Blanco Balín tampoco es Shumway
El considerado gurú financiero de Gürtel niega en el Congreso su relación con la financiación del PP
José Ramón Blanco Balín no es Louis Shumway. El contable que vendió a Al Capone no le llegaba a la suela del zapato. La policía solo consideraba a Shumway el autor de anotaciones en los libros de cuentas. A Blanco Balín, la policía lo tiene por el cerebro de la trama financiera de Gürtel. Y sin embargo, Shumway, siendo tan analógico, alcanzó mayor celebridad en el paradigma de la contabilidad sumergida, si bien Francisco Correa tampoco es Scarface. Este martes, con su afonía, Blanco Balín se ha alejado aún más de cualquier parecido con Shumway.
El exvicepresidente de Repsol en la época de Alfonso Cortina y amigo personal de José María Aznar se ha presentado ante la comisión que investiga la financiación del PP en el Congreso de los Diputados con puntualidad y una carpeta azul celeste bajo el brazo, pero sin mucha intención de colaborar. Tras tomar un café en una esquina de la Sala Cánovas, ha extraído unos folios de la carpeta y ha leído una declaración para prevenir de que no era posible “aportar ningún dato que pueda resultar de utilidad” en una comisión que investiga la financiación del PP porque nunca ha pertenecido al partido ni ha ocupado ningún cargo por su designación.
“Desconozco más allá de lo que recibo en los medios de comunicación cualquier aspecto relativo”, se ha distanciado. “En mi despacho profesional de asesoría fiscal se ha llevado entre 2005 y 2008 la contabilidad de cuatro sociedades vinculadas al denominado grupo Correa, tres de las cuales eran patrimoniales [la otra era de eventos], y por tanto de escasísima actividad, y se han hecho las correspondientes declaraciones tributarias”, ha minimizado. De esa relación con Correa y el número dos de Gürtel, Pablo Crespo, nunca tuvo información de su relación con el PP ni intervino en ninguna reunión ni negociación de los contratos, ha defendido.
El compareciente ha aprovechado para sacar brillo a su oxidada reputación y ha insistido en que jamás ha sido investigado por delitos electorales: “Nunca llegué a conocer que cualquiera de las facturas que se me enviaban para su contabilización fuera falsa o no se correspondiera con la realidad. Si este fuera el caso, yo habría sido el primer engañado por ello”.
Sin embargo, el que la policía considera tejedor de la maraña de las empresas de Correa en paraísos financieros formó parte de los consejos de administración de al menos seis de sus empresas y está acusado de haber participado junto a la trama en diversos contratos para la organización de la visita del papa Benedicto XVI a Valencia en el año 2006, por los que se adjudicó el alquiler de pantallas y megafonía a una sociedad vinculada a Gürtel. Además, la fiscalía pide 11 años de prisión para él por su implicación en la pieza separada relacionada con las irregularidades de la trama Gürtel y el Ayuntamiento madrileño de Boadilla del Monte. También está investigado por los mismos hechos en el municipio de Arganda del Rey.
Pero esas imputaciones, ha asegurado Blanco Balín en su declaración, “obedecen a una incorrecta valoración” de su “actividad profesional como asesor fiscal”. Una tarea que ha desempeñado “de un modo limpio, lícito e intachable”. “Sin que hasta este caso nadie me haya atribuido ninguna irregularidad”, ha ostentado.
Silencios y monosílabos
Después de eso, silencios, monosílabos y un amplio registro de mohines que, sin embargo, no ha puesto en riesgo su compacta expresión de incomodidad. “No voy a contestar”, “de lo que no conozco no voy a declarar”, "no contesto"… Cerrado en banda, solo ha dejado ir respuestas lacónicas, entrecortadas y medidas al extremo. Blanco Balín ha callado sobre si conocía al expresidente valenciano Francisco Camps o a alguno de sus consejeros. Y ha negado toda relación con el supuesto amaño del contrato que realizó Canal 9 con la trama a través de Teconsa con motivo de la visita del Papa a Valencia en 2006. “Nunca he sido consejero de Teconsa ni he recibido ninguna comisión”, ha rechazado.
Con todo, ha reconocido que Orange Market, la filial valenciana de Gürtel de la que formó parte del consejo de administración, daba beneficios. “Me parece que sí”, ha desdeñado, aunque ha refutado haber tenido “ningún ingreso ni retribución” por su condición de accionista de la compañía, cuya actividad estaba siembre a la sombra del PP y las instituciones en las que gobernaba. También ha menospreciado la aportación recibida por la gestión profesional de las sociedades de Correa: “No me han valido la pena las minutas de esas empresas”. En ese sentido, se ha ratificado en la afirmación que hizo en febrero ante la Audiencia Nacional de que de haber sabido lo que conoció en el procedimiento “habría echado de su despacho a esas compañías”.
Respecto a si ha sido “el gurú de Gürtel”, Blanco Balín se ha apresurado a decir que “eso es una afirmación de terceros”. “Podía ser la persona que más nivel profesional podía tener en el momento en que se destapó el caso”, ha justificado, criticando los informes de la policía que lo sugieren, en los que se incluyó que era “íntimo amigo de José María Aznar”. “No sé a cuento de qué tiene que figurar en un informe judicial”, ha reprochado, sin negar esta relación. “Conocía a Aznar porque dimos clases juntos preparando oposiciones”, ha argumentado.
Tras la comparecencia de Blanco Balín, el exgerente del PP madrileño en la etapa de Esperanza Aguirre, Beltrán Gutiérrez, se ha acogido también a su derecho a no declarar, como siguiendo el mismo manual. El exgerente, que fue condenado a ocho meses de cárcel en el caso de las tarjetas black de Caja Madrid, está imputado por la financiación ilegal del partido en los casos Púnica y Lezo. A Beltrán Gutiérrez le fue incautado el pendrive con la caja B y se le atribuyen los cobros de las donaciones que varios empresarios hicieron a Fundescam y que acabaron supuestamente en campañas de Aguirre.
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