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La jornada de pesca que terminó entre barrotes

La Policía recluye en un centro para inmigrantes irregulares a dos marineros argelinos que se perdieron en el mar

Varios policías custodian la puerta del CIE de Valencia.
Varios policías custodian la puerta del CIE de Valencia.EFE/ Juan carlos Cárdenas

Un día cualquiera, salieron a faenar con un pequeño bote en aguas argelinas. Tuvieron problemas durante la travesía. Resistieron casi una semana a la deriva bebiendo agua de mar. Y cuando, por fin, Salvamento Marítimo los encontró, la policía los trató como inmigrantes irregulares y acabaron con sus huesos en el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Valencia.

La jornada de pesca que dos argelinos de unos 25 años emprendieron el pasado 18 de junio desde el puerto de Sidi Fredj, al oeste de Argelia, terminó entre rejas. Eran náufragos, pero ahora pueden pasar hasta 60 días encerrados mientras las autoridades españolas intentan deportarlos de vuelta a Argelia.

Los jóvenes, que se habían embarcado en un pequeño bote de pesca de cinco metros de eslora, se quedaron sin combustible y a merced de la corriente. Las autoridades argelinas lanzaron un aviso por radio alertando de que habían perdido la comunicación con los ocupantes de ese pequeño barco, pero pasaron seis días y no había rastro de ellos. Sin víveres, bebieron agua de mar, hasta que la tarde del pasado 24 de junio la tripulación del pesquero español Joaquín Antonio los encontró a unas 70 millas al sur de la isla de Formentera.

Salvamento Marítimo se ocupó del rescate y el controlador de guardia recordó el mensaje de urgencia que varios días antes habían emitido los argelinos para advertir de la desaparición de un pesquero con dos tripulantes con las mismas características del barco encontrado: casco blanco sobre un fondo azul claro. Eran ellos.

Fuentes de la investigación confirman que la Guardia Civil comprobó que la matrícula y la identidad de los tripulantes coincidían con los aportados por las autoridades argelinas “para descartar un caso de inmigración irregular”. “El controlador pidió a los tripulantes del pesquero español que preguntaran a los dos náufragos si eran los pescadores argelinos desaparecidos y contestaron que sí”, completa el director de Salvamento Marítimo en Baleares, Miguel Félix Chicón.

Deshidratados

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El centro de control movilizó un helicóptero que se desplazó desde Mallorca hasta la embarcación española para recoger a los dos pescadores, que fueron trasladados al aeropuerto de Ibiza. “El traslado era urgente porque tras tantos días perdidos no sabíamos en qué estado podíamos encontrarles. Ni si estaban vivos o muertos”, recuerda una de las personas involucradas en el rescate. La Guardia Civil llevó a los hombres al hospital, donde se les atendió por una insolación y una deshidratación leve, y al día siguiente los dejó en un albergue de Cáritas. Allí acudió la Policía Nacional para tomarles declaración. Y entonces es cuando todo se torció para los dos pescadores.

Aunque los jóvenes relataron que habían sido arrastrados por la corriente tras quedarse sin combustible, y a pesar de que la forma y la embarcación usada para llegar a España escapan de los patrones habituales, fueron considerados inmigrantes irregulares. La Policía no ha querido dar detalles sobre los indicios que observó, pero concluyó, según fuentes del cuerpo, que “podrían haber llegado a las costas españolas con la intención de quedarse en el país”, y decidió incoar un expediente de devolución a Argelia. Los dos náufragos pasaron, entonces, el pasado jueves, a disposición judicial, y el juzgado de guardia de Ibiza decretó su traslado al CIE de Valencia.

Para el abogado de Extranjería Francisco Solans, este episodio carece de toda lógica. “El trámite en este caso no puede ser el que se aplica a alguien que trata de entrar ilegalmente en España porque ellos no han intentado entrar en ninguna parte. Una vez llevados a tierra por motivos humanitarios hay que intentar llevarlos a su país siguiendo los trámites diplomáticos oportunos. Nunca privados de libertad”, mantiene.

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