Todo se juega en la movilización
La derecha parte con ventaja según las encuestas, pero el Gobierno aspira a revertirla
Eran las 9.21 del viernes. Pedro Sánchez había convocado a sus ministros para hablarles de un fracaso personal y político. Sánchez se había conjurado con ellos hace meses, cuando los ataques eran más fuertes y dos ministros habían dimitido por sendos escándalos, con una consigna: “Resistir es vencer”. Hace solo dos semanas, los ministros estaban convencidos de que aguantarían por lo menos todo 2019. Con ese escenario trabajaban todos sus equipos. Pero a esa hora del viernes, Sánchez puso fecha y hora para el final de sus mandatos: el 28 de abril, a eso de las 22.00, cuando empiecen a conocerse los resultados de las elecciones. Y lo más extraño de todo es que los ministros rompieron en un gran aplauso que escucharon perfectamente desde todas las salas contiguas. “No os lo creeréis pero había muy buen ambiente. La gente está convencida de que la foto de Colón [la de Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Cs) y Santiago Abascal (Vox)] va a movilizar a la izquierda”, sentencia un ministro.
La política española está en medio de un movimiento tectónico: con la fragmentación, la polarización y la crispación de los últimos tiempos, el arte de formar coaliciones será esencial a partir del 28 de abril. Pero la campaña pivotará sobre Cataluña, con PP, Ciudadanos y Vox cargando las tintas, y la agenda social a la que apeló Sánchez en Sevilla, en su primer mitin tras el anuncio del adelanto de elecciones.
El gabinete de Sánchez encara la precampaña con esa sensación de extraña euforia que se vio con claridad el viernes pese al evidente fracaso que supone no poder acabar la legislatura. El ambiente era tan distendido que en las imágenes posteriores se ve a Sánchez bromeando sobre la “derecha trifálica”, el invento de la ministra Dolores Delgado para definir a los protagonistas de la foto de Colón, que se va a convertir en la gran protagonista de la campaña socialista junto a la defensa del diálogo sobre Cataluña y la agenda social.
Otros ministros señalan en privado que ese aplauso, además de un apoyo normal al presidente en un momento así, simboliza “la sensación de alivio por no tener que explicar el acuerdo con los independentistas” que estaba haciendo cada vez más daño en el electorado socialista. Algunos incluso sentían cierto alivio personal. El ministro de Ciencia, Pedro Duque, al que se aprecia abstraído en una foto que hizo la ministra Meritxell Batet de todos sus compañeros siguiendo por televisión la intervención de Sánchez, calificó su paso por la política como una “experiencia traumática”.
Lo único que tienen claro todos los consultados, no solo en el PSOE sino en los demás partidos, es que la clave de estas elecciones, más que nunca, es la movilización. En el entorno de Sánchez algunos comparan estas elecciones con las de 2008, cuando José Luis Rodríguez Zapatero logró acumular el voto de la izquierda y de parte del centro. El lema de campaña estaba centrado en la movilización: “Vota con todas tus fuerzas”. Pero la campaña que causó más impacto fue el cartel con las fotos de Ángel Acebes y Eduardo Zaplana con un mensaje claro: “Si tú no vas, ellos vuelven”. Zapatero arrasó con ese mensaje contra la derecha: logró 169 escaños y se comió literalmente a IU, que se quedó en dos. Mariano Rajoy, después de cuatro años movilizando a la derecha con protestas masivas en la plaza de Colón superiores a la que convocaron Casado, Rivera y Abascal, fracasó de nuevo y cambió radicalmente de estrategia: echó a Acebes y Zaplana y buscó un perfil más moderado con las entonces poco conocidas Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal.
Las cosas han cambiado mucho desde ese momento. Los bloques que parecían supuestamente homogéneos se han roto en varios pedazos y el resultado es imprevisible, pero las estrategias son similares. La batalla ya no es el centro; la verdadera guerra es por la movilización de los propios seguidores. La derecha ha mostrado en Andalucía que sabe cómo hacerlo. PSOE y Podemos necesitan sacar a la izquierda de su aparente apatía para tener alguna oportunidad, algo enormemente difícil a juzgar por las encuestas.
Por eso la foto de Colón, por raro que parezca, es útil para todos. En la derecha, porque visualiza la posibilidad de echar a Sánchez, convertido contra pronóstico en una especie de archienemigo. Y en la izquierda, porque muestra a los desencantados lo que les espera si deciden quedarse en casa como en Andalucía.
El shock de la derrota de los Presupuestos
Esta necesidad de aprovechar el shock de la derrota de los Presupuestos y la foto de Colón es, según explican en su entorno, uno de los motivos fundamentales por los que Sánchez ha elegido el 28 de abril, la fecha más cercana posible fuera de Semana Santa. Ahora su gente dice que él tenía el escenario de abril siempre en la cabeza, pero lo cierto es que hasta el miércoles 6, cuando ya el escándalo del relator estaba en su apogeo, Sánchez pensaba que podría convencer a los independentistas. El jueves cambió todo. Y el fin de semana, según su equipo, ya estaba decidido a apostar por el 28.
El lunes 11, a primera hora, convocó a su núcleo duro y antes de decirles nada les pidió a todos que opinaran sobre la fecha. Varios apostaron por el superdomingo. Él les dejó hablar pero ya estaba decidido: será el 28, les dijo al final. Sánchez tiene aún una resistencia interna muy importante, como se vio con la polémica del relator, y jugárselo todo al superdomingo era muy arriesgado porque él sería el responsable casi único de una derrota masiva.
Ahora se la juega solo en abril —pero con el partido ya movilizado para el 26 de mayo— y si logra un buen resultado, aunque no gobierne, puede intentar justificar quedarse como líder de la oposición. En los cuarteles del PSOE se medirán con lupa las fuerzas de Sánchez y de los barones solo un mes después. Internamente, algunos se lamentan ahora por no haber convocado antes, con la ola positiva que generó su llegada y el Gobierno que nombró. Los fieles al presidente explican que Sánchez quería tener más gestión que reivindicar, y sobre todo que convenía esperar ante el hundimiento del PP en las encuestas.
Pero nunca calcularon que Vox, lejos de debilitar a la derecha, la reforzaría hasta darle el poder en Andalucía. Antes no lo vieron; ahora quieren usar a Vox a su favor. “La manifestación de Colón estaba para darnos la puntilla, pero nos ha revitalizado”, resumen fuentes de La Moncloa. Pero el entorno de Sánchez sabe también que el PSOE ya no es el favorito aunque pueda cerrar la carrera electoral como primera fuerza. Si todo se basa en la movilización, la derecha llega al inicio de esa carrera con ventaja. Las encuestas de la próxima semana, ya con la convocatoria encima de la mesa, mostrarán si la izquierda es capaz de recuperar terreno o la suerte ya está echada.
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