La apuesta fallida de Susana Díaz
La presidenta andaluza ha basado su estrategia política en la financiación autonómica que Pedro Sánchez ha descartado de un plumazo
Este invierno Susana Díaz apostó fuerte a la carta de la financiación autonómica. Muy fuerte. Durante meses redobló su agenda y se reunió con partidos, sindicatos, patronal, rectores de Universidades y todo aquel que quisiera sumar apoyos para su principal reclamación: Andalucía necesita 4.000 millones más del Estado para tener una financiación justa que mejore servicios básicos como la sanidad o la educación. Y la semana pasada, en solo dos días, Pedro Sánchez ha tumbado su estrategia labrada con mimo al aclarar que la nueva financiación autonómica no llegará antes de 2021. Si es que algún día llega, atascada como está desde 2014.
Tras su fiasco en las elecciones primarias del PSOE hace un año, Susana Díaz transmitió su nuevo mantra: “el susanismo” había muerto. Ella misma zanjaba con ese palabro periodístico su etapa de proyección nacional que no había calado entre los militantes socialistas. Recuperada de la derrota y enterrada su agenda internacional, la presidenta andaluza se replegó en su comunidad y durante meses se empeñó hasta sumar un consenso político casi total -con la excepción de Ciudadanos y la incorporación in extremis del PP, 101 diputados del total de 109- para lograr una voz única que reclamara más dinero para los 8,4 millones de andaluces. En concreto, un cuarto del total de 16.000 millones estimado para todas las regiones.
Su estrategia de confrontación moderada con Mariano Rajoy desaparecía este invierno cuando hablaba de la unidad de España frente al separatismo y solo alcanzaba picos cuando llegaba el tema sensible de los ceros. Y entonces recordaba “el maltrato” al que estaba sometida Andalucía y que la igualdad de todos los españoles, al margen de donde nacieran, se estaba rompiendo. Hasta que hace tres semanas la moción de censura que desbancó a Rajoy trastocó todos los planes trazados.
Al igual que el resto de partidos y Gobiernos autonómicos, nadie en la Junta andaluza había previsto contar con el terremoto político de la sentencia de la Gürtel y un Ejecutivo central supuestamente amigo -mismas siglas, dirigentes enemistados-. Un Gobierno que iba a fichar a la consejera andaluza de Hacienda, María Jesús Montero, para situarla como la ministra con el control de la caja. A priori, el panorama abierto era alentador y la persona que había reclamado con tanto ahínco como Díaz más dinero para el Sur, iba de pronto a decidir si la operación era procedente. Pero Montero guardó silencio.
El reto de coser las heridas
La relación entre Sánchez y Díaz, de acercamientos, distanciamientos y ataques descarnados, provoca la actual desconfianza mutua. Y después de triunfar en las primarias contra Díaz y su apoyo de dirigentes históricos, expresidentes y ex secretarios generales, ahora Sánchez está en una posición de fuerza inédita para dialogar con su exrival. A pesar del paraguas socialista y el mutuo interés en que exista sintonía, las heridas permanecen.
La profecía de "Pedro en La Moncloa y Susana en San Telmo" que este viernes recordó el sanchista y delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez de Celis, en su toma de posesión, se ha cumplido. Y al margen del reequilibrio de ambos Gobiernos, la pugna soterrada en el partido sigue porque quedan nueve meses —o menos— para las elecciones. Marzo de 2019 es la fecha prevista, pero la oposición en bloque apuesta por que Díaz adelantará los comicios para este otoño.
La presidenta andaluza niega con frecuencia esta posibilidad: “Los partidos están todo el día distraídos en los cálculos electorales, en el batiburrillo”, ha afirmado. Y la oposición recuerda que la excusa para forzar las últimas elecciones de 2015 de un día para otro fue la quiebra de la estabilidad en su coalición con Izquierda Unida. Hoy la presidenta andaluza gobierna gracias a un acuerdo de investidura con Ciudadanos. “Susana se tiene que entender con Pedro, sí o sí. La gente pensará ¿no es un Gobierno amigo el de Moncloa? Pues consigue cosas. Pero para eso tienes que crear clima”, reflexiona un veterano dirigente del PSOE andaluz.
Y para las elecciones, Ferraz tiene que ratificar las listas que presentará la dirección regional y es muy posible que quiera forzar la inclusión de cargos afines al sanchismo para que esta corriente, con un 30% de apoyo entre la militancia andaluza y muy escasos cargos relevantes, crezca en Andalucía. Hasta ahora el liderazgo de Díaz ha sido indiscutible y sin sombra de sector crítico, situación que los sanchistas comienzan a horadar.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cambió el paso y aclaró que negociará acuerdos bilaterales con cada comunidad y estos sustituirán a la financiación autonómica global para las 15 comunidades, al margen del País Vasco y Navarra. Los principales perjudicados, los barones socialistas de Andalucía, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Asturias y Baleares reclamaron a Sánchez que diera marcha atrás para avanzar porque dos años dan para mucho, y sobre todo para exigirle que convoque el Consejo de Política Fiscal y Financiera.
“A Sánchez le voy a pedir lo mismo que le pedía a Rajoy. Yo tengo la credibilidad de la coherencia, y todo el mundo sabe que el PSOE andaluz no es franquicia de nadie”, respondió Díaz. Después del tremendo jarro de agua fría, Sánchez ha citado en Moncloa a su antaño enemiga interna el próximo 23 de julio tras Íñigo Urkullu, Quim Torra y Alberto Núñez Feijóo.
Mientras, el nuevo equipo del Ministerio de Hacienda asumió casi desde que tomó posesión que esos 16.000 millones no serían una realidad, y ahora está centrado en la titánica tarea de cuadrar unos Presupuestos en tres meses con solo 85 diputados y que contente al resto de partidos que deben apoyarlos. Fuentes del Ejecutivo de Sánchez admiten: “Quizás el portazo ha sido muy fuerte, pero el 30 de septiembre tenemos que presentar Presupuestos (…) El Gobierno entendió que no hay margen para la financiación autonómica y prima el realismo. Ahora estamos viendo las posibilidades de mejora, con las reglas fiscales que te impone Bruselas”.
La Junta insiste en que no cejará en su empeño, aunque es difícil mantener viva una reclamación cuando el aludido ya ha dicho que no hay nada que negociar. “Cuando te lo crees, a 200 kilómetros/hora no puedes cambiar de marcha”, dicen fuentes de la Junta para justificar que la estrategia no puede variar tras la negativa de Sánchez. El vicepresidente andaluz, Manuel Jiménez Barrios, admite y matiza la estrategia: “No cejaremos en mantener esa reivindicación [de la financiación]. Necesitamos que se aclare el horizonte y somos conscientes de la mayoría frágil que tiene el Gobierno. Será difícil pero habrá que intentarlo”. Un alto cargo del Ejecutivo de Sánchez subraya: "El problema de ella es querer confrontar y el presidente es muy claro, no va a prometer nada que no se puede cumplir".
Al margen de la vuelta “a las concesiones graciosas del Gobierno central y a la financiación a la carta”, la oposición andaluza acusa a la Junta de “parálisis” y critica su escasa iniciativa legislativa. El líder de IU en Andalucía, Antonio Maíllo, censura: “El portazo de Pedro Sánchez le genera debilidad porque aparece una Susana Díaz sin influencia ante el Gobierno central. Eso la debilita porque pasa de reunirse con el Rey, ser la musa de Botín y reina de las eléctricas a no ser escuchada”.
En paralelo, el presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, carga contra Díaz: “El señor Sánchez ha tardado menos de tres semanas en cargarse en pilar que sostenía su legislatura”. El líder de Ciudadanos, Juan Marín, censura el fallo de estrategia de Díaz: “Díaz irá a ver a Sánchez y se traerá cuatro cosas y en septiembre nos enfrentaremos a la realidad”. Teresa Rodríguez, líder de Podemos, aseguró que Díaz no puede “eximirse de ese debate" pues la ministra del Hacienda del Ejecutivo de Pedro Sánchez "no es de Murcia, es de Andalucía".
Susana Díaz tiene por delante el gran reto de reforzar la acción política de su Gobierno y de vender logros y no chascos para mantener intactas sus opciones ante las próximas elecciones autonómicas. Tras 36 años ininterrumpidos de Gobierno socialistas en Andalucía, el PSOE mantiene su poderío (34% según la última encuesta del pasado enero) pero el desgaste es progresivo.
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