Albert Rivera convoca un congreso extraordinario de su partido por la debacle electoral
Ciudadanos ha perdido 47 escaños y más de dos millones y medio de votos
Hecatombe. Ciudadanos se hunde más de lo esperado. En poco más de seis meses, el partido de Albert Rivera ha visto desvanecerse el capital político ganado en abril, cuando rozó el sorpasso al PP y se convirtió en tercera fuerza en el Congreso de los Diputados, con 57 escaños. En un hundimiento solo superado por el de UCD en 1982, el partido se ha dejado cuatro de cada cinco asientos, hasta sumar solo 10 diputados. Tras el desplome, el líder convocó un congreso extraordinario para que los militantes decidan, pero no aclaró si se presentará. La debacle implica que los principales dirigentes perderán su escaño.
La repetición electoral se llevó por delante a Ciudadanos. El partido constató su desmoronamiento con un resultado todavía peor de lo anticipado por las encuestas. Nadie imaginaba en la cúpula un desplome de estas características: la pérdida del 80% de sus escaños y más de dos millones y medio de votos, y acabar superado por Vox, Unidas Podemos y ERC hasta convertirse en la sexta fuerza parlamentaria y pasar a ocupar una posición irrelevante para la gobernabilidad. Pero si acaso el golpe más simbólico es la salida del Congreso de los principales referentes del partido, empezando por José Manuel Villegas, secretario general y mano derecha del líder. Tras el catastrófico escenario, Rivera anunció la convocatoria de un congreso extraordinario que deberá decidir “un nuevo rumbo” del partido, pero no dimitió. El líder todavía resiste.
“Es un mal resultado, sin paliativos ni excusas”, reconoció Rivera en una breve comparecencia pasadas las 23.00 rodeado por la plana mayor del partido, donde destacaban los ojos enrojecidos de su portavoz parlamentaria, Inés Arrimadas. El presidente admitió su responsabilidad. “Los líderes asumen en primera persona no solo los éxitos, sino también los fracasos”. En su caso, con más motivo en la medida en que Ciudadanos es un partido personalista y las decisiones de calado de los últimos meses las ha tomado Rivera con un reducidísimo grupo de dirigentes. Pero, de momento, la responsabilidad no implica dimisión.
Ciudadanos fue el principal perjudicado por el bloqueo político en España. Cayó arrollado sobre todo por Vox hasta perder 47 escaños respecto al resultado de abril: con un 6,79% de los votos (algo más de un millón seiscientas mil papeletas) solo obtiene representación por Madrid, Andalucía, Cataluña y la Comunidad Valenciana. En Cataluña, la comunidad donde nació el partido, se hunde a octava fuerza, por detrás de Vox y el PP.
El batacazo implica que los pesos pesados de la formación, salvo Rivera, Inés Arrimadas, cabeza de lista por Barcelona, y Fernando de Páramo, secretario de Comunicación, pierden su escaño en el Congreso. Son arrollados seis miembros de la ejecutiva permanente, el núcleo de decisión: además de Villegas, el secretario de organización, Fran Hervías; el secretario de acción institucional, José María Espejo; el secretario general del grupo parlamentario, Miguel Gutiérrez; la portavoz adjunta, Melisa Rodríguez, y el exportavoz Juan Carlos Girauta. Tampoco logran su escaño Patricia Reyes, secretaria de igualdad, y Edmundo Bal, abogado del Estado fichado por Rivera.
El partido entró en shock y un silencio espeso cubrió la sede, donde estaban convocados varias decenas de militantes. El naufragio tambalea el liderazgo de Rivera, pero el presidente evitó dar un paso atrás y emplazó a un congreso “para que los militantes de Ciudadanos decidan”. Este lunes se reunirá la ejecutiva ampliada para discutir los próximos pasos hasta el congreso. La principal incógnita es si Rivera se presentará de nuevo para tratar de revalidar su liderazgo. Algunas fuentes de la dirección apuntaban anoche que podría irse este mismo lunes. “Debe dimitir toda la ejecutiva”, afirmaba un miembro de la cúpula. Tampoco se descartan otras candidaturas, pero de momento ayer nadie quería aventurarlo. El vicepresidente de Castilla y León y uno de los principales dirigentes del sector crítico, Francisco Igea, descartó pedir la dimisión del líder. “No vamos a hacer de esto una riña con el cuchillo entre los dientes”, dijo.
Evolución de Ciudadanos
Escrutado 100%
15,86
15% de
los votos
13,94
13,06
10
5
6,79%
0
2015
2016
2019
28-A
2019
10-N
Escaños
40
32
57
10
Fuente: Ministerio del Interior
EL PAÍS
Evolución de Ciudadanos
Escrutado 100%
15,86
15% de
los votos
13,94
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Escaños
40
32
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10
Fuente: Ministerio del Interior
EL PAÍS
Evolución de Ciudadanos
Escrutado 100%
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los votos
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28-A
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Escaños
40
32
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Fuente: Ministerio del Interior
EL PAÍS
Rivera cuenta con el control del partido —a finales de julio remodeló la ejecutiva para lograr una dirección aún más a su medida, diluyendo al jibarizado sector crítico tras las dimisiones de junio— y la formación está plenamente identificada con él. No ha conocido otro líder en sus 13 años de vida. Tampoco existe una corriente interna armada en su contra. Pero la dimensión de la debacle lo ha cambiado todo. La mejor situada para sucederle es la cabeza de lista por Barcelona, Inés Arrimadas, que siempre se ha mostrado fiel al líder. Durante la campaña, Rivera aseguró que no se aferraría al sillón pero también que el 11 de noviembre, con los escaños que fueran, se “arremangaría” para desbloquear el país.
Rivera concurría a las urnas en estas elecciones con un cambio de estrategia y el compromiso de desbloqueo bien con un acuerdo con el PP o bien con el PSOE desde la oposición. Rectificó su posición después de cinco meses de pétreo no al PSOE, que solo levantó in extremis, con una oferta de abstención en los minutos de descuento de la legislatura de Pedro Sánchez. La negativa a cualquier acuerdo con Pedro Sánchez (con el que sumaba 180 escaños, mayoría absoluta) le costó la mayor crisis interna del partido desde su expansión nacional, con la dimisión de cuatro miembros de la ejecutiva y la baja de militancia de uno de los cofundadores, Francesc de Carreras. “Qué noche tan triste. Qué lejos aquellos 180 escaños que pudieron transformar España. Qué profunda irresponsabilidad”, escribió ayer en Twitter Toni Roldán, uno de los dimisionarios.
En estos seis meses, el partido rompió además con su candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls —por su apoyo a Ada Colau para evitar que Ernest Maragall se convirtiera en alcalde—, y se apoyó en Vox para los acuerdos de Gobierno de Madrid y Murcia. Sus pactos regionales priorizaron al PP, aunque en comunidades como Castilla y León los populares llevaran 32 años gobernando.
La campaña no fue bien, y con la sentencia del procés, el partido comprobó con desasosiego que los disturbios en Cataluña beneficiaban sobre todo a Vox. Para el 10-N, Rivera intentó una vuelta a sus orígenes centristas levantando el veto al PSOE y con un tono más moderado. A la vista de los resultados, fue demasiado tarde.
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