Casado cierra otra campaña pendiente de Vox y de “los goles en propia meta”
El líder del PP se presenta como el garante del desbloqueo político y agita el miedo a la crisis
Pablo Casado ha cerrado este viernes la campaña de noviembre como la de abril, pidiendo el apoyo de los votantes de Vox (al alza) y Ciudadanos (a la baja) para que el centro derecha no se meta “un gol en propia meta” y dé alas a Pedro Sánchez en pleno desafío soberanista. El líder del PP insisitó en que no facilitará ningún gobierno del PSOE y reivindicó su capacidad de pactos con otros partidos. Y agitó, como hizo durante toda la campaña, el miedo a “una crisis como la copa de un pino”.
Por la mañana, en Palencia, usó un símil futbolístico — “Esto es una final y solo hay dos equipos”—, y por la noche, en la plaza de Las Ventas, uno taurino —“Cuando hay que dar una oreja a un torero toda la plaza tiene que unirse con una papeleta”—. El mensaje era el mismo de los últimos ocho días de campaña y también de la anterior, en abril, cuando el PP tocó suelo en 66 diputados, se quedó a solo 200.000 votos de distancia de Ciudadanos y vio irrumpir a Vox a su derecha con 24 escaños. Casado, como todos sus teloneros, dedicó los últimos minutos de campaña para pedir a los suyos que salieran a convencer a los indecisos y a los promíscuos. Incluso a los "socialistas de buena fe" descontentos con Pedro Sánchez.
El PP envió este viernes dos millones de SMS pidiendo el voto en nombre de Casado. Una empresa de márketing facilitó la base de datos de los números telefónicos. Los destinatarios eran personas que, consciente o inconscientemente, habían accedido en alguna ocasión a recibir notificaciones —no necesariamente de tipo político—. El PP no informó del coste de la operación.
También recuperó el presidente popular un fantasma de la campaña pasada: el “Gobierno Frankenstein” (en alusión a supuestas alianzas del PSOE con “independentistas y populistas”) porque España, dijo, "se juega su continuidad histórica como nación". Y en la versión abreviada de noviembre (ocho días de campaña en lugar de 15) incorporó el miedo a la recesión y la “experiencia de gestión” de su partido para hacerle frente. Esa novedad se tradujo en cambios de calado en la alineación con la que Casado acude a las urnas en el examen de recuperación del domingo. Si en abril tiró de fichajes de caras conocidas y de fuera de la política, esta vez ha colocado en puestos clave en las listas a exministros de los Gobiernos de Mariano Rajoy y de José María Aznar. “Hay una crisis como la copa de un pino” y socialismo equivale a “reparto equitativo de la miseria”, ha repetido el presidente popular en cada mitin. “Pedro Sánchez es un náufrago en un gobierno a la deriva. Es el Titanic. Y su única tabla de salvación es la fragmentación del voto del centro derecha. ¡Nosotros somos los salvavidas de España”, abundó este viernes. No cabían más símiles marítimos. De hecho, también añadió durante sus discursos de estos días, que el PP tiene máster en “tempestades” y que quieren “ganar para navegar [la crisis]”.
Como en el debate del lunes, el líder del PP ignoró a Vox más allá de las constantes apelaciones al voto útil, y apenas dirigió reproches a Ciudadanos, salvo el jueves, en Valencia, cuando después de que Albert Rivera le pidiera que facilitara una gran coalición para el desbloqueo, Casado insistió en que con Sánchez no va “ni a la vuelta de la esquina” y que “comparsas son otros”. Este viernes lo volvió a decir, para que la idea permanezca el domingo en los colegios electorales: “El PP no facilitará en ningún caso una investidura de Sánchez. Lo llevamos diciendo seis meses. Y si obtenemos un escaño más, nos presentaremos a la investidura”.
Como en todos los mítines del PP también hubo en el de cierre, sin citarla expresamente, alusiones a la memoria histórica, asunto que explota Vox y que la exhumación de Franco ha extendido en la agenda electoral de todos los partidos. “Quiero la España que nunca ha mirado hacia atrás, que ha abandonado rencores”, declaró el líder del PP, ante unas 2.000 personas en la plaza de Ventas. La edad media del público era alta, aunque Casado se refirió desde la tribuna a “los jóvenes que piensan que el sistema les ha dejado de lado” para animarles a votar por el que quiere “que sigan soñando”
“Los españoles no están hartos de votar. Están hartos de que su voto no valga para nada”, proclamó Casado tras presentarse como el partido del desbloqueo. Los sondeos muestran datos beneficiosos pero también preocupantes para el PP. Por un lado, han generado tantas expectativas (Casado habló este viernes de "empate técnico" con el PSOE) que una notable mejora de los escuálidos 66 escaños de abril podría ahora interpretarse como un fracaso. Fuentes de la dirección del partido creen que en las anteriores elecciones se dio una "tormenta perfecta" que ahora no existe, que hay "mucho votante oscilante" y que "el vuelco es posible" si los últimos escaños terminan cayendo en la cesta popular. Pero eso es justamente lo que decían en abril antes del batacazo.
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