El juez ordena detener a dos asaltantes de la Embajada de Corea del Norte en Madrid que huyeron a Estados Unidos
El auto del magistrado por el que levanta el secreto de sumario revela que al menos dos de los intrusos vivían en ese país, uno de ellos con nacionalidad norteamericana
El juez de la Audiencia Nacional José de la Mata ha dictado orden de detención internacional contra dos de los 10 asaltantes que el pasado 22 de febrero irrumpieron violentamente en la Embajada de Corea del Norte en Madrid, según confirmaron a EL PAÍS fuentes policiales y judiciales. El magistrado los acusa de seis delitos, entre ellos detención ilegal, robo con violencia e intimidación, amenazas y organización criminal. En el auto con el que levanta el secreto que pesaba sobre el sumario abierto por el suceso, el juez De la Mata detalla que el grupo huyó inmediatamente de España tras cometer la acción. Para ello, se dividió en cuatro grupos y se desplazó a Lisboa. Desde allí, al menos el jefe tomó un avión con destino al aeropuerto de Newark, en New Jersey, Estados Unidos, donde llegó a las 14.03 hora local del día siguiente del asalto.
En el auto, de 14 páginas y con el que levanta el secreto de sumario abierto por el suceso, el juez De la Mata relata en detalle tanto la preparación como la ejecución del asalto, que duró varias horas. El magistrado sitúa a un ciudadano con pasaporte mexicano residente en Estados Unidos, Adrian Hong Chang, como presunto líder del grupo que irrumpió en la representación diplomática norcoreana, situada en el próspero barrio de Valdemarín, en Madrid capital. Según el auto, Hong Chang se encargó de comprar en una tienda de Madrid —seis horas antes del asalto— “material táctico y de combate” para perpetrar el asalto. En concreto, cinco fundas de pistola de extracción rápida, cuatro cuchillos de combate, seis pistolas simuladas HK, una sobaquera, cuatro gafas de tiro, cinco linternas tácticas, cinco pasamontañas y cinco grilletes de diferentes tipos.
Entre los días 20 y 22, otros cuatro miembros del grupo —entre ellos un ciudadano surcoreano llamado Woo Ram Lee y otro identificado como Sam Ryu, con pasaporte estadounidense— adquirieron también diverso material en una ferretería que incluía una cizalla, varios desencofradores, 33 rollos de cinta de doble cara, cinta americana, alicates y una escalera telescópica. En total, gastaron más de 600 euros.
Con todo este material, el jefe de grupo se presentó en el edificio diplomático a las 16.34 del 22 de febrero y pidió ver al encargado de negocios, Yun Sok So, al que ya conocía de una visita que hizo dos semanas antes y en la que se había hecho pasar por un empresario con oficinas en los Emiratos Árabes y Canadá que quería hacer inversiones en Corea del Norte. Según De la Mata, mientras esperaba en el patio para ser recibido, Hong Chang aprovechó un descuido del personal de la legación y franqueó el paso a los otros nueve miembros del grupo que se encontraban apostados en el exterior y que penetraron portando machetes, cuchillos, barras de hierro y las pistolas simuladas. Una vez allí, “comenzaron a golpear violentamente a sus ocupantes, hasta que consiguieron reducirlos y colocarles grilletes y bridas para inmovilizarlos”.
Así, al encargado de negocios “le golpearon y provocaron distintas lesiones y le llevaron a la fuerza hasta uno de los baños”, apunta el auto. Ante su resistencia, los agresores le ataron las manos a la espalda con bridas y le cubrieron la cabeza con una bolsa “a la vez que le amenazaron con barras de hierro y con aparentes armas de fuego apuntándole a la nuca”. Los asaltantes también forzaron la puerta de la habitación en la que, al percatarse del asalto, se habían refugiado la esposa y el hijo de este rehén.
Material informático
La esposa de otro empleado también se refugió en una habitación con llave. En este caso, antes de que los agresores entraran, pudo saltar desde el primer piso —lo que le provocó lesiones— y escapar. Un ciudadano la vio y avisó a los servicios sanitarios y a la Policía. Los agentes, tras establecer un perímetro de seguridad alrededor de la embajada, llamaron a la puerta de la legación para saber qué había pasado. Les abrió el propio Hong Chang, quien vestía una chaqueta con un pin del presidente de la República Popular de Corea, Kim Jong-Un, y se presentó como alto representante de la legación. El intruso indicó a los agentes que no había ningún problema en el interior y que si había alguien herido debían comunicarlo al consulado.
Según el juez, los asaltantes terminaron apoderándose de un par de pendrives, dos ordenadores, dos discos duros (uno de ellos de almacenamiento de imágenes de seguridad) y un teléfono móvil. Seguidamente, se hicieron con tres vehículos de la embajada y ocho miembros del grupo abandonaron el lugar alrededor de las 21.40 horas, dejando en el interior de la sede a “las personas que habían detenido inmovilizadas con bridas y grilletes”. Dentro quedaron Hong Chang y otro de los asaltantes, quienes poco más tarde salieron de la embajada por la parte trasera y tomaron un vehículo de alquiler con conductor que habían reservado a través de una aplicación con una cuenta a nombre de Oswaldo Trump. Los coches sustraídos fueron posteriormente localizados en tres lugares distantes de Madrid y de la localidad de Pozuelo de Alarcón, abiertos y con las llaves puestas.
Los investigadores han comprobado que poco después de asalto, el líder del grupo contactó con el hotel madrileño en el que se alojaba para avisar de que había salido urgentemente hacia París y pedir que recogieran su equipaje para enviárselo a EE UU. En realidad, el líder del grupo llegó al Aeropuerto de Newark, en Nueva Jersey, a las 14.03 hora local del 23 de febrero, el día siguiente del asalto. Desde allí pagó las habitaciones de hotel que habían ocupado en Madrid los asaltantes.El último rastro de Hong Chang del que tiene constancia la policía es del 27 de febrero, cuando contactó con el FBI para informar sobre el asalto y entregar un material audiovisual “supuestamente obtenido” por el grupo dentro de la embajada.
En ese encuentro, se identificó como integrante de una asociación de derechos humanos para la liberación de Corea del Norte. Hong Chang facilitó entonces “superficiales detalles de cómo se llevó el asalto” y afirmó que buscaban “armas y 'otras cosas”, sin más concreción, recalca el juez De la Mata. Hong Chang añadió que, antes de asalto, había contactado con alguien de la embajada, al que no identificó y del que aseguró que “sería susceptible de desertar”.
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