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Puigdemont aún ve posible su investidura presencial

El expresidente critica que el Gobierno le haya impedido el acceso a la oficina que tiene la Generalitat en Bruselas, en donde se iba a reunir con Torrent

Carles Puigdemont durante su reunión con Roger Torrent.Vídeo: DELMI ÁLVAREZ | QUALITY
Álvaro Sánchez

Los caminos de Puigdemont hacia la presidencia de la Generalitat aparecen bloqueados. La investidura presencial aboca al expresident a la detención nada más pisar España. La telemática a distancia, ya ha sido rechazada por los letrados del Parlament. Ajeno a esas dificultades, con el reloj corriendo hacia la fecha límite del 31 de enero, Puigdemont ha mantenido este miércoles todas las puertas abiertas a la salida de la reunión con el nuevo presidente del Parlament, Roger Torrent, desplazado hasta Bruselas para entrevistarse con él. "La investidura ideal es la presencial", dijo Puigdemont. "Pero hay otros caminos y no descartamos ninguno", afirmó sin concretar cuáles.

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El encuentro, en el que también han participado los cuatros exconsejeros huidos a Bélgica, ha durado algo más de una hora, y se ha celebrado de forma improvisada en la sede de la European Free Alliance, una organización de partidos europeos afines al nacionalismo. Inicialmente estaba previsto que se vieran en la delegación de la Generalitat en Bruselas, pero el Gobierno español, a cargo de dicha sede desde que aplicó el artículo 155, prohibió que la reunión se celebrase en sus instalaciones y ordenó su cierre temporal durante la jornada de este miércoles. "En Bruselas existen unas 300 delegaciones regionales, pero hoy la única cerrada es la de Cataluña por causas injustificables que vulneran la Constitución y la carta de Derechos Humanos", se ha quejado el expresidente autonómico. "Vamos a estudiar las consecuencias legales, no solo en el marco jurídico español, sino en el belga", advirtió Torrent.

Para el presidente del Parlament, la opción de que Puigdemont acuda personalmente a la sesión de investidura sigue viva. "Puigdemont no me ha descartado la posibilidad de asistir", explicó. Torrent ha eludido comentar la aparición de un candidato alternativo, adjudicándose a sí mismo el rol de mera correa de transmisión de los deseos de la Cámara que preside. "Insisto. Mi papel es plantear este debate de investidura con el candidato que quiere la mayoría del Parlament, que es el president Puigdemont". Acerca de la posibilidad de que los cuatro diputados que le acompañan en Bélgica renuncien a su acta de diputado tal y como ha hecho Joaquím Forn desde prisión, Puigdemont pidió paciencia. "Tenemos tiempo para tomar muchas decisiones de aquí a la investidura. El día límite es el 31. Hay que ir paso a paso".

Puigdemont y Torrent comparecieron por separado —primero el presidente del Parlament, después el expresidente catalán— poco después de la una de la tarde. Antes de su viaje, la oposición en el Parlament criticó que Torrent dedicara fondos públicos para viajar a Bruselas a ver a un político huido de la justicia, por lo que finalmente decidió sufragarlo de su propio bolsillo. "He asumido los gastos de este viaje porque no quiero contribuir a generar un debate donde no lo hay. El debate importante es por qué tengo que venir a Bruselas a ver a la primera autoridad del país y no lo puedo hacer en Barcelona". Torrent, que ha dado categorÍa de viaje institucional a su visita al expresident en Bruselas, ha preferido el contacto cara a cara, rehusando así utilizar una de las múltiples plataformas digitales a su alcance para comunicarse con Puigdemont. Unas herramientas que el propio Puigdemont sí ve en cambio suficientes para ser investido a distancia.

Ambos políticos han insistido en la necesidad de terminar con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que suspendió el autogobierno en Cataluña. "Creo que hace falta desterrar el 155 de nuestras instituciones. Necesitamos un Gobierno que ponga fin a la paralización del 155", ha dicho Torrent.

Preguntado por los controles puestos en marcha por el Gobierno español para vigilar su eventual llegada a Cataluña de incógnito —"Vamos a procurar que no pueda entrar ni en el maletero del coche”, aseguró el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido— Puigdemont se mostró irónico y aludió a la corrupción. "Ojalá hubieran puesto tanto empeño en controlar las fronteras cuando sus amigos se beneficiaron de la fuga de capitales". El expresidente pidió al Gobierno español más rigor y seny. Y juzgó de esperpento tanto el cierre de la delegación de la Generalitat en Bruselas, la única de las nueve de que disponía la Generalitat que el Gobierno mantiene abierta, como los argumentos que llevaron al juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, a no presentar una nueva euroorden ante su marcha a Copenhague, en los que explicaba que no buscaron su detención porque el propio Puigdemont quiso forzar su arresto.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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