Juan Pablo Fusi: “Es difícil alcanzar una memoria compartida sobre hechos tan graves como ETA”
“Las cuestiones morales que plantea la reflexión sobre el terrorismo no están resueltas”, asegura el supervisor de la unidad didáctica sobre ETA en las escuelas vascos
El historiador Juan Pablo Fusi (San Sebastián, 1945) ha participado en la supervisión de la unidad didáctica Herenegun sobre la historia de ETA en las escuelas vascas, incorporada a la asignatura de Historia Contemporánea, que ha generado una intensa polémica. Fusi, que juzga como ·sumamente positiva" la polémica, concluye que "las cuestiones morales que plantea la reflexión sobre ETA no están resueltas" y que "debemos abordar perentoriamente la historia de ETA" en el País Vasco.
Pregunta. Usted participó en la elaboración de la unidad didáctica Herenegun. ¿Cómo se explica la polémica levantada?
Respuesta. La unidad didáctica no es una asignatura, como a menudo se dice. La asignatura es Hª Contemporánea. La unidad didáctica son sólo cinco horas lectivas (vídeos y brevísimo texto) dentro de esa Hª Contemporánea de duración anual. La polémica, sumamente positiva por cierto, responde a la evidente gravedad que tuvieron el terrorismo y la violencia de ETA, y a los numerosos problemas morales y políticos que plantea la interpretación de los hechos y de las circunstancias históricas en que se produjeron. Todo ello agudizado, por supuesto, por la proximidad de todo lo ocurrido.
P. ¿Es incompatible la pretensión de un "análisis académico, frío y exigente" sobre la historia de ETA con la reclamación de colectivos, como asociaciones de víctimas, que priorizan su rotunda deslegitimación.
R. Son, claro está, dos cosas distintas pero desde mi perspectiva, compatibles. Es, por ejemplo, compatible estudiar la Revolución francesa y deslegitimar con toda rotundidad a Robespierre y al implacable y paranoico régimen de Terror Rojo que impuso en 1794. Lo que no vale en nuestro caso es lo que, con finísima ironía, Zou Enlai dijo a Kissinger en 1972 cuando éste le preguntó su opinión precisamente sobre la Revolución francesa de 1789-94: que era aún demasiado pronto para poder contestar. No; nosotros debemos abordar perentoriamente el estudio de ETA.
P. ¿Es pronto para alcanzar una visión compartida entre las distintas objeciones críticas? ¿Historia y memoria son antagónicas?
R. La memoria está hecha de percepciones, mitos, impresiones, evocaciones. La historia es otra cosa: es un cuerpo sustantivo de conocimiento. DesdeTucídides, la historia la escriben los historiadores; por eso no se puede aceptar el uso dirigista que desde el poder se hace por lo general en las políticas de memoria. En cualquier caso, resulta claro que es difícil alcanzar memorias compartidas sobre hechos históricos graves, polémicos, dolorosos, como es nuestro caso. Se pueden fijar empíricamente los hechos, y narrarlos (que no es poco: porque toda narración es una explicación). Las cuestiones morales --reconocer el mal y a las víctimas de ese mal, afrontar la culpabilidad o culpabilidades en los hechos, responder a preguntas como violencia por qué y para qué-- violentan nuestra conciencia, nos incomodan y conmueven, y nos enfrentan. La derrota, con todo, obliga a la reflexión y a la rectificación: yo espero que ese sea también el caso de ETA.
P. ¿Qué conclusiones obtiene de esta experiencia? ¿Euskadi ya no es el oasis del posterrorismo?
R. Lo que la polémica me hace pensar es que bajo el "paisaje de estabilidad" de la Euskadi post-2011 buena parte de esas cuestiones morales que la reflexión sobre ETA plantea, y a las que me refería antes, no han sido aún resueltas.Por lo que acabo de decir: porque ETA es el lado oscuro de nuestra historia y ello nos obliga a replantearnos --como ya hacen, por cierto, la literatura, el cine y el ensayo vascos-- cuestiones esenciales sobre nuestra propia conciencia y moral colectivas.
P. La irrupción de Vox a escala nacional. ¿No supone que la crispación vuelve a protagonizar la política española?
R. Vox es la consecuencia, no la causa, de la crispación de la política española (aunque evidentemente ese partido alimente a su vez la crispación). La pregunta para mi es la que hacía Rossana Rossanda a Pietro Ingrao en 1989: hasta dónde nos hemos equivocado. Rossanda quería decir hasta dónde se había equivocado el comunismo, en el que ella e Ingrao militaban. Yo me pregunto hasta dónde la democracia, y sobre todo la izquierda, se ha equivocado para que haya aparecido Vox. Y creo, en efecto, que la pérdida del sentido de la nación española y la debilidad del Estado ante el desafío de los nacionalismos periféricos son factores --hay sin duda otros-- sin los cuales no se explica Vox.
P. ¿Cual cree que es la naturaleza de Vox? ¿Es un renacer del nacionalismo tradicional español?
R. Vox no oculta su proximidad con otros partidos populistas, nacionalistas y anti-europeos que han aparecido en Europa desde finales del siglo XX y en la primera década del XXI: el Frente Nacional francés, la Liga italiana, Alternativa para Alemania, el Partido Austriaco de la Libertad, etcétera. ¿Nacionalismo español? Sin duda. ¿Nacionalismo tradicional? No lo sé. Lo que si sé es que fue precisamente el franquismo --su idea de España "una, grande y libre"-- quien desacreditó el españolismo en España, y que ello dificultó en la Transición la construcción de una nueva y clara idea de España como nación.
P.¿A qué atribuye su irrupción? ¿Está condicionando a la derecha española? ¿Es un fenómeno pasajero?
R.Como decía antes, creo que la debilidad del Estado español y la crisis de la idea de nación española consecuencia del gran desafío y hazaña que fue la construcción a partir de 1975 de nacionalidades y regiones, y de forma más inmediata el desafío del nacionalismo catalán, explican en buena medida Vox. Pero sin duda hay mucho más: todo eso que englobamos bajo la realidad de la crisis social, económica, política, migratoria y moral en que vivimos --me refiero a la sociedad occidental y sobre todo a la europea y dentro de ésta, España-- desde hace ya algún tiempo y sobre todo en los últimos diez/doce años. Si Vox condiciona, y cómo, a la derecha española, deberá contestarlo la derecha española. Yo soy un simple observador que ve, como Péguy, que todo empieza como una ilusión --en mi caso, la democracia en España-- y que todo termina en política. Tampoco sé si Vox (o Podemos, por ejemplo) es o no un fenómeno efímero. Solo sé que la historia es, como dijo Ortega, movilidad y cambio.
P. ¿Se acabaron los tiempos de relativa concordia que vivimos tras el triunfo de la Transición?
R. Es posible que sí. Acabo de decirlo con Ortega: la historia es movilidad y cambio. Lo que importa, sin embargo, es que la democracia siga siendo el modelo ideal de la política. Porque lo que ocurrió entre 1919 y 1939, la época de fascismos y dictaduras (recordemos que el fascismo se creó en Italia en marzo de 1919, hace pues cien años), fue que la dictadura, el partido único, los regímenes totalitarios y autoritarios y los liderazgos personales y carismáticos, y no la democracia, aparecieron como la respuesta a los problemas que planteaba la sociedad moderna. ¿Remedio? Pues yo creo que lo dijo muy bien Keynes en 1926: combinar eficiencia económica, justicia social y libertad individual. Lo demás son bernardinas.
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