Feijóo, el hombre que salvó a Rajoy
Su estrecha amistad con Marcial Dorado lo dejó al borde del KO
Hubo un tiempo en Galicia en que los cajones de los periódicos guardaban más obituarios de Fraga de los que el propio Fraga podía soportar. Son los mismos cajones de los que van saliendo ahora a cuentagotas estos artículos que ponen a Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, Ourense, 1961) rumbo a Madrid. De este modo la derecha gallega ha estado representada en los últimos 30 años por un gallego que va a morir y un gallego que se va a marchar, la mejor explicación demográfica del país.
Ganas no le faltan a Núñez Feijóo, que sabe que no hay muerte política más rápida que exhibirlas. Cuando se le sugiere, responde con aspavientos y dice una de esas frases que no contradice su ambición: su "compromiso" es Galicia y puede servir a España "como presidente de Galicia", frase reversible porque ni el compromiso ni el servicio cambian desde el Gobierno de España. Desde hace tiempo la carrera de Feijóo se construye con citas, elementos y sutilezas que no le contradigan en caso de que, algún día, compita en Génova por la sucesión. La suya es una imagen política maleable que ha ido adaptándose al paisaje con el tiempo, desde la altivez indisimulada de sus primeros tiempos como una suerte de conseller en cap (el área de Política Territorial y Obras Públicas había sido ocupada por el anterior delfín de Fraga, Xosé Cuiña, y luego por él) hasta mimetizarse con el electorado que da las mayorías absolutas al PP; el que invade de facto enormes áreas de voto nacionalista con aquello que dijo Cuiña, exsecretario general del PPdeG, en el recuerdo: "Nosotros nos situamos al borde de la autodeterminación". Como no están los tiempos para eso, las estrategias electorales de Feijóo han sido aparecerse en los carteles sin rastro del partido, como un ente autónomo sostenido por sus propias siglas.
La carrera inmaculada de Feijóo en Génova empezó salvando en 2009 a Rajoy, acosado por las derrotas, y se tambaleó el día en que Elisa Lois y Xosé Hermida empezaron así una exclusiva en EL PAÍS: "Fueron amigos durante años, y uno acabó al frente del Gobierno gallego y el otro en la cárcel por narcotráfico". Su estrecha amistad con Marcial Dorado en los años de la dolce far niente de Feijóo, cuando Dorado ya era un capo del contrabando de tabaco y Feijóo el número dos de Sanidad protegido por Romay Beccaria, lo dejó al borde del KO, sumido en tal desconcierto que en una rueda de prensa, tras ser preguntado si había viajado con Dorado a Andorra, dijo: "Sólo recuerdo que había mucha nieve". "Alberto aguanta", se hizo correr en la Xunta a las redacciones. No sólo aguantó sino que vendió como éxito en Génova, donde se valora más la impavidez que la audacia, su gestión de la crisis. Hoy sigue donde se colocó hace nueve años, al frente de Galicia y un paso por detrás de Rajoy.
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