Tres jueces anónimos para Puigdemont
Probst, Hohmann y Schiemann asumen un proceso crucial para España
Son tres jueces de un tribunal de un Estado poco poblado del norte de Alemania. Son unos desconocidos para la inmensa mayoría de los alemanes y su nombre dice poco incluso en círculos jurídicos. Puede que sean tres jueces anónimos, pero Martin Probst, Matthias Hohmann y Matthias Schiemann tienen entre manos un proceso crucial para el futuro de Cataluña y el de España: el caso Puigdemont.
La vida de estos tres jueces transcurría con cierta tranquilidad hasta hace menos de tres semanas, cuando a las 11.19 de un domingo de marzo, la policía alemana detuvo a Carles Puigdemont en su jurisdicción. De un día para otro, su juzgado, el Tribunal Superior de Justicia de Schleswig-Holstein se convirtió en el centro de las miradas de media Europa y decenas de periodistas se agolparon día y noche a las puertas de la prisión de Neumünster, en la que ha estado encerrado 12 días Puigdemont. Sobre los jueces de Schleswig-Holstein recaía a partir de entonces la responsabilidad de decidir si el expresidente catalán será entregado a España como pide la euroorden cursada por España, por los delitos de rebelión y malversación.
En su primera resolución preliminar, el tribunal de Schleswig decidió la semana pasada poner en libertad bajo fianza a Puigdemont y descartar el delito de rebelión. El proceso sigue su curso y puede dar todavía muchas vueltas antes de la decisión última.
De los tres jueces poco o muy poco se sabe, debido a su escasísima exposición y notoriedad pública. De los tres, el más conocido es sin duda Martin Probst, el presidente de la sala encargada de tramitar extradiciones y euroórdenes.
En el Ministerio de Justicia regional y en el Tribunal Superior de Justicia en el que trabaja rechazan ofrecer información de la carrera profesional del juez Probst y tampoco de sus compañeros. En la Corte sí detallan sin embargo, que la sala de estos jueces tiene especial responsabilidad sobre las extradiciones. “Todas las extradiciones que se deciden en el Tribunal Superior de Justicia de Schleswig Holstein, se deciden en la sala primera de lo penal”, explica una portavoz del tribunal. En esta corte regional, se analizan una media de 80 casos de euroórdenes cada año, según los datos que ofrece el propio tribunal.
Un 'mediador'
Con gafas y bigote, Probst es un hombre corpulento y con pinta campechana. Nacido en 1958, de él se conoce sobre todo su experiencia y conocimientos en el campo de la mediación, una vía de resolución de conflictos alternativa a la justicia ordinaria, que puede aplicarse a disputas familiares, de negocios, laborales o vecinales, siempre que las partes lo deseen y se lo comuniquen al juez. Su nombre aparece en numerosas ponencias relacionadas con los procesos de mediación. “Quién sabe, igual el pequeño hombre de Schleswig será capaz de rebajar el conflicto entre los separatistas de Barcelona y el Gobierno central de Madrid”, publicaba en tono jocoso esta semana el diario local Schleswiger Nachrichten, en alusión a las supuestas dotes de Probst como mediador.
“En Schleswig es conocido por promover la mediación”, explican fuentes jurídicas de la zona. “Pero en el juzgado, también tiene que lidiar a menudo con extradiciones”, añaden las fuentes. Otro abogado que ha trabajado con él en procesos de extradición sostiene que “es un gran profesional con buena reputación”. Explica el abogado que la aplicación de euroórdenes es corriente en esta zona del norte de Alemania que linda con Dinamarca y que a menudo se trata de delincuentes menores y casos de contrabando de cannabis y otro tipo de drogas.
Especialista en menores
Probst ha publicado manuales de derecho de familia y tutela de menores y en el Ministerio de Justicia de Schlewsig trabajó como especialista en la reforma de la ley de protección del menor. “Es un hombre que siempre está de buen humor y que siempre tiene una palabra amable para todo el mundo”, según publicaba esta semana, el diario local, que se hacía eco de la súbita notoriedad que habían adquirido los jueces del tribunal de Justicia local. El nombre de Probst saltó a la prensa hace un par de años, en relación con la contaminación acústica del cercano aeropuerto de Stylt.
De los dos compañeros que trabajan con él en el análisis de la euroorden, el nombre de Matthias Hohmann (1956), apareció en la prensa nacional a raíz del juicio al llamado “terrorista de Kiel”, la capital de Schleswig-Holstein. Aquel fue un caso de un hombre radicalizado por Internet, de 38 años, acusado de estar vinculado con Al Qaeda y de enviar combatientes y dinero a Irak.
Un coleccionista de 'jukeboxes'
Y por último está Matthias Schiemann (1955), exfiscal en Flensburg, muy cerca del lugar donde la policía detuvo a Puigdemont y donde a juzgar por las noticias del Rotary club local, Schiemann, además de coleccionista de jukeboxes e instrumentos de música antiguos, es un hombre muy activo en la vida social de la comunidad.
A partir de ahora sin embargo, el desembarco del expresidente catalán en Schleswig-Holstein y la crucial batalla jurídica que libra para evitar su entrega a España ha pulverizado el anonimato y la cotidianeidad de los tres jueces de Schleswig, que en las próximas semanas tendrán la penúltima palabra sobre el futuro de Carles Puigdemont.
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