La pastilla preventiva del VIH que tarda demasiado en llegar
Activistas y científicos reiteran al Gobierno su demanda de implementar la terapia que, suministrada a seronegativos, evita la transmisión del virus del sida
“¿Si esta solución es fiable, por qué no se adopta?”. Un sentimiento de frustración atraviesa la mente de Javi —nombre ficticio— al recordar que, cada vez que toma el fármaco que le permite evitar una infección por el VIH, el virus responsable del sida, lo hace al margen de la ley y casi clandestinamente. Este ingeniero de 33 años se contesta a sí mismo: “Es por una cuestión ideológica”. Una opinión que comparten las asociaciones y los profesionales que trabajan en la prevención del VIH, y que el lunes han vuelto a pedir al Ministerio de Sanidad que implemente esta estrategia preventiva.
Pese a que cada año se detectan en España unas 3.500 nuevas infecciones por este virus, la PrEP —profilaxis pre-exposición, es decir, una pastilla que una persona sana puede tomar a diario para evitar contraer el VIH, y controles médicos trimestrales— es todavía un espejismo. Utilizada en Estados Unidos desde 2012 en colectivos con alto riesgo de infección (gais y transexuales que tienen relaciones sexuales sin condón), la combinación de dos antirretrovirales (tenofovir disoproxilo fumarato y emtricitabina), cuyo nombre comercial es Truvada, ya se empleaba en el tratamiento de personas que viven con el virus. Su uso en la PrEP fue autorizado por la Comisión Europea en agosto de 2016. Ocho meses antes, Francia ya la había incluido en las prestaciones de su servicio sanitario. Le siguieron Noruega, Bélgica, Luxemburgo, Escocia y Portugal.
La Agencia Española de Medicamentos también aprobó el fármaco producido por Gilead para que fuera empleado en terapia preventiva, pero para que la PrEP se convirtiera en realidad el Ministerio de Sanidad hubiera debido negociar con la farmacéutica su precio máximo para este uso. Algo que nunca ocurrió. El proceso se encuentra aún detenido “sin que sea posible conocer el estado concreto de la tramitación”, según el investigador Luis Miguel García Sousa, del Instituto de Salud Carlos III.
Con el Gobierno del PP, Sanidad elaboró un documento junto con profesionales involucrados en la lucha contra el VIH que se publicó en enero. En él se avala la PrEP como uno de los métodos más prometedores hacia la erradicación de la epidemia. Tras esta actuación, el Plan Nacional del Sida —que depende del Ministerio— lanzó un estudio de factibilidad, en el que unas 400 personas en Barcelona y San Sebastián siguen el protocolo de la PrEP. El estudio está todavía en marcha. Y a sus resultados se remiten fuentes del departamento que desde hace menos de un mes dirige Carmen Montón, consultadas para este reportaje: “Hasta que no los tengamos, no vamos a decir nada”, zanjan.
“Con pocos participantes en solo dos ciudades, este estudio no va a aportar nada sobre cómo implementar la PrEP en el resto de España”, afirma Julia Del Amo, profesora de investigación en Biomedicina en el Carlos III. “¿Podemos actuar ya para poner en marcha una medida cuya eficacia está comprobada de sobra?”.
En 2016 se registraron 3.353 infecciones por VIH, más de nueve cada día. De ellas, el 84% ocurrió en varones, y más de la mitad en hombres que tienen sexo con otros hombres, el grupo para el que los expertos preconizan esta estrategia de prevención con mayor afán, por tener una incidencia de nuevos casos muy superior a los demás (casi 8 cada 100.000 varones, contra 2 en hombres heterosexuales). Puesto que se ha demostrado una eficacia de la PrEP comparable a la del profiláctico, ¿cuántas infecciones se habrían evitado si esta herramienta hubiese estado disponible?
“En un mundo ideal, en el que todos utilizaran siempre el preservativo, no haría falta la PrEP”, admite Del Amo. “Pero en la realidad, así como no dejamos que las personas en sobrepeso por no hacer ejercicio o comer demasiada grasa se mueran por infarto y les tratamos con fármacos, así no deberíamos permitir que aquellos que mantienen relaciones sexuales no seguras se infecten por VIH”, insiste. Del Amo participó el lunes en Madrid en PrEParadXs Party, un evento en donde científicos y asociaciones pidieron a la Administración celeridad en la implementación de la PrEP.
Mientras tanto, en el limbo legal, cada uno hace de la necesidad virtud. Entre el estudio de factibilidad y otros ensayos clínicos, el director de la ONG Apoyo Positivo, Jorge Garrido, estima que “podría haber oficialmente unas mil personas tomándola en España”. Una cifra muy lejana de las 10.000 que ya la reciben de forma gratuita en Francia de su sistema sanitario, según fuentes de la asociación gala de lucha contra el VIH Aides. Pero en España hay un número indeterminado de usuarios extraoficiales. Compran la pastilla en el mercado negro o utilizan páginas web que venden los genéricos de Truvada desde el extranjero, pese a que la importación de fármacos es ilegal en España.
Es el caso de Javi, quien desde enero se abastece de un genérico (Tenvir) producido en India a través de una organización londinense. “Es complejo, porque desde Asia tienen que enviarlo a Reino Unido y de allí a mi domicilio”, explica el hombre, quien calcula que cada pastilla le sale por aproximadamente un euro. Para su seguimiento médico, Javi acude cada tres meses al centro sanitario público Sandoval de Madrid, donde se somete a unos análisis para detectar las infecciones de transmisión sexual que pueda haber contraído y vigilar los eventuales efectos secundarios de la pastilla —reducción de la densidad ósea y problemas renales—, que se manifiestan en entre el 1% y el 10% de los pacientes, y son reversibles si se detectan a tiempo.
“La negación de esta estrategia aboca a los usuarios a correr riesgos”, dice Garrido, para quien el retraso en la puesta en marcha de la PrEP se debe a una “homofobia institucional clara”. Al revés, frente a 6.000 nuevas infecciones al año, las autoridades sanitarias de Francia añadieron la PrEP a las prestaciones que ya dispensaba una red de más de 100 centros especializados en la prueba del VIH y la criba de infecciones de transmisión sexual, y que están adscritos a hospitales.
Es a uno de estos centros, ubicado en París, adonde Dominique Neau se dirige cada tres meses para obtener la receta del genérico de Truvada que posteriormente compra en una farmacia, y hacerse las pruebas de VIH, sífilis, gonorrea, clamidia, hepatitis, y función renal. “Empecé en enero del año pasado”, relata este hombre gay francés de 46 años. “Tenía muchas parejas sexuales y cada vez más prácticas de riesgo, así que me decidí”, explica.
La ausencia de una red de este tipo en España preocupa a Ferrán Pujol, director de BCN PrEP Point, el primer centro comunitario europeo dedicado exclusivamente a la profilaxis pre-exposición, que abrió en Barcelona en noviembre. “No bastará con aprobarla, la gente tiene que poder acceder a ella y en España hay un déficit de dispositivos”, denuncia.
“Me sentiría mucho más cómodo si pudiera hacer la PrEP con los controles de calidad de los fármacos del sistema sanitario español”, asegura Javi, quien decidió comenzar la profilaxis tras una ruptura del condón durante una relación sexual que le provocó mucha inquietud. “Lo que nos falta es educación sexual. Si la tuviéramos, podríamos analizar abiertamente nuestras prácticas sexuales y saber si deberíamos tomar la pastilla”. A la espera de que sea legal en España también, Javi vuelve una vez más a hacerse la pregunta que le obsesiona: “Si esta herramienta existe, ¿por qué no usarla?”.
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