Los Reyes inician en Nueva Orleans su primera visita a la América de Trump
Felipe VI y Letizia reivindican en Luisiana y Texas el legado español en la forja de EE UU
Los Reyes Felipe VI y Letizia han llegado la pasada noche, ya madrugada en España, a Nueva Orleans (Luisiana) para iniciar una visita de cinco días a Estados Unidos que culminará el próximo martes con un almuerzo en la Casa Blanca con el presidente Donald Trump y su esposa Melania. En el aeropuerto Louis Armstrong los han recibido la alcaldesa LaToya Cantrell y el gobernador del Estado, John Bell Edwards, así como un grupo de baile ataviado con los disfraces de Mardi Gras (carnaval) y una banda de jazz, dos de los signos de identidad de la ciudad.
Son múltiples las ocasiones en que don Felipe ha visitado Estados Unidos –cuatro veces desde su coronación, de la que el día 19 se cumplen cuatro años, si se incluye su asistencia al Congreso de la Lengua Española en Puerto Rico—, pero es la primera que lo hace bajo el mandato de Trump.
La política proteccionista del nuevo inquilino de la Casa Blanca ha marcado el viaje desde antes de su inicio. El pasado martes, el Departamento de Comercio anunciaba la imposición de aranceles del 34,7% a la aceituna de mesa española. La decisión supone un mazazo para el olivar español, que en 2016 vendió este producto a EE UU por valor más de 60 millones de euros y en el primer trimestre de este año, con aranceles provisionales inferiores a los ahora anunciados, ha visto cómo sus exportaciones se desplomaban más del 40%.
Este contencioso, que afecta al conjunto de la UE al cuestionar las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC), y se suma a los aranceles impuestos por la Administración Trump al aluminio y el acero europeos y la amenaza de ampliarlos al sector de la automoción, estará presente en las conversaciones que mantendrá el Rey con las autoridades estadounidenses, acompañado por el ministro de Exteriores, Josep Borrell.
Aunque el viaje llevaba meses preparándose, la inesperada y exitosa moción de censura de Pedro Sánchez lo han convertido en la primera salida al exterior de Borrell y ha provocado una escena insólita; la de un ministro socialista siendo recibido por el todavía embajador en Washington Pedro Morenés, exministro de Defensa del PP.
Ante una Administración que desprecia olímpicamente a aliados más poderosos, como se comprobó en la reciente cumbre del G-7, la baza del Rey es poner en valor la contribución histórica y cultural de España a la formación de los Estados Unidos.
Siguiendo la ruta marcada en 2015 –cuando visitaron Miami y San Agustín (Florida) y también fueron recibidos en la Casa Blanca, entonces con Obama como anfitrión--, los Reyes acudirán a Nueva Orleans y San Antonio, que este año conmemoran el 300 aniversario de su fundación.
La vinculación de España con la ciudad más importante de Luisiana no es tan conocida, ya que la fundó el francés en Jean –Baptiste Le Mayne en 1718. Sin embargo, durante 41 años, desde que el monarca francés Luis XV la cedió a Carlos III hasta que la recuperó Napoleón para vendérsela a Estados Unidos, perteneció a la Corona española. Uno de sus gobernadores fue Bernardo de Gálvez, quien ayudó decisivamente a la independencia de Estados Unidos y derrotó a los ingleses en la batalla de Baton Rouge (1779), por lo que es el único español con retrato en el Capitolio.
A reivindicar la figura de Gálvez y otros españoles ligados a la historia de Luisiana –como Álvarez de Pineda, Alvar Núñez Cabeza de Vaca o Hernando de Soto, descubridor del Misisipi—se dedica una exposición en el museo del Estado que los reyes visitarán el viernes y que incluye pinturas de Goya, Sorrolla o Zuloaga. Más evidente es la huella española en San Antonio, que Felipe VI y doña Letizia visitarán el domingo, una ciudad fundada por el misionero franciscano Fray Antonio de Olivares y que fue española hasta que en 1821 Texas se convirtió, brevemente, en parte de México antes de su anexión por Estados Unidos.
Aunque mucho más reciente, este año también se cumple el 30 aniversario del convenio de Defensa con Estados Unidos, que en 1988 renovó y actualizó, tras una tensa negociación, el acuerdo militar franquista de 1953. Al amparo de este convenio, con el despliegue de destructores lanzamisiles en Rota (Cádiz) y de una fuerza de reacción rápida de marines en Morón de la Frontera (Sevilla), España se ha convertido en plataforma imprescindible para la proyección del poder militar estadounidense en el Mediterráneo, África y Oriente Medio. Es probable que este argumento resulte más convincente que la contribución cultural e histórica española a la forja de su Nación para un presidente que ha borrado el español de la web de la Casa Blanca y demonizado a los inmigrantes hispanos.
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