La lucha contra el lodo en Valencia salta de las calles a la alcantarilla: “Nuestros peores temores se confirman”
Municipios como Paiporta o Alfafar tienen prácticamente toda su red atascada y algunos vecinos conviven con fuertes olores. Los expertos alertan de la falta de desagüe de las aguas fecales y el Cecopi calcula que la limpieza puede alargarse al menos un año
El baño de José Alabau, vecino de la calle Alfafar en Paiporta, tiene un gran problema: el agua no baja del inodoro después de tirar la cadena. Alabau tampoco puede lavar los platos, ni poner lavadoras porque las cañerías de su edificio no drenan una gota más. 24 días después de la riada, la imagen se repite en varias calles de Paiporta, el municipio más afectado por la dana, donde 45 camiones cuba trabajan sin descanso para desatascar el sistema de alcantarillado, conectado a cada finca y colapsado por las toneladas de lodo vertidas durante las jornadas de limpieza. La Generalitat asegura que 76 de sus 78 kilómetros de alcantarillado están afectados. Fuentes de la diputación de Valencia explican que es muy difícil dimensionar los avances diarios de limpieza, porque si un día se despeja un tramo, al siguiente se vuelve a colmatar porque los vecinos siguen vertiendo lodo a las alcantarillas o porque fluye más barro desde otras tuberías que están siendo despejadas. Cuando se despeja una, el atasco aparece por otra.
“Ahora todos nuestros esfuerzos están centrados en despejar las cañerías, no en limpiarlas, eso se hará luego”, explican fuentes de la presidencia de la Diputación. Los cálculos del Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi), el órgano que gestiona la emergencia de la fatídica dana, es que la limpieza de todo el sistema puede alargarse al menos un año. La calle Maestro Serrano, en Paiporta, es el vivo ejemplo de este vaivén, por lo que las tareas de limpieza en la zona no se han detenido en lo que va de semana. Cerca de treinta operarios y seis camiones cuba se han plantado en tan solo 250 metros de vía. Frente a una de las alcantarillas centrales se encuentra Óscar Gómez, quien bombea agua a presión con una manguera. Cuando logran destapar un tramo, se escuchan gritos de victoria.
“Está tirando, está tirando”, avisa Gómez a sus compañeros. Los operarios ven, por fin, un tímido río de lodo fluir por una cañería cercana. Aunque es una victoria momentánea. “Se hace algo, pero mañana se comienza de nuevo”, indica. Los trabajadores comparten que al ser una de las calles principales, las tuberías de la Maestro Serrano seguirán recibiendo más y más lodo a medida que se limpian los colectores secundarios. En los últimos días, de estos ductos han salido principalmente las cañas que arrastró el agua, pero también bicicletas, colchones y hasta neveras, según los trabajadores. Todo arrastrado por la devastadora riada.
Los números delatan la titánica tarea que aún tienen por delante. “Cada camión puede chupar 8 metros cúbicos de lodo (cerca de 8.000 litros), pero esta cañería tiene cerca de 1.000 metros cúbicos″, advierte Gómez. El Ministerio de Transición Ecológica calcula que la dana ha dejado un rastro de entre cuatro y cinco millones de metros cúbicos de barro, lo equivalente a llenar 2.000 piscinas olímpicas. Los operarios también están comprobando una por una las 6.000 tapas de alcantarilla del municipio. El atasco se extiende a otros municipios como Alfafar, donde el problema se agudiza por el colapso de los principales corredores de drenaje. “Ayer sacamos un váter de la alcantarilla”, explicaba el lunes Juan Sebastiá, coordinador de la operación de limpieza en Alfafar.
Con el paso de los días, los malos pronósticos de los ingenieros, la diputación y la Generalitat se han ido cumpliendo y el problema tiene visos de enquistarse. “La Generalitat está montando un grupo de expertos sobre este problema. Mi gran desvelo es qué se va a hacer, porque no tengo claro que pueda desatascarse todo (mediante camiones-cuba con agua a presión). Y eso supondrá irremediablemente cambiar los tubos, que están bajo tierra, lo que supone inversiones y abrir calles para sustituirlos. Ahora hay equipos que se han puesto a tope a trabajar, habrá que esperar una o dos semanas para analizar mejor la situación”, explica el ingeniero Enrique Cabrera, vicepresidente de la International Water Association y catedrático de la Politècnica de València, universidad que está colaborando con la diputación en la gestión hídrica tras la catástrofe.
El problema más urgente también persiste en los cascos urbanos de las poblaciones más afectadas, donde el atasco en las alcantarillas ha colapsado completamente las bajantes de las viviendas y las aguas fecales no pueden ser evacuadas. “Y eso puede suponer un problema de salud pública”, sentencia Cabrera. En este sentido, la alcaldesa de Paiporta, Maribel Albalat (PSPV), ya lanzó la semana pasada un grito de auxilio. “Las alcantarillas están obstruidas y las aguas fecales ya llegan a las casas”, dijo Albalat en declaraciones recogidas por el diario Levante.
El garaje del edificio 34 de la calle Maestro Serrano se ha convertido en un enorme pozo donde flotan residuos de todo tipo, incluidos restos fecales provenientes de las casas superiores. Las bajantes se rompieron tras el golpe de los vehículos por la riada, explica Jerónima Moya, vecina del inmueble. Moya asegura que al menos 20 familias conviven desde hace unas semanas con fuertes olores. Otros habitantes que viven frente al barranco, observan con estupor cómo una hilera de camiones descarga de forma constante las cisternas llenas de lodo. Un operario de la zona no descarta que entre los vertidos se haya entremezclado las aguas negras del pueblo y otro tipo de residuos orgánicos. “Aquí viene a parar toda la mierda del pueblo”, suscribe. Los vecinos comentan que desde hace poco han empezado a detectar más problemas de los habituales con los mosquitos.
La dificultad de coordinar 45 cuadrillas también ha sido un lastre para las operaciones. Solo en Paiporta participan operarios del Canal de Isabel II, del Consorcio de Aguas de Bilbao o empresas privada de Murcia o Tarragona. La gran mayoría ha tenido que trabajar en parejas: un vehículo encargado de tirar agua a presión y otro de succionar al lodo. Algunos operarios lamentaban los fallos en la comunicación o el retraso de algunos vehículos. La Diputación explica que el municipio no espera que lleguen más camiones a la zona, porque “operativamente” ya se ha alcanzado el mayor grado de eficacia. Para agilizar las labores de desatascado, también han llegado operarios de Francia, Portugal y Marruecos.
La semana pasada, a tenor precisamente del colapso de las alcantarillas, el fango también saltó a la confrontación política entre la Generalitat valenciana y el Gobierno de España. “Llevamos tres días solicitando al Gobierno de España camiones de desatasco de alcantarillado para evitar problemas graves de salud pública. No llegan”, escribió el presidente Carlos Mazón en su cuenta de la red social X. La delegada del Gobierno en la comunidad, Pilar Bernabé, replicó que la solicitud llegó el viernes a las 11.20 y “a la hora” habían movilizado a todas las comunidades autónomas para que enviaran equipos. Fuentes de la Consejería de Medio Ambiente de la Generalitat explican que esta semana ya había 143 camiones trabajando, aunque no concretan si se espera la llegada de más maquinaria.
Problemas en el gran colector que desagua la provincia
Además del desatasco de alcantarillas dentro de los cascos urbanos, los esfuerzos también se centran en despejar las grandes tuberías que conectan los municipios con el colector oeste, la gran infraestructura que recoge las aguas residuales de los pueblos de la comarca de Horta Sud para trasladarlas a las depuradoras a la altura del río Turia. La Generalitat informa asimismo de que se han destinado ya 100 millones en obras urgentes para tratar de desatascar el máximo de tuberías, pero los expertos consultados dan prácticamente por hecho que muchos de los tubos deberán ser directamente sustituidos porque son imposibles de desatascar. La afectación de los colectores también supone un problema para la Albufera valenciana, que está siendo contaminada por toda clase de residuos, incluidos “elementos altamente tóxicos”, según la primera evaluación de daños.
Para los vecinos afectados, convivir con el lodo contaminado es un dolor de cabeza al que no ven un fin cercano. Las mascarillas, los guantes y los monos de protección se han convertido en el nuevo uniforme para muchos de los habitantes de Paiporta, a la que recientemente se ha sumado una nube constante de polvo naranja por el cielo, y un colapso negro por el subsuelo.
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