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El pueblo de Burgos que vota al independentismo vasco

EH Bildu ganó las elecciones con el respaldado de 118 vecinos en La Puebla de Arganzón, en el enclave de Treviño

Dos vecinos pasan junto al cartel de EH Bildu en el que agradecen a los vecinos la victoria electoral. En vídeo, declaraciones del candidato a la alcaldía del pueblo por EH Bildu, Pablo Ortiz de Latierro.Vídeo: L. RICO
Pedro Gorospe

En la calle principal de La Puebla de Arganzón (Burgos) no hay franquicias ni neones invitando a la compra compulsiva. Junto a la plaza está la iglesia de Nuestra Señora de La Asunción, del siglo XV; un poco más alejado, el puente romano y, sobre una loma, vigilante, el castillo. Pero nada de eso lo ha hecho popular, ni siquiera que Almudena Grandes convirtiera en personaje de Los pacientes del doctor García  a uno de sus vecinos, El Tigre de Treviño, un boxeador que en su ficción nació en La Puebla en 1917.

El segundo municipio del enclave burgalés de Treviño, rodeado por territorio alavés, ha logrado relieve estos días porque la coalición independentista EH Bildu ha ganado en las elecciones municipales con tres concejales. Pablo Ortiz de Latierro, el cabeza de lista, puede convertirse en alcalde el próximo 15 de junio si el PNV, que ha obtenido otros tres, no presenta candidatura, algo que todavía no está claro. Si finalmente la presenta, el único concejal del PP, que se inscribió a última hora a la carrera electoral, podría decantar la balanza. De momento, ninguno de ellos adelanta sus planes. “Vamos a hablar con el PNV para exponerles nuestro programa”, dice Ortiz de Latierro.

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Es la comidilla del pueblo y de los mentideros políticos. En los bares y en la calle, o en la transparente y nueva pista de pádel, no se habla de otra cosa. Los vecinos le han votado porque le conocen después de una legislatura en la oposición. “Ha echado una mano al pueblo”, constatan en la panadería en referencia al cabeza de lista de EH Bildu, tras explicar que ha arrimado el hombro y se ha sumado a los proyectos que impulsó el anterior alcalde. Roberto Ortiz de Urbina lo ha dejado después de tres legislaturas y su candidatura de independientes no se ha presentado esta vez.

Todo el pueblo le homenajeó hace dos semanas en la plaza por sus logros, por poner a los ciudadanos y sus problemas por encima de las demandas políticas y por intentar resolver el anacronismo del enclave de Treviño en todas las instituciones, desde el Parlamento vasco hasta el Senado, por los cauces legales. “No descarto volver dentro de cuatro años”, explica el todavía alcalde hasta el 15 de junio, “aunque espero que no sea necesario porque eso significará que lo están haciendo bien y siguen adelante con los proyectos que hemos dejado en ejecución".

Pablo Ortiz de Latierro amasó una fortuna de 118 votos (PNV, 95 y PP, 45) el 26-M en un pueblo con un censo electoral de 395, en el que están empadronados 504, pero en el que viven “en torno a mil”, dato que sale del número de altas de agua potable. ¿Por qué viven mil si solo la mitad están empadronados, como también sucede en Treviño, el otro municipio del enclave? La explicación revela el problema. La mitad de sus vecinos se empadronan en Vitoria para tener acceso a educación en euskera, a las oficinas y ofertas de empleo en Euskadi en vez de en Burgos y por las residencias de ancianos, además de por poder optar a hospitalizaciones, en caso de necesitarlas, en Vitoria en vez de en Burgos en ciertas especialidades.

“Hay disfunciones, aunque todo ha mejorado. Si llamas a emergencias con el móvil te responden los servicios de Burgos, si llamas por el fijo, como el prefijo es de Álava te responden desde el País Vasco, pero te atienden”, asegura una mujer en el bar, junto al Ayuntamiento. “Es la quinta vez que cuento esto a periodistas esta mañana”, suspira. “Queremos seguir trabajando por los vecinos”, asegura Ortiz de Latierro, consciente de que ha recibido votos de personas que no son independentistas y que buscan soluciones más que problemas.

Pablo Ortiz de Latierro junto a la iglesia de La Puebla de Arganzón.
Pablo Ortiz de Latierro junto a la iglesia de La Puebla de Arganzón.L. RICO

Pero si en los pueblos se vota a las personas, fuera se enjuician las siglas y hay quienes temen que la historia, el pasado de la izquierda abertzale complique la relación institucional necesaria en Castilla y León, sobre todo. En abril de 2018, después de 23 años, las Diputaciones de Álava (PNV) y de Burgos (PP) enfundaron las espadas y firmaron siete convenios para mejorar los servicios a los treviñeses. 

“Nuestro primer objetivo es lograr que Treviño se incorpore a Álava”, sostiene Ortiz de Latierro, “pero sin olvidarnos de pelear por los servicios a los ciudadanos”. La sanidad es uno de los caballos de batalla. Ahora se benefician de un protocolo firmado por el único Gobierno socialista de Euskadi, con Patxi López como lehendakari, que les permite usar servicios en una y otra comunidad, pero el convenio definitivo está pendiente de negociarse entre quienes ostentan la competencia, los Gobiernos vasco y castellanoleonés.

Ahora en Treviño no tienen pediatra, hay que llevar a los niños a Miranda de Ebro (Burgos). Y para poder estudiar en euskera, los Ayuntamientos tienen que subvencionar los viajes a Álava de los alumnos o concertar el centro y que lo paguen sus padres. El Gobierno vasco no ayuda a los centros, por tratarse de Burgos, y Burgos tampoco porque no subvenciona el modelo de educación bilingüe.

La Puebla de Arganzón es el punto de paso de numerosos peregrinos que siguen el Camino de Santiago por la vía de Bayona. También fue el punto de paso de los españoles, portugueses y británicos, capitaneados por el duque de Wellington, que liberaron Vitoria del yugo de José Bonaparte, cuando los franceses les esperaban por el este, por Salvatierra. “Vamos a ver cómo quieren pasar los de EH Bildu”, dice Andrés, sentado al sol en una de las calles adyacentes a la calle Santiago, la que no tiene ni franquicias ni neones.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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