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El refugio blindado de Puigdemont

El expresidente de la Generalitat y sus consejeros viven en Bélgica protegidos por autoridades locales y por un grupo reducido de personas

FOTO: Puigdemont durante un paseo por Brujas, junto al candidato a la alcaldía de la ciudad belga, el pasado 25 de noviembre. / VÍDEO: Mensaje de campaña de Puigdemont desde Bruselas de este sábado.Foto: atlas | Vídeo: Delmi Alvarez / atlas
Cristian Segura
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Josep Maria Matamala no se separa de Carles Puigdemont. Jami, como le conocen sus allegados, es empresario, miembro fundador de la extinta CDC en Girona y amigo íntimo del expresidente de la Generalitat. Lo dejó todo para estar con Puigdemont en lo que consideran un exilio. Jami es la sombra del líder independentista: de porte imponente y taciturno, Matamala coordina en Bélgica los movimientos de su amigo, unos metros por delante, supervisando lo que sucede a su alrededor, siempre alerta pero fuera del escenario. El 2 de noviembre, a la misma hora que la Audiencia Nacional convocaba a Puigdemont para declarar, el expresidentse encontraba en una cafetería próxima al Parlamento Europeo conversando a solas con Matamala.

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Carles Puigdemont’s life in his Belgian refuge

Matamala es uno de las pocas personas que forman el núcleo duro de Puigdemont. El objetivo es difundir su propaganda y al mismo tiempo mantener sus movimientos fuera de los focos. El servicio de comunicación de la llamada “Oficina del Gobierno legítimo de Cataluña” mantiene informados de sus actos públicos a una selección de medios de comunicación —EL PAÍS no está entre ellos—. Puigdemont justificó así este hermetismo en una entrevista al diario digital El Nacional: “Hay una legión de periodistas españoles que va como locos para saber qué hago, y si no lo saben, se lo inventan”. Ramon Tremosa, eurodiputado del PDeCAT y uno de las personas más cercanas a Puigdemont en Bélgica, explica que la preocupación por su seguridad es máxima. “Preocupación por su seguridad física y jurídica”, añade el asistente de Tremosa, Aleix Sarri. Puigdemont da como ejemplo el hostigamiento que, según él, ha sufrido por parte de las cámaras de La Sexta. Antena 3 también peinó el 14 de noviembre el municipio de Uccle —comuna de Bruselas—, retransmitiéndolo en directo, porque tenían información de que Puigdemont residía allí.

Las filtraciones sobre los lugares en los que supuestamente que viven son constantes. Tras unas semanas de nomadismo, el expresident y los cuatro exconsejeros huidos ya se han establecido cada uno en su propia residencia y con fuertes medidas de protección para evitar que su domicilio se haga público. Solo es oficial que el exconsejero de Sanidad Toni Comín vive en Lovaina y que sus paseos por el centro son habituales, como confirman tres estudiantes catalanas de Educación Social preguntadas en el bar Fiere Margriet de esta ciudad flamenca: “Nos hemos hecho fotos con él y le saludamos si nos lo cruzamos”.

Tras semanas de nomadismo, se ha establecido en un lugar no desvelado

Las apariciones públicas del expresidente y de los exconsejeros huidos —Comín, Clara Ponsatí, Meritxell Serret y Lluís Puig— siempre son en ubicaciones distintas y se anuncian con pocas horas de antelación. Sucedió así con la rueda de prensa del pasado miércoles para comentar la retirada de la euroorden de arresto por parte del Tribunal Supremo. La comparecencia, ante cien periodistas y una veintena de cámaras de televisión, se celebró en el hotel President Park de Bruselas, de la cadena Husa —propiedad de la familia Gaspart—. Por la tarde, en el mismo salón de la rueda de prensa, Junts Per Catalunya, la lista electoral encabezada por Puigdemont, celebró un mitin con seguidores llegados de Cataluña para la manifestación del jueves. Entre la rueda de prensa y el acto electoral de la tarde se dejaron ver por el President Park las personas clave en el entorno del expresident, como su abogado Paul Bekaert, que pasó el día en el hotel.

Mossos con días libres

Varios mossos, de vacaciones, se ocupan de la seguridad

Puigdemont estuvo en todo momento escoltado por Matamala y por agentes de los Mossos de Esquadra que oficialmente está de vacaciones para estar en Bélgica con el expresidente. Uno de los agentes es Lluís Escola Miquel, el policía que ayudó a Puigdemont a salir de España en dirección a Bélgica. Otro nombre clave es Joan Maria Piqué, su coordinador de comunicación y protector ante la insistencia de los medios. Piqué fue jefe de prensa de Artur Mas durante su presidencia y es conocido por su trato contundente con los periodistas. Fuentes del PDeCAT aseguran que Piqué ha vuelto a la primera linea apadrinado por Elsa Artadi, la directora de campaña de Junts per Catalunya: “El inicio de la estancia en Bélgica fue un lío y era necesario alguien que pusiera orden”. La comunicación de Comín y Serret corre a cargo de ERC. Ni unos ni otros quieren explicar quién lleva las relaciones públicas desde Barcelona de esta Oficina del Gobierno Legítimo de Cataluña; el único nombre que citan responsables de comunicación de Junts Per Catalunya es el periodista Jordi Finestres, que en 2017 trabajó en el Departamento de la Presidencia de Generalitat como director del servicio de atención ciudadana.

Un ejemplo de la desinformación para evitar atención mediática indeseada se produjo el miércoles: tras la rueda de prensa en el President Park, el servicio de comunicación de Puigdemont aseguró a EL PAÍS que todavía no se conocía el lugar del mitin vespertino pese a que se celebró en el mismo hotel y que fue acompañado por una cena, en sus mismas instalaciones, para recaudar fondos. Uno de los asistentes explicó que pagó 500 euros para compartir mesa con Puigdemont y Mas. En la entrada de la sala del banquete, Francesc Sánchez, abogado y exdirigente de CDC, supervisaba la lista de invitados. Sánchez dijo a este periódico desconocer cuánto tenían que pagar los asistentes.

Los detalles de la financiación de la estancia en Bélgica son una incógnita

La seguridad de Puigdemont y de los exconsejeros corre a cargo del Centro de Crisis del Ministerio del Interior belga. La presencia de agentes locales es habitual en las comparecencias de Puigdemont. Un portavoz del Centro de Crisis confirma que este organismo es responsable de “garantizar anualmente la seguridad de 3.000 personalidades extranjeras, como presidentes, ministros etcétera”. “El Centro de Crisis”, añade su portavoz, “también es responsable de la coordinación de las medidas de seguridad para el señor Puigdemont y los otros ministros del Gobierno catalán”.

Un apoyo clave en el blindaje del grupo de Puigdemont es el partido Nueva Alianza Flamenca (N-VA). El presidente del N-VA, Bart De Wever, es alcalde de Amberes. En 2016 recibió a Puigdemont, que firmó el libro de honor de la ciudad. De Wever publicó en inglés este noviembre un ensayo sobre la evolución del nacionalismo flamenco, lleno de paralelismos evidentes con la historia del nacionalismo catalán. El N-VA explicó que la edición en inglés respondía a que “los acontecimientos en Cataluña han llevado la autodeterminación y el nacionalismo a la primera línea del debate político”. Mark Demesmaeker es eurodiputado del N-VA y uno de los dirigentes del nacionalismo flamenco que más contacto ha mantenido con Puigdemont. Su despacho en el Parlamento Europeo está decorado con carteles favorables a la excarcelación de los líderes independentistas, una bandera de Euskadi, un retrato del mito del nacionalismo irlandés Michael Collins y banderas tibetanas. El eurodiputado valora que la elección de Puigdemont para trasladarse a Bruselas no solo fue por ser el centro neurálgico de la política europea, “también porque tiene amigos políticos”. “Los flamencos simpatizamos con los oprimidos porque durante siglos hemos sido una nación ocupada”, afirma.

Nueva Alianza Flamenca niega aportarles ni dinero ni vivienda

Demesmaeker confirma que el N-VA da apoyo logístico y de organización al grupo de Puigdemont cuando lo requiere. Un ejemplo fue la presentación el 25 de noviembre de los candidatos de Junts Per Catalunya en un hotel cercano a Brujas. Demesmaeker detalla que Pol Van Den Driessche, senador de su partido, ayudó a seleccionar el lugar y también acompañó a los candidatos en su desfile fotográfico por Brujas. Demesmaeker y Tremosa son valedores de un grupo de 26 eurodiputados que dan apoyo a Puigdemont y que almorzaron con él hace diez días en el Hotel Leopold. “Cada uno se pagó lo suyo”, dice Demesmaeker.

Los detalles de la financiación de la estancia en Bélgica de los cinco políticos huidos son una incógnita y el N-VA niega aportarles ni dinero ni vivienda ni transporte.

Martes, reunión de Govern

Los exconsejeros hacen vidas aparte aunque todos se reúnen en actos públicos y también los martes, cuando celebran un consejo del “gobierno legítimo” —los martes son los días de reunión del ejecutivo de la Generalitat—. El lugar de este consejo se mantiene en secreto. Además de este consejo de ejecutivo alternativo, los exconsejeros desarrollan una agenda vinculada a lo que fueron sus cargos: Comín se reunió el 2 de diciembre con Jordi Cruz, presidente del sindicato Médicos de Cataluña; Serret, que fue consejera de Agricultura, visitó la feria Agribex apadrinada por Hendrik Vandamme, presidente del sindicato de payes flamenco ABS. Serret difundió una foto charlando con los ministros de Agricultura de Valonia y de Flandes. Ambos matizaron a la prensa que no concertaron encuentro alguno con Serret y que fue ella que se les acercó en el stand de ABS. Lluís Puig, exconsejero de Cultura, recibe a numerosas entidades catalanas e incluso participó el 25 de noviembre por videoconferencia en la inauguración de una exposición del Museo de Arte Girona —gestionado por la Generalitat— dedicada a la pintora Olga Sacharoff.

Hay espacios que son habituales lugares de recepción de las visitas catalanas, como el Casal Catalán de Bruselas o la sede de la European Free Alliance, grupo de partidos nacionalistas europeos del que son miembros N-VA y ERC. Las entrevistas con periodistas también siguen una ruta fija. Puigdemont ha atendido a varios medios y a grupos que lo visitan en el Hotel Vintage de Bruselas. Es un hotel discreto, pequeño y moderno colindante al Palacio de Justicia, donde el expresidente y su equipo han tenido que comparecer. Puigdemont también ha atendido a medios en el parque Tervueren de Bruselas. Uno de los anuncios electorales de Junts Per Catalunya ha sido filmado en estos jardines que, explica Puigdemont, le recuerda al otoño en el parque de la Devesa de Girona. En Lovaina, tanto Comín como Puigdemont han mantenido encuentros, sobre todo en la biblioteca de la Universidad Católica de Lovaina. También en esta ciudad hicieron pública la cena en casa del dirigente del N-VA Lorin Parys.

Personas conocedoras de la rutina en Bélgica de los antiguos miembros del Govern explican que sus movimientos fuera de Bruselas se centran sobre todo en regiones de hegemonía flamenca: “Preservan la discreción porque hay una sintonía con la sociedad flamenca”. Demersmaeker opina que puede haber más simpatía en Flandes por Puigdemont pero está convencido de que si el expresidente goza “de este tipo de asilo, de acogida, es porque los belgas en su conjunto creen que se les quiere encarcelar por sus ideas, y esto no puede suceder en Europa”.

Pese a que una de las razones de la huida a Bruselas era su condición de capital comunitaria, Puigdemont no ha accedido en sus seis semanas en Bélgica a los edificios de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo. La oposición de las instituciones comunitarias al independentismo unilateral le ha cerrado puertas. El Parlamento Europeo tiene además condición de territorio internacional, fuera de la de soberanía belga. Mientras estuvo la euroorden de extradición en vigor, Puigdemont no podía salir de territorio belga. Ahora que la euroorden se ha retirado, su próximo paso, de la mano de sus eurodiputados y sus socios nacionalistas europeos, puede ser llevar su cruzada también a los auditorios del órgano legislativo de la UE.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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