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Cultivar maría en casa de la abuela

El nieto aprovechó parte de la propiedad ubicada en una pedanía de Jerez para criar 260 plantas de marihuana con electricidad robada

Jesús A. Cañas
La plantación de marihuana, en la casa.
La plantación de marihuana, en la casa. Guardia Civil

Nueva Jarilla es uno de esos pequeños pueblos de colonos fundados en los años 50 por el régimen franquista para trabajar la tierra. Al mudarse a esta pequeña pedanía de Jerez de la Frontera, cada uno los ascendientes de sus actuales 1.500 vecinos recibió una amplia parcela en la que vivir. Tan grandes eran esos terrenos que, en muchos casos, acabaron viviendo hijos y nietos. Pero una de esas abuelas ha descubierto ahora cómo su nieto ha aprovechado su generosidad para convertir su casa en un enorme criadero de marihuana.

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Hasta 260 plantas de unos 40 centímetros de altura en sus correspondientes macetas se encontró la Guardia Civil este pasado lunes en el interior de una de las casas. La vivienda, de dos plantas, figura a nombre de una vecina del pueblo de unos 80 años, aunque era su nieto de 25 años el que le daba un uso distinto al esperado, según ha explicado la Comandancia de Cádiz este martes.

El joven había creado una gran plantación en uno de los salones de la vivienda de su abuela con el equipamiento más completo posible para poner en marcha un cultivo ‘indoor’ de marihuana. Al registrar la casa, los agentes contabilizaron hasta 12 lámparas de gran potencia, dos aires acondicionados, un potente filtro de carbono y dos extractores. Todo estaba conectado a un elaborado sistema eléctrico, enganchado ilegalmente al alumbrado público.

En la compañía de Jerez de la Guardia Civil llevaban tiempo sospechando de que en una de las casas de esa manzana algo raro ocurría. Sin embargo, parecían ser los únicos ya que en el mediodía de este martes ninguno de los vecinos de la calle consultados decían saber lo que ocurría en el interior de la casa. “Yo vivo al lado y parece que he sido el último en enterarme. Hasta ayer no me di cuenta”, reconoce uno de los habitantes de la calle que prefiere no dar su nombre. Dos vecinas más de la vía, también han negado conocer los hechos.

A simple vista, el despiste vecinal puede resultar creíble. Dos aparatos de aire acondicionado y una antena de televisión coronan la fachada lateral y la azotea. El edificio llega hasta la calle posterior. “Es una casa de colonos, de las típicas de estos pueblos de la colonización. Eran parcelas muy grandes que se dividían en distintas casas”, reconoce otra de las vecinas de la zona.

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La mujer reconoce que la anciana hace años que repartió la propiedad entre sus descendientes, aunque ella “sigue viviendo al lado”. Al escuchar el motivo por el que tocan la aldaba de la puerta, una señora mayor no contesta y cede el testigo a un hombre joven que asegura que han conocido lo ocurrido “por la prensa” y que no quieren hacer declaraciones.

El joven detenido está ahora acusado de delitos de tráfico de drogas y de defraudación de fluido eléctrico. La Guardia Civil no ha aclarado, por ahora, su situación procesal tras la detención. Lo que sí han explicado los agentes es la motivación del joven para esconder la plantación en un lugar tan inusual: “Trataba de hacer pasar desapercibido el cultivo instalándolo en casa de su abuela”.

Mientras, en Nueva Jarilla, prefieren no hablar más del caso. Cada vecino regresa a sus quehaceres diarios. A pocos pasos de la casa de la abuela, una casa luce su fulgurante blanco tras una obra. En otra, un vecino continúa el jornal en una obra que tiene toda la fachada descarnada. En la calle de atrás, un cartel anuncia otra licencia de reformas. En la pedanía que surgió como una idea del franquismo para repoblar zonas rurales y crear trabajo agrícola parece que han encontrado nuevas vías de subsistir más allá de la dura vida en del campo. Lo que ninguno de sus vecinos podía imaginarse es que, para uno de ellos, el cultivo de marihuana se había convertido también en un sustento tan discreto como pingüe.

Sube el cultivo de marihuana

A diferencia de lo que ocurre en otras provincias como Granada, en Cádiz el cultivo de marihuana no era el sustento principal del narco. No parecía lógico, teniendo en el Estrecho una de las vías más importantes de España de la entrada de hachís procedente de Maruecos. Sin embargo, en los últimos dos años las fuerzas de seguridad de la provincia han notado un constante incremento de este tipo de criaderos. Ya en febrero de 2018 la Guardia Civil alertó de que, en 2017, aprehendió hasta 55.000 plantas, unos 500 kilos de estupefaciente.

En los siguientes meses, tanto la Benemérita como la policía ha desmantelado diversos cultivos. El pasado mes de enero ya de este año, la policía intervino 4.356 plantas en una nave de El Puerto de Santa María. Con todo, la mayor parte de las plantaciones descubiertas son menores a las 500 macetas y se suelen ubicar en el interior de chalés o casas

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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