La joven que convirtió el trapicheo con toxicómanos en un pingüe negocio con Marruecos
Regentaba un piso en Algeciras en el que intercambiaba drogas por ansiolíticos que vendía para hacer ‘karkubi’, la droga marroquí de moda
Lorena vio clara la oportunidad del negocio que el Estrecho de Gibraltar le brindaba. A este lado, toxicómanos patrios cargados de ansiolíticos para combatir el mono, pero deseosos de pillar algo de droga. Al otro, marroquíes enganchados al ‘karkubi’, una adictiva combinación de hachís y fármacos psicotrópicos, por las que las mafias pagan hasta 200 euros caja de medicamento. En medio ella, que convirtió su piso en la barriada La Piñera de Algeciras en un súper para enganchados y se aficionó a viajar en ferri hasta Marruecos cargada de pastillas.
El negocio era rentable, a juzgar por la farmacia que la policía le encontró en su vivienda: casi 600 pastillas de tranquilizantes que en el mercado negro marroquí habrían alcanzado más de 3.300 euros de beneficio. Pero la tienda de Lorena está ahora cerrada. O, al menos, eso se supone después de que la policía la acabase deteniendo a ella, una joven de 28 años que responde a las iniciales de L.M., e investigando a su pareja sentimental, N.A., otra mujer de 26 años que vivía con ella en el punto de droga que ahora los agentes dan por desmantelado.
“Cada dos semanas llevaba a Marruecos 2.000 pastillas de clonazepam”, asegura una fuente cercana a la investigación que ha estado dirigida por el grupo V de Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Comisaría de Algeciras. Y fue esa actividad la que, precisamente, escamó a los agentes y les llevó a abrir la denominada operación ‘Segre’ contra el tráfico de drogas a pequeña y media escala.
El piso de Lorena y su pareja sentimental se convirtió en un activo punto de canje de fármacos por drogas. “Vendían papelinas de cocaína y de pasta base —elaborada con residuos de coca— a los toxicómanos a cambio de la medicación de ansiolíticos que ellos tienen recetados”, explica un agente. La vivienda se hizo en punto habitual de peregrinación para drogadictos hasta tal punto que los agentes se percataron de su existencia por el “incremento significativo en en el número de actas de aprehensión cocaína y hachís” realizadas entre los meses de marzo y abril en La Piñera, según ha asegurado este viernes la policía en un comunicado.
A la vivienda de la traficante iban numerosos compradores que permanecían escasos minutos en la casa para realizar el trueque de su pequeña dosis de droga. El dispositivo de vigilancia en el punto de venta detectó que los toxicómanos solían llegar portando cajas de Rivotril y Transilium, las marcas comerciales más habituales de tranquilizantes, y salían ya sin ellas.
Pero la actividad de la joven —hoy en libertad con cargos— no quedaba ahí. Con las pastillas que recepcionaba viajaba una vez cada dos semanas hasta Marruecos. Cogía un ferri desde Algeciras con destino a Ceuta y, desde ahí, atravesaba la frontera terrestre con el país vecino cargada con multitud de pastillas de clonazepam. Allí las vendía por “hasta 200 euros la caja”, según asegura uno de los investigadores del caso. De vuelta, traía hachís a España. De todo ese material que manejaba quedó constancia en el registro de su vivienda, autorizado por el Juzgado de Instrucción Número 4 de Algeciras. Los agentes localizaron 294 pastillas de Transilium, 120 de Rivotril y 150 de Trankimazim. La policía cree que todas esas píldoras habrían alcanzado en Marruecos un valor en el mercado negro de 3.384 euros. Entre el material incautado a la joven, los investigadores se hicieron también con hachís preparado para su distribución al menudeo, 424 euros en moneda fraccionada y una balanza de precisión.
No es la primera vez que la policía en Cádiz descubre puntos de menudeo de droga regentados por mujeres. En la capital, el trapicheo no se entendía sin María del Mar C., alias 'La Pantoja’ u Inma 'La Larga’, dos históricas responsables de puntos de droga en los que toxicómanos de escasos recursos eran los clientes más habituales. Pero en Algeciras, la cercanía del Estrecho convierte la operación en un negocio redondo en el que la venta de ansiolíticos en Marruecos resulta mucho más rentable que el menudeo en sí mismo.
Hace ya años que el ‘karkubi’ se ha convertido en la peligrosa droga que hace furor entre los jóvenes de las clases más modestas de Marruecos. El bajo coste y fuerte efecto psicotrópico que produce la combinación de hachís y tranquilizantes ha disparado su consumo. Como efecto colateral, el tráfico ilegal de clonazepam -un potente ansiolítico de la familia de las benzodiacepinas que solo se vende bajo receta- se ha disparado en España.
La policía calcula que se ha producido un incremento del 113% en su venta en los últimos dos años. La subida está orquestada por grupos criminales organizados que se valen de toxicómanos que tienen recetados tranquilizantes en sus tratamientos o de recetas falsificadas. “Eso está causando un grave perjuicio económico a las arcas públicas de nuestro país”, reconoce la institución.
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