Grupos radicales actúan contra el turismo en Baleares y Valencia
Al menos siete hoteles de Barcelona han sufrido este año agresiones como la apoyada por la CUP
Las acciones del colectivo independentista Arran contra el turismo no se limitan a Barcelona, donde han arremetido contra un autobús y bicicletas de uso turístico. El colectivo, que centra sus objetivos en el territorio lingüístico catalán (lo que denominan Països Catalans), también ha protagonizado actos similares en Palma y protestas en Valencia. En el marco de esta ola de acciones, que se suceden desde hace algunos meses, al menos siete hoteles de Barcelona han sufrido ataques vandálicos por parte de grupos de izquierda anticapitalista que denuncian sobreexplotación turística.
Una veintena de miembros de Arran Països Catalans irrumpió el 22 de julio en un restaurante del Moll Vell, el muelle situado frente a la catedral de Palma, prendiendo bengalas, lanzando confeti a los comensales y subiendo a los yates amarrados para protestar contra el turismo masivo en Mallorca. El colectivo ha difundido ahora las imágenes de la protesta a través de las redes sociales, en un vídeo en que el que se puede ver a varios de sus miembros portando pancartas bajo lemas como El turismo mata a Mallorca y Aquí se está librando la lucha de clases, escritas en inglés.
En la terraza del restaurante Mar de Nudos había unos 70 clientes en ese momento. Carmen Sánchez, encargada del establecimiento, explica que los activistas lanzaron algunas bengalas junto a las mesas de la terraza mientras tres individuos entraban al local tapándose la cara con máscaras de carnaval y tirando confeti a los clientes que cenaban. “Hubo que cambiar platos y vasos a la gente, tuvimos que dar la cara nosotros e ir a pedirles que dejaran al restaurante, que es una zona privada”, lamenta.
Los activistas no se marcharon y siguieron filmando lo que ocurría hasta que los empleados llamaron a la Policía Local y los agentes portuarios. “Pasaron 5 o 10 minutos hasta que los agentes llegaron y los jóvenes se fueron corriendo en cuanto los vieron de lejos”, dice la encargada, que no formuló denuncia en ese momento. Desde la Policía Local señalan que este tipo de acciones solo se pueden perseguir a instancia de parte.
Sesenta asambleas para los 500 miembros de Arran
Arran nació en 2012 de la unión de organizaciones históricas de jóvenes independentistas como Maulets o la CAJEI. Pertenecen al heterogéneo conglomerado de la Esquerra Independentista catalana, del que forma parte también la CUP. Tachados en diversas ocasiones de ser la rama joven del partido anticapitalista, ellos lo niegan. Insisten en que son una organización independiente, formada por unos 500 miembros repartidos en unas sesenta asambleas en Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares. Sus miembros suelen permanecer hasta los 26 años aproximadamente en Arran, aunque la idea de joven se ha flexibilizado, asimilada también a unas condiciones de vida y de trabajo precarias. Cuando salen de Arran no necesariamente se integran en la CUP. Algunos siguen militando en asambleas de barrio o en otras organizaciones del movimiento de la Esquerra Independentista. Arran no está inscrita en ningún sitio como organización juvenil.
También forman parte del Grupo de Acción Parlamentaria (GAP), un órgano que marca los pasos a seguir en la actividad parlamentaria, y que se convoca para cuestiones clave, como el apoyo a los presupuestos o investiduras. El GAP se convocó en la famosa asamblea que debía decidir si investía a Artur Mas, y que acabó con un empate de votos. Arran se posicionó en contra de que Mas fuese presidente. Tampoco han estado a favor de que la CUP diese apoyo a los presupuestos de la Generalitat.
Ninguno de los actuales diputados de la CUP en el Parlament de Cataluña ha pertenecido a Arran, sobre todo por una cuestión de edad. La concejal en el Ayuntamiento de Barcelona María Rovira, de 29 años, formó parte de la organización juvenil CAJEI, que posteriormente se fundió en Arran.
La directora general de Turismo del Gobierno balear, Pilar Carbonell, ha mostrado su rechazo a la acción. “No es legítimo de ninguna de las maneras poner en riesgo a las personas y los bienes materiales de los demás” señaló.
El PP de las islas mostró su “rechazo frontal” a lo que consideran “conductas violentas” y ataques a establecimientos con gran afluencia de turistas. Mediante un comunicado, la formación condenó “enérgicamente” el ataque reivindicado por el grupo independentista.
El mismo colectivo ya protagonizó a finales de junio en Valencia una acción simbólica contra el turismo masivo, informa Cristina Vázquez. Un grupo de activistas ocupó un piso en pleno barrio de Ciutat Vella donde se calcula que se concentra la mayoría de apartamentos turísticos de la capital, relató la organización en Facebook. Arran carece en Baleares y Valencia de la implantación que tiene en Cataluña.
Ataques en Barcelona
En lo que va de este año, al menos siete hoteles de Barcelona han sufrido ataques vandálicos por parte de grupos de izquierda anticapitalista que denuncian la sobreexplotación turística. El Gremio de Hoteles tiene constancia de cinco incidentes, que le han sido comunicados por los propios establecimientos. El recuento de la asociación no incluye otros dos casos que ocurrieron en mayo y que presenció este diario. Los establecimientos han denunciado individualmente pero el Gremio no se ha personado en las causas. Tampoco lo ha hecho el Consistorio que dirige Ada Colau.
“La mayoría de ataques sucedieron durante la marcha alternativa del día del trabajo”, explicó ayer Manel Casals, director general del gremio. Algunos de sus miembros han comunicado los ataques, si bien no existe ningún protocolo o iniciativa de la entidad para contarlos. Cada uno denuncia de manera particular y, según Casals, la entidad les presta asesoría y seguimiento pero no participa de las acciones legales. El vandalismo y el discurso que consideran “turismofóbico” preocupan a los hoteleros pero insisten en que los ataques provienen de “una minoría dentro de una minoría que quiere poner en peligro la actividad turística”, según explicó Casals.
Los ataques se centraron en dos días específicos: el 1 y el 5 de mayo pasados y se produjeron durante manifestaciones entre las que como convocantes figuran grupos de izquierda anticapitalista, como CUP, Arran y Endevant. El día del trabajador, los hoteles Ohla Barcelona, Catalonia Magdalenes y Barcelona Catedral, de cuatro y cinco estrellas y muy próximos entre ellos, fueron atacados. Los recepcionistas de los hoteles explican la misma secuencia. La manifestación cortó la Via Laietana y un grupo de una veintena de personas disfrazados con narices de payaso y pelucas de colores se apartó del grupo central de la marcha para irrumpir en las recepciones. Allí lanzaron huevos llenos de pintura negra, hicieron pintadas con el lema “BCN Explota” --en relación a las condiciones laborales del sector—y rompieron cristales a martillazos.
Preocupación por las personas afectadas
El concejal de Turismo de Barcelona, Agustí Colom, aseguró que tiene constancia de todos estos ataques, pero que el Ayuntamiento no los ha denunciado, aunque los condena y rechaza, y opta por la interlocución entre las partes para desactivar el conflicto.
El concejal se muestra especialmente preocupado por los ataques que han afectado directamente a turistas, como es el caso de los pasajeros del bus turístico o los que estaban en las recepciones de los hoteles atacados: “Los turistas son ciudadanos que nos visitan y es fundamental que ningún malestar se canalice contra personas”, afirma.
En el caso del Ohla, los cristales rotos fueron los del restaurante. En el Catalonia Magdalenes destrozaron cristales en la recepción e hicieron pintadas. Para sorpresa de la dirección del hotel, los vídeos que circulan de la acción son de las cámaras de seguridad del propio establecimiento. Avisados los recepcionistas por policías de paisano, en el hotel Barcelona tuvieron tiempo de cerrar las puertas de cristal. Una vidriera que los manifestantes destrozaron con martillos, mientras tiraban bolas con pintura. En este hotel sí había un grupo de personas mayores en el hall que estaban a punto de salir a cenar y se asustaron mucho, explican los recepcionistas.
En la cabecera de la protesta en el marco de la cual se produjeron los ataques se podía leer una pancarta: "Todo el poder para la clase trabajadora. No sufriremos vida de miseria para mantener sus lujos", un mensaje crítico con lo que consideran un exceso de turismo en la ciudad. El Hotel Barcelona Universal, en el Paralelo, también sufrió ataques en su fachada al finalizar la protesta.
También se llevaron un buen susto, el viernes de esa misma semana, los turistas de dos hoteles del Poblenou, un barrio alejado del centro histórico donde han proliferado los alojamientos por su proximidad a la playa. En este caso, una manifestación de 250 personas contra la masificación del turismo en el barrio convocada por la plataforma Ens Plantem, acabó con incidentes protagonizados por un grupo que también lanzó pintura contra los hoteles Amistat Beach Hostel y Travelodge. Aquí la tensión se disparó cuando los manifestantes lanzaron un bote de humo. La Casa del Sol, un establecimiento en el barrio de Gràcia, también ha recibido varias pintadas en lo que va del año.
El concejal de Turismo de Barcelona, Agustí Colom, aseguró que tiene constancia de todos estos ataques, pero que el Ayuntamiento no los ha denunciado. Y a diferencia del caso del autobús de TMB, tampoco se ha personado “por atentado a la convivencia”, como anunció el lunes el gobierno ante la denuncia por el ataque el vehículo. Colom expresó su “rotunda condena” a los ataques a hoteles. “Es la expresión política de un grupo que emplea fórmulas de vandalismo que rechazamos frontalmente, forma parte de una forma de entender la acción política que no compartimos”.
Colom asegura que “para evitar cualquier tipo de confrontación” el consistorio hace un trabajo de interlocución “con el gremio de Hoteles, los agentes económicos y las entidades vecinales para que cualquier malestar se canalice mediante el diálogo”. El concejal se muestra especialmente preocupado por los ataques que han afectado directamente a turistas, como es el caso de los pasajeros del bus turístico o los turistas que estaban en las recepciones de los hoteles atacados: “Los turistas ciudadanos que nos visitan y es fundamental que ningún malestar se canalice contra personas”, afirma.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.