos en un espacio de confrontación total, nadie querrá venir. El PP no es una secta. Yo he dado opiniones que han incomodado a dirigentes de mi partido y he seguido ejerciendo la política. Sí hay una tendencia irrefrenable, más allá de PP, PSOE o Podemos, a convertir los partidos en lugares en los que si alguien matiza, es una crisis. Pero es lo sano, salvo que alguien tenga tantos complejos que se traduzcan en miedos a que eso exista. Por otro lado, sería muy ventajista por mi parte decir lo que pienso y luego quejarme de las consecuencias.
P. Dígame un político de su partido al que admire.
R. Gregorio Ordóñez (concejal del PP asesinado por ETA en 1995 que le recibió cuando tenía 17 años y fue a afiliarse).
P. ¿Y de otro partido?
R. Ramón Jáuregui (PSOE).
P. Una frustración.
R. Me duele mucho que después de lo que dimos con ETA, sin ella el PP sufra electoralmente.
P. ¿A qué atribuye esa falta de respaldo electoral del PP vasco?
R. Es un cúmulo de circunstancias. Nuestros adversarios también juegan, hacen estrategias, aprovechan oportunidades. Nuestro rival aquí es el PNV, no el PSOE. Porque el eje en el País Vasco no es de izquierda o derecha, sino de modelos de sociedad: el modelo basado en el esencialismo, por un lado, y el modelo de un País Vasco consciente de su singularidad pero que la utiliza para contribuir al desarrollo de España. Comparrtiendo parte del modelo económico y probablemente aspectos sociales, ese eje identitario es el que el PP vasco pretende superar, para que no nos dividan entre nacionalistas y no nacionalistas, que ya está bien de soportar a políticos que nos obligan a decir si queremos más a papá o a mamá. Yo tengo que explicar que he sido teniente de alcalde de un socialista porque el PP vasco pactó gobernar Ayuntamientos con el PSOE. Y no lo hice yo porque fuera un peligroso centrista. María San Gil también fue teniente de alcalde de Odón Elorza, aunque algunos del PP y del PSOE se quieran olvidar.
P. ¿Esos pactos se pueden repetir?
R. No, porque afortunadamente la lucha ya no es en esa clave. Pero sería muy interesante que PP y PSOE compartieran una visión inclusiva en el País Vasco, y que renovaran sus votos constitucionales, no un artículo en concreto, sino lo fundamental: la igualdad entre españoles, la concordia... No lo veo a medio plazo.
P. ¿Qué le han dicho los miembros del PP que han dejado la política en el último año? Le han dado algún consejo? [Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría se comunicaron con él]
R. Me han anunciado que viene una vida maravillosa en la que dejarás de estar angustiado por la repercusión pública de cualquier cosa que digas. (ríe). Con todos los sinsabores, dedicarme a la política ha sido un privilegio y solo puedo estar agredecido, a los mi partido y a los adversarios. Lo volvería a hacer mil veces.
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