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La montaña rusa del ‘procés’ en una sola pareja

Gloria Jurado es politóloga e independentista. Alejandro Rodríguez, licenciado en Derecho y concejal del PP. Son pareja, residen en Terrassa, y han vivido juntos estas semanas difíciles

Pilar Álvarez
Alejandro Rodriguez, del PP y Gloria Jurado Gomez, independentista, son pareja y viven en Terrassa (Barcelona).
Alejandro Rodriguez, del PP y Gloria Jurado Gomez, independentista, son pareja y viven en Terrassa (Barcelona).Cristóbal Castro

Cuando descubrió la foto, Gloria Jurado mandó un mensaje a sus amigos: “Mierda, voy al máster con un tío del PP”. Ella, catalana independentista, vio la imagen de él con una bandera de España, a la que confiesa que le tiene alergia. Él es Alejandro Rodríguez, concejal del PP en Terrassa y defensor de la unidad de España. Se cruzaron en un máster de Política y comenzaron a discutir con argumentos, una sana costumbre que siguen practicando cinco años después. De amigos pasaron a convertirse en una pareja poco convencional que ha vivido junta y con preocupación las semanas más difíciles de la historia reciente de Cataluña y España.

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Horas después de que ambos charlaran con EL PAÍS, la juez Lamela decretó prisión provisional para Junqueras y siete exconsellers. También dimitió, como rechazo a la aplicación del 155, Jordi Ballart (PSC), el alcalde de Terrassa. Es el municipio de Barcelona (215.000 habitantes) donde residen ambos y donde Rodríguez ejerce como concejal de la oposición. “Lo hemos vivido con mucha tensión, pero no entre nosotros. Estamos acostumbrados a discutir de política”, asegura él. “Las siglas se lo comen todo. La gente ve al PP cuando lo miran, yo veo a Álex”, añade ella.

El 1 de octubre, Jurado fue a votar. Su hermano y su cuñada se habían quedado a dormir la noche de antes al colegio al que acudió para que no lo cerraran. Su novio pasó la mañana en su despacho y la tarde en el sofá de su casa pendiente de la jornada y de las imágenes de las cargas policiales. “Yo manifesté públicamente que había que pedir responsabilidades por esas cargas. Puedo entender que haya que hacer cumplir el mandato de un juez, pero la policía podía haberlo hecho de alguna otra forma”, explica él.

Dos días después, la Generalitat convocó un “paro de país” –una huelga general promocionada desde la Administración- y ella se enfadó. Pero no con él. De nuevo mensajes en el whatsapp del grupo de amigos de Jurado, todos independentistas y “con el president hasta el final”, explica ella. Anunciaban que irían a manifestarse frente a la sede del PP de Terrassa. “¡Me pillé un mosqueo! Le dije a mi compañera de piso: Y si está Alex, ¿qué harás cuando salga?”. Él le quita hierro al asunto: “Para mí, toda concentración pacífica es bienvenida. Estamos acostumbrados a que nos tiren huevos, en aquella concentración no pasó nada”. Pero ella se puso en lo peor: “Yo sabía que él no iba a estar. Pero visualicé que podría acercarse por cualquier motivo y que tendría enfrente a mi padre y a mis amigos, chillando”.

En esos días, Jurado abandonó el grupo de whatsapp de sus amigos, aunque ya ha vuelto. Él sigue en los mismos grupos. Y asegura que el 60% de sus amistades son independentistas: “Ni nosotros somos monstruos ni le doy la razón a gente de mi partido que dice: ‘hay que ver los de la CUP, son comunistas’. Tienes que conocer a alguien de la CUP. El problema es que la etiqueta política está devorando a las personas”.

Ambos aseguran que tienen una buena relación con la familia del otro. El padre de Alejandro es andaluz y su madre gallega, ninguno independentista: “Están encantados con ella, cap problema [ningún problema]”. Los padres de Gloria son de Priego de Córdoba e independentistas.

“Es más fácil que haya bromas desde mi lado, porque nadie se va a meter aquí contigo por tener un novio de Esquerra o del PSC. Siempre me dicen: ‘es muy majo. Solo tiene un defecto”, explica ella.

- Bueno, también soy calvo, dice él.

- Pero eso les da igual.

- ¡Hombre, pero a mí no!

Se ríen, se vuelven a coger de la mano y se besan. Lo llevan bien, insisten, gracias a que la política la discuten con argumentos y pasión –les entusiasma tanto que cogieron un avión para pasar cuatro días en la campaña electoral de EE. UU. en la que ganó Trump-. Y gracias al humor. El que ella desplegó cuando, en su primer viaje a Galicia, le devolvió el dinero que le debía en un sobre en el que escribió: PP. O el día que se cruzaron con una manifestación españolista, ella se quedó agazapada en el asiento del copiloto y él empezó a hacer sonar la bocina: “Viva España”.

Los días previos al referéndum grabaron un vídeo “a modo de exorcismo porque todo es una locura”. En la grabación, en el sofá de la casa de él, piden mantener la calma. “Paz y amor”, dice ella. “Legalidad y Constitución”, replica él. Y, claro, su novia le hace la cobra tres veces antes del beso final. “La gente se ha quedado con lo de la cobra más que con el mensaje”, recuerdan.

Vídeo de Rodríguez y Jurado, grabado en septiembre, en el salón de su casa.Vídeo: José M. Riera Pintó

Jurado asegura que se descolgó del procés después del referéndum. “Hay un momento en el que me bajo del carro, era pro referéndum pero después apostaba por el diálogo, porque aquello parecía dos coches a punto de estrellarse, alguien tenía que parar”. Él reconoce errores en la ejecución de su partido. “Creo que ha fallado la comunicación por parte del Gobierno central. Había ofertas de diálogo pero los independentistas no han querido comparecer en el Congreso y el Senado. A lo mejor tendríamos que haber comunicado mejor nuestra voluntad de hablar”. Ella: “Rajoy y todos en el PP no han sido líderes. Un líder sabe decir esto se está yendo y tenemos que hacer algo, si hace falta tenemos que ir a Cataluña a hablar. Los dos han gobernado hacia sus votantes”

El 21 de diciembre, ambos irán a votar. ¿Qué va a pasar ahora? “Uff”, suspira él. “Es una pregunta que te haces cada día, pero la realidad te supera”. “Creo que hay un sector independentista muy decepcionado que no se va a tragar el rollo de que son unas elecciones plebiscitarias. Si queremos ser independientes busquemos una manera legal de hacerlo”, añade ella. “Ahora es un buen momento para la mayoría silenciosa, para los constitucionalista, puede provocar una llamada a las elecciones”, prosigue él.

Y, ¿si Cataluña acaba siendo finalmente independiente?

A. R: Me iría a Galicia

G. J: Y yo con él. [Reflexiona]. Bueno, no sé lo que haría. No es lo mismo una Cataluña independiente pactada con un proceso constituyente que un ‘corto por lo sano’.

A. R: Lo mejor para Cataluña es permanecer en una de las naciones más importantes del mundo: España. La independencia sería dramática, un desastre a todos los niveles.

Ella rebufa. Se besan.

Paco Gómez: “Lloré de rabia. Pensé que me querían echar”

Paco Gómez, de 62 años, vive con su mujer y su hija en la primera planta de un bloque de Sant Cugat del Vallès, en la provincia de Barcelona. En su balcón lucen dos banderas (la senyera y la española) que hace tiempo no se habría atrevido a colgar por miedo al qué dirán en un municipio de mayoría independentista. Gómez y su mujer llevan más de 40 años en Cataluña , pero proceden de La Haba, un pueblo de 1.275 habitantes de Badajoz (Extremadura). Desde allí, cada noche, llama su suegra, que tiene más de 90 años. Y siempre pregunta preocupada: "¿Qué ha dicho hoy Paracetamol [en referencia a Puigdemont]?". Gómez vivió la posguerra, pasó hambre y empezó a trabajar en el campo siendo muy niño: "Con 10 años iba todos los días al campo". No quiere ver a la derecha "ni en pintura". Por eso le duele que alguien pueda pensar que es un facha. Estuvo a punto de volverse al pueblo con su familia cuando vio que iban a declarar la independencia: "Lloré de rabia, pensé que me querían echar". Irá a votar el 21 de diciembre.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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