1.000 días de los Ayuntamientos del cambio
Los críticos acusan a Manuela Carmena y Ada Colau de ineficaces. Ellas dicen haberse centrado en pequeñas reformas necesarias
Las dos alcaldesas del cambio, Manuela Carmena en Madrid y Ada Colau en Barcelona, cumplen 1000 días al frente de las dos ciudades más importantes de España. Los críticos les acusan de irrelevancia y de ineficacia, de que el cargo les viene grande, a ellas y a su equipo. Ellas responden que su modelo municipal no es el de las obras faraónicas, sino el de la cercanía a los ciudadanos.
Madrid, una política lenta y de pequeñas cosas
“La gente está harta de escuchar, lo que quieren es que se les escuche. Cada mes voy a un distrito, me siento con ellos y me preguntan”. Esa es la síntesis del estilo de Manuela Carmena, explicaba este viernes desayunando en su oficina. “Eso la gente lo valora. Lo que más le preocupa son los problemas individuales, por cosas que les resultan absurdas. Que tardes seis años en dar la licencia de un ascensor y cosas así. La gente quiere sentido común y ser atendidos. Yo intento solucionar las cosas pequeñas. Lo apunto y lo intento arreglar”. Es literal, tiene una persona solo para eso. Saca datos: hasta enero ha recibido personalmente 543 quejas y ha resuelto el 64%. “Había un hambre total de estas cosas”, dice en referencia a los 25 años previos del PP. La pregunta es si, uno a uno, se puede cambiar una ciudad de 3,1 millones de habitantes. Ella cree que sí, con las pequeñas cosas. Pero para oposición y vecinos son demasiado pequeñas.
“Todo va, como poco, tremendamente lento”, se queja Quique Villalobos, presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM), con 100.000 socios. “Queríamos alejarnos de los 25 años del PP, los territorios han sufrido mucho, sobre todo los más pobres, en estado de abandono”. Esperaban un vuelco en cinco campos: reequilibrio territorial, descentralización de competencias, arreglar el grave problema de vivienda, más participación ciudadana y superar “los dispendios faraónicos”. Y no dan buena nota en nada. “No puedes perder en todo. No han pensado a lo grande. Faltaba un proyecto inicial, han seguido las inercias”. El nuevo estilo ha empezado por cambiar la conversación, una de las expresiones usadas en el ayuntamiento, los grandes hechos van a tardar más. Villalobos sí reconoce que ha cambiado es el estilo, la cercanía: “El diálogo con la ciudadanía es brutal”.
Éxito en las cuentas, fracaso en vivienda social
Ecología: Aplicación del protocolo de emergencia. Renovación de la flota de autobuses para que en 2020 sea de bajas emisiones. Se han comprado 668 nuevos autobuses, y ya funcionan 15 eléctricos. Gran Vía y otras calles, peatonalizadas. Se han construido 30 kilómetros de carriles bici en 2016 y 2017. Pero faltan 11 aparcamientos disuasorios.
Hacienda: Los datos del ayuntamiento hablan de un 53% de aumento de la inversión; un 33% en gasto social; una reducción de deuda del 60%. En 2014 había un remanente de tesorería de 369 millones, y en 2017 son 1.108 millones. Aseguran que se ha ejecutado un 87,9% del presupuesto de 2017. El PP sostiene que es un dato maquillado y las inversiones reales son el 33%. El superávit de Ifema se ha multiplicado por diez. El de Mercamadrid ha subido un 15%. Se ha municipalizado la funeraria y Bicimad, aunque se prometió recuperar del sector privado más compañías. Recuperación de patrimonio de fincas para hacer parques.
Políticas sociales: Se prometieron 4.200 pisos sociales y se están haciendo 2.500, pero no estarán terminados este mandato. La lista de espera es de 20.000 personas. Las escuelas infantiles municipales han bajado el precio entre un 7% y un 78%, en función de la renta de la unidad familiar. Se abrirán 13 más en enero de 2019. Un fondo de reequilibrio territorial invierte 35 millones al año en barrios, pero los planes de equipamiento aún deben llegar.
Participación: La gran iniciativa fue la consulta para reformar Plaza de España en 2017. Costó 1,1 millones y votaron 212.000 personas. Se reservan 100 millones de presupuestos participativos y las propuestas deben superar el 1% del censo. La oposición denuncia que casi nunca lo hace.
El concejal de Hacienda, Jorge García Castaño, replica: “Entre abrir pocos temas en profundidad o muchos pendientes tras 25 años de PP, elegimos esto. Los tenemos encarrilado, pero con distintos plazos. Encontramos una ciudad sin inversión de reposición desde 2008. Hemos subido un 33% el gasto social, doblado el gasto en escuelas, asfalto... Haremos 13 escuelas infantiles sin ser competentes, y la Comunidad, cero. También 2.500 viviendas sociales, ahora en obras o licitadas. La Comunidad, competente, cero”. Aunque no se terminen este mandato. También lamenta la falta de personal, que no pueden remediar por la regla de gasto. En contratación o en la dirección general de vías públicas para toda la transformación de la ciudad, dice el concejal, hay siete u ocho arquitectos. “Falta mucha gente de proyectos técnicos de obras, zonas verdes, equipamientos, que elabore expedientes, licitaciones… y policía municipal”. En cuanto a las acusaciones de inexperiencia, zanja: “Los que tenían experiencia dejaron el ayuntamiento con un plazo de pagos a proveedores de 365 días, ahora son nueve”.
“Yo misma no sabía que todo era tan lento, me he ido llevando unos disgustos importantes”, confiesa la alcaldesa. “Es imposible hacer una contratación de un edificio en menos de 22 meses. Y una obra, un año o año y medio". Ahora bien, este último año es el decisivo para ver frutos. Los alcaldes suelen dejar su huella, como Ruiz-Gallardón y el soterramiento de la M-30, inciden en el mapa de la ciudad, aunque la endeuden. Este ayuntamiento renuncia por principio a los proyectos faraónicos, esperan que la gente lo entienda. El emblema será la peatonalización de la Gran Vía y, más a largo plazo, un cambio de mentalidad para afrontar la contaminación. Carmena ha roto el tabú de aplicar el protocolo de emergencia y prohibir los coches en el centro. Aunque aún debe construir once aparcamientos disuasorios.
Prometen que se van a ver por fin avances en escuelas (13 a fin de año), zonas verdes, un despliegue de inversiones en barrios periféricos, “si no este año, el siguiente o el siguiente”. Es decir, piden otros cuatro años, un voto de confianza. La portavoz municipal, Rita Maestre, confía en el efecto de muchas medidas que no se ven tanto: “Todos los precios de los servicios públicos han bajado, lo sabe cualquier usuario: deportes, piscinas, escuelas, escuelas de música, centros de mayores, cultura, los conciertos de verano del PP costaban una media de 30 euros, ahora el 95% de la programación es gratis”. También confía en la onda expansiva del Fondo de Reequilibrio Territorial para los barrios, 35 millones al año: "Antes no existían cosas como estas, una política pública clara contra desigualdades en la ciudad. El PP niega la desigualdad. Pero hay una diferencia 8-9 años en esperanza de vida en norte sur de la ciudad".
El PSOE, que apoyó a Carmena en la investidura y presupuestos, comparte muchas de sus políticas pero, apunta su portavoz, Purificación Causapié, “el problema es la incapacidad para gestionarlas en el tiempo adecuado”. “El cambio de izquierdas que ansiaba la ciudad está por venir. Debían estar ya inaugurando polideportivos, escuelas”. El PP, primer partido de la oposición con un escaño más que Ahora Madrid, es mucho más cáustico. Acaba de presentar un informe de 31 páginas de balance de estos mil días, demoledor, titulado No se puede. Hablan de una lista interminable de promesas incumplidas y un “abandono de los servicios básicos de la ciudad”. “Vinieron a resolver la emergencia social y la única emergencia que han resuelto es la suya”, acusa su portavoz municipal, José Luis Martínez-Almeida.
Carmena confía en sus gestos. Renunció a gastos de representación, va a trabajar en metro, el ayuntamiento devuelve regalos y jamones. La alcaldesa cocina para las visitas, a veces para veinte. Se lo trae de casa hecho. Este viernes, espaghetis con gambas para dos. En lo simbólico, su mayor choque es con la aplicación de la memoria histórica y las “ocurrencias” que le echan en cara sus adversarios. Pero los más críticos, además del PP, son colectivos afines, parte de la izquierda activista. Los suyos, en resumen. El mensaje es: nos ha traicionado.La Plataforma de Remunicipalización de Servicios Públicos es severa: “Ha habido una continuidad de la política privatizadora”. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Madrid, parecido: “Esperábamos mucho, pero la situación es similar, tenemos 25 desahucios al día. Es más, ha empeorado con el alquiler. Salvo algunas decisiones valientes, como parar la venta de viviendas de Ana Botella a fondos buitre, no hemos visto cambios estructurales”.
Hay otra paradoja: este ayuntamiento quizá decepciona militantes, pero puede haber sorprendido a quienes les temían, porque exhibe solvencia económica. Elimina deuda al ritmo de mil millones al año. En 2015 era de 5.637 millones y en 2018 será de 2.366. Aunque lo han hecho sin querer: no era el plan. Han amortizado deuda, obligados, con el superávit, lo que no gastaban. Por otro lado la ciudad no se ha caído, como anunciaban los agoreros. El World Pride fue un éxito de gestión en 2017.
Carmena se ha demostrado hábil y dialogante para desatascar proyectos urbanísticos, aunque el mayor, la Operación Chamartín, sigue en el aire. “Esto de los lobbies está mitificado, siempre hay intereses, pero en líneas generales todos los grupos de presión asumen que hay que planificar para todos, es fácil llegar a acuerdos”. Es otra clave de Carmena: no tiene partido y ha actuado con independencia, votando a veces contra su propia formación. Para Ahora Madrid puede haber sido un problema -con agudas tensiones internas-, pero la alcaldesa ha gobernado para más madrileños. En las encuestas es bien valorada. La gente votó contra Esperanza Aguirre, contra un estilo, contra unos gestos, y porque quería otros. Los ha tenido. Se da por hecho que Carmena volverá a presentarse. Esperando que la gente recuerde las cosas pequeñas, aunque muchas no las vea.
Barcelona, atrapada en el 'procés'
Hablando en su despacho, este miércoles, Ada Colau piensa en su mayor remordimiento estos tres años: “Me hubiera gustado hacer más acuerdos políticos, que no nos hubiera afectado tanto el contexto político catalán. No me acostumbro, no me resigno, a que la lucha de partidos sea más importante que la ciudad. Que en privado te digan una cosa, que están de acuerdo contigo, pero luego escenifiquen otra”. Se la ve quemada por el procés, deseando hablar de cosas de la ciudad, pero el asunto se cuela por todas partes. Ella misma lo metió en el ayuntamiento al ceder ocho locales para el 1-0 y luego romper con el PSC en noviembre, por su apoyo al 155. Una parte de la ciudad le acusa de seguir siendo activista pese a su rango institucional, le reprocha que desautorizara a su propia policía contra los manteros, tenga en el balcón el lazo amarillo por los independentistas encarcelados y plantara al Rey en el Mobile Congress. El procés también ha significado dos elecciones en tres años que paran la gestión. La Generalitat tiene la mayoría en cuatro consorcios clave -Salud, Educación, Vivienda, Servicios Sociales-. Y ahora, el 155. “Aun así, estamos consiguiendo los objetivos principales, el cambio de agenda política. No es tan rápido como creíamos, y a la gente le cuesta entender que las cosas tarden”, asegura.
Enumera logros: multiplicar por cuatro el presupuesto de vivienda, duplicar el gasto social, ser “referente en Europa” contra la pobreza energética y en transparencia, diez escuelas infantiles, dentista para los más pobres, el mayor operador energético público de España… “Lo más difícil fue al principio, como si hubiera llegado el caos. Pusieron el grito en el cielo por regular el turismo, que íbamos a paralizar la economía. Ya nadie cuestiona eso”.
Freno al impacto turístico, atasco en el tranvía de la Diagonal
Vivienda: Era una de las prioridades y hay 66 promociones en fase ejecutiva de 4.400 viviendas, pero al final del mandato solo estarán listas 900. El ayuntamiento afirma que es una cifra en la media histórica, pero el PSC hizo 4.000 en una legislatura. Y el equipo de Colau matiza: entonces solo el 35% fueron de promoción municipal, y el resto, con operadores públicos y privados. En 2019 empezará una gran operación metropolitana de otras 4.500. En la lucha contra los desahucios se creó una oficina de mediación con los juzgados, pero sigue habiendo entre 50 y 80 al día, escapa a sus competencias. Se han dado 24 millones de euros a 9.000 personas como ayuda de alquiler al año, frente a los 10 millones a 5.000 vecinos del pasado. Se está haciendo un censo de viviendas vacías de los bancos y se recuperarán 1.100 al final del mandato.
Ecología: La ciudad ha ganado 48.000 metros cuadrados de espacio público. Sin embargo las llamadas superislas peatonales solo se han probado fuera del centro. Este año llegarán a más barrios. Los 100 kilómetros de carril bici se quieren subir a 300, pero están en 200.
Turismo: Se pararon 33 hoteles en julio de 2015 como medida de choque. Se ha negociado con el puerto reducir de nueve a siete las terminales de cruceros previstas. Se han limitado a 10.000 los pisos de Airbnb, no se dan más licencias y el cuerpo de inspectores ha pasado de 12 a 110. Han multado a la compañía con hasta 6000.000 euros y se han impuesto 4.000 sanciones a particulares.
Grandes obras: ha extendido el metro a la Zona Franca y ha retomado el túnel de plaza de Glories, pero el proyecto estrella, el tranvía de la Diagonal, está bloqueado por la oposición.
Cuentas: Según datos del ayuntamiento, tiene superávit de 1,3 millones, la ejecución presupuestaria es del 96% y uno de cada tres euros va a políticas sociales. El plan de choque en barrios prevé 150 millones en 10 años.
El choque con la ciudad y sus inercias al final ha sido más fuerte que en Madrid, aunque Carmena fue recibida peor. La patronal catalana, Foment de Traball, hace un balance de reproche: “Estos años ha habido un exceso de marketing para no mostrar un gobierno municipal a favor de la actividad económica ni del diálogo con las empresas, y eso no puede ser así. Más allá de las cuestiones partidistas, debe ser básico para mantener el nombre de Barcelona”.
Tras un primer año en solitario, en 2016 la alianza con el PSC durante 18 meses facilitó el aterrizaje. En un movimiento hábil, Coalu fichó a Jordi Martí, veterano socialista, como gerente. El protavoz del PSC, Jaume Collboni, vio los roces desde dentro: “No puedes poner el contador a cero, decir que antes todo se ha hecho mal. Pararon políticas estratégicas a medio plazo, para repensar todo. Tenían errores de prejuicio, con grandes empresas, grandes eventos. Han rectificado, pero les pasa factura. No ha habido transformaciones relevantes por falta de diálogo”. Él no ve cambios. ¿Desigualdad? "El plan de barrios se ha ejecutado solo al 3%”. Apunta que el PSC hizo 4.000 viviendas sociales en un mandato. Colau prevé acabar 900, más 3.500 en marcha. Su equipo replica a los socialistas que en aquella etapa solo el 35% fue de promoción municipal, y en el pasado solo la mitad era destinada al alquiler, mientras ahora es el 80%.
Para el portavoz del PDeCAT, Jaume Ciurana, “sus grandes promesas son cuatro fracasos: vivienda, participación, políticas sociales y turismo”. “¿Qué no tienen tantos instrumentos? Tal vez tengan razón, pero entonces también la tenía Trias, el anterior alcalde, no era solo voluntad política. Uno tiene que llegar a las instituciones sabiendo que la vida es compleja. Lo peor es que este parón se notará en los próximos años”, advierte.
La vivienda es con lo que más atacan a Colau. Era una de sus prioridades, por eso fichó a Javier Burón, experto del Gobierno vasco, que se explica: “Estamos haciendo más viviendas que nunca y con un punto de partida distinto. España es una rareza en Europa, donde el mercado público de alquiler es muy fuerte, hasta un tercio en Viena o Amsterdam, y aquí, el 1%. España ha dado un salto en 30 años en sanidad y educación, pero la vivienda se ha dejado al mercado. En otros países se invierte el 1,5% del PIB. Aquí, el 0,056%. Tenemos cuatro años y probamos todo: construir, comprar, rehabilitar, recuperar vivienda vacía, ayudas. Haremos 4.400 viviendas hasta 2021. Y en 2019, una gran operación metropolitana de otras 4.500”.
Parte de la nueva agenda está en manos de Janet Sanz, concejal de Ecología, Urbanismo y Movilidad, que esgrime datos: "Hemos ganado al tráfico 48.000 metros cuadrados de espacio público. En turismo, si no es por el parón a los hoteles no sé cómo estaríamos hoy. Hemos frenado a Airbnb con multas de 600.000 euros, no se dan más licencias. Hay el doble de kilómetros de carril bici, de 100 a 200”. La Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible (ABTS) es escéptica: “Obviamente ha habido un cambio, pero se han quedado cortos. Son menos progresistas, menos atrevidos. No frenan el impacto del turismo, sigue quemando ciudad”.
Otro colectivo ciudadano crítico con Colau es la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), de donde salió la propia alcaldesa. Reconocen los esfuerzos, valoran la puesta en marcha de una agencia de mediación con los juzgados y servicios que no existían. "Pero el censo de viviendas vacías va muy lento, y es una herramienta fundamental", lamenta Lucía Delgado, de la PAH. Colau asume las críticas de las sociedad civil, que tenía tantas esperanzas en ella: "Entiendo que conmigo sean más exigentes. Hay que responder con honestidad y explicar, y que juzgue la ciudadanía".
Respecto a uno de los grandes temores, la solvencia, el gerente de Hacienda, Jordi Ayala, otro fichaje, presume de buenos números: “Hemos demostrado no solo que sabemos gestionar el dinero, sino hacerlo mejor. Tenemos estabilidad presupuestaria. Un 96% de ejecución de presupuesto. De cada tres euros, uno va a gasto social”.Han doblado el personal de inspección tributaria para grandes empresas y repartido las inversiones. En la lista de las diez primeras la mayor es de 12 millones. "Hemos aplicado un cambio de paradigma en contratación, con criterios sociales y para que entren más pequeñas empresas". Asegura que en la PIMEC (patronal de pequeñas empresas) están encantados con ellos. Y tienen todas las facturas colgadas en una web.
“Espero que la gente vea el cambio de prioridades”, dice Colau, aunque no haya un legado al estilo clásico: “Nuestro modelo no es la obra faraónica, sino intervenciones en muchos barrios, demandas históricas desatendidas”. Cita la extensión del metro a La Marina o la recuperación de la cárcel Modelo, aunque los paga la Generalitat. El mercado de Sant Antoni, gran obra que se inaugurará ahora, es un proyecto de hace diez años. Lo cierto es que había un emblema, el tranvía de la Diagonal, pero está bloqueado por la oposición... por el procés.
El vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), Albert Recio, lo ve con filosofía. “Llevo años en esto y sé que cualquier reivindicación son diez años, mínimo. Prometieron demasiado. Han hecho un esfuerzo de cambio, aunque limitado, y hacía falta. La última legislatura de CiU fue brutal. Privatizaron todo, abandonaron los barrios, pararon la inversión. Su mayor legado fue cambiar las baldosas de Paseo de Gracia”.
La gran pregunta es cuántos barceloneses votarán pensando solo en la gestión de Ada Colau o en su papel en el procés. En las autonómicas en el Raval o Nou Barris, áreas populares, ganó Ciudadanos. Ella lo sabe: “Depende de cuando lleguen las municipales, si está pasando algo que inflama todo o hay tranquilidad”.
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