Los votantes motivados existen
Frente a la gestualidad calculada de los líderes políticos, los militantes dan sentido a la ilusión tan manoseada por los partidos
En Juego de niños, programa que RTVE acaba de reestrenar, bien podrían definir campaña electoral como “políticos en sitios que dicen cosas”. Este lunes, por ejemplo, Pablo Iglesias en un hotel de lujo con su candidata a la Comunidad de Madrid: “Estoy convencido de que vamos a gobernar con el PSOE” (pero hablaremos después del 26-M). O Albert Rivera en el Congreso, con sus 57 flamantes diputados y apuntándose a sí mismo: “No es titulitis… Ser líder de la oposición no es un cargo, es una actitud”. Gabilondo, en un desayuno informativo: ya veremos si Ciudadanos sigue vetando al PSOE tras el 26-M, los resultados pueden provocar a alguno “un ataque de realismo extraordinario”. La cuarta jornada electoral la arrancó Casado en un estudio televisivo. Ciudadanos y Vox “plagian” al PP, dijo en Antena 3, “el 26-M hay que votar al original”.
Políticos en sitios que dicen cosas…¿pero a quién? Pareciera que la mayor parte del tiempo se las dicen los unos a los otros, lanzándose pullas, mandándose besos. Si acaso, en este mar de dudas intraelectoral —¿se desmovilizará la izquierda tras la victoria del 28-A o irán de subidón a votar al caballo ganador?, ¿se movilizará la derecha para ser el famoso “contrapeso”?, ¿crecerá, saturado de democracia, el abstencionismo, ya de por sí mayor en las elecciones locales?— en este mar de dudas, digo, los náufragos a los que interesa dirigirse son, en todo caso, los votantes indecisos, los ocultos, los fugados (“volved a casa”, repitió ayer lunes Casado a los suyos), los abstencionistas, los desilusionados, los agotados en general de tanta campaña.
Sin embargo, hay otro tipo de votante del que no se habla. No tiene misterio, no sirve para hacer cábalas: el votante motivado. Sabe que votará y a quién, y presume de ello. Es fan. Irá a las urnas cargado de lealtad, incluso de cariño. Entre tanta hosquedad electoral, sus ganas resultan refrescantes, aunque dé un poco de pudor usar la palabra más manida de las campañas (ilusión, chupito).
La sienten por ejemplo los que han colgado las pancartas de Carmena y Errejón (a quienes la Junta Electoral prohibió hacerlo gratis en lugares públicos). En su casa de Aluche la tiene puesta Josefa García, pensionista (430 euros) de 77 años: “Es la primera alcaldesa que me preguntó por carta mi opinión”. “El día que se cayó soñé con ella, charlábamos y me daba un beso”, dice Josefa como prueba de lo cercana que la siente aunque no la conoce (quisiera). César Casado, veterinario, 37 años, tiene a Carmena en una elegante fachada de Chueca. Sus razones son más pedestres que emocionales: “Con Madrid Central pasan menos coches por mi calle, ha arreglado las aceras... quiero que acabe lo que ha empezado”.
Seguro que Pedro Sánchez vio algún balcón parecido este lunes cuando paseaba por Vallecas, territorio podemita, en su primera salida tras el luto por Alfredo Pérez Rubalcaba. Alguien le preguntó qué había del pacto con Iglesias, y el presidente señaló un semáforo en rojo, como si jugase a las películas. A su lado Pepu Hernández, que tiene más fans por el baloncesto que por alcaldable. Lo admite: “Me dicen ‘Muchas gracias, pero solo por el baloncesto, ¿eh?’… Igual que antes se me acercaba gente que me aclaraba que era del Madrid [él fue siempre del Estudiantes]. Está bien, así no hablo solo con afiliados”.
"Somos afiliados mondos y lirondos, esto se hace por amor al partido", dice Isabel, que reparte folletos del PP de 9 a 2
Ellos están también en campaña aunque no salgan tanto en los telediarios. En la puerta de un Corte Inglés, Isabel, 68 años, reparte folletos del PP sobre una mesa plegable todos los días de 9 a 2 y algunas tardes. “Somos afiliados mondos y lirondos, esto se hace por amor al partido”, dice. Su marido es esquinero (ahora los llaman “comunicadores”): explica el programa a los vecinos desde un atril callejero. Álvaro Ballarín, histórico concejal de Moncloa Aravaca, mira satisfecho a sus bases: “El afiliado no entiende el desaliento”.
En el nivel +1.000 del votante motivado está aquel que se pone creativo, cediendo además de su tiempo, su talento a la causa. Caso de los barceloneses Caderas Crew (un grupo de amigos músicos, ilustradores y animadores) que pergeñaron en una cena Ada is in da house, un hilarante videoclip de trap en el que una caricatura de la alcaldesa de Barcelona, en chándal, rima: “Me silban los pijos / Me aplauden en los barrios, niño / Me llaman traviesa / Soy la fuckin alcaldesa”. “Ada Colau es un icono pop”, dice Victor Retro uno de los artífices, “no votamos todos a lo mismo, pero con ella hay unanimidad”. Este lunes Íñigo Errejón tuiteó otro vídeo musical, en el que sale bailando. Se lo ha regalado una agencia de comunicación política y se nota.
El vídeo Ada is in da house, una creación del colectivo artístico Caderas Crew.
Un trap para Colau
El vídeo Ada is in da house es una creación del colectivo artístico Caderas Crew. "La idea surgió tras una cena. Se trataba de una acción a caballo entre el divertimento personal y contribuir a que Ada Colau repitiera como alcaldesa", explica Victor Retros, del grupo musical Los Retrovisores, uno de los implicados junto a Jordi Lion (Carnaval Bravo) o la diseñadora Kitiara Ferran. Una semana después de colgarlo, el vídeo tenía 100.000 visitas. Entre ellas la de la alcaldesa, que lo retuiteó con el mensaje: "¡Vosotros sí q sois históricos! Me encanta "Ada is in da House" y me encantaría conoceros! Viva la cultura popular! Bailando y con sentido del humor se vive mucho mejor". "Nos hizo mucha ilusión, aunque todavía no la hemos conocido personalmente. Le cogemos la palabra aunque imaginamos que estos días debe ir a tope y lo primero es lo primero". El vídeo no fue un encargo de Barcelona en Comú, explica el músico, pero una vez hecho el partido se puso en contacto con los creadores para agradecerselo y pedirles permiso para ponerlo en algún acto de campaña.
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