El último grito de Estefi
Estefanía Paredes, de 26 años, es la segunda víctima de violencia machista de este año La fallecida pidió ayuda a su amiga minutos antes de que la asesinaran
La pequeña de la familia Paredes visitó, cada día y durante semanas, el lugar donde asesinaron a su hermana Estefanía, de 26 años. Volvía cada tarde al número 13 de la calle Seo de Urgell, en el barrio madrileño de Hortaleza, donde el pasado 1 de enero falleció su hermana. Habló con vecinos tratando de hallar una respuesta a la inexplicable muerte de Estefi. Estaba muy unida a su hermana, era su protectora. Estefi se hizo cargo de ella desde que era bebé, ya que la madre de ambas chicas “nunca estuvo bien anímicamente”, según la familia. El supuesto autor del asesinato y pareja de la víctima se encuentra en prisión provisional como presunto autor de tirarla desde un cuarto piso. Tenía una orden de prohibición de residencia en el barrio como consecuencia de una relación sentimental anterior. Este es el segundo caso de violencia machista de 2017.
La idea de que algún día volverá a ver a su amiga es el antídoto que Débora de Landaburu, de 22 años, se aplica para sobrellevar la tragedia. “Era superdivertida y una escandalosa. Cuando se reía se enteraba todo el mundo. Se pasaba la vida dando abrazos y, si tenías un problema,.... no había manera de que no se diera cuenta”. La amistad entre ellas se estrechó cuando fueron madres, hace cinco años, y siempre se echaban una mano con las dudas de madres primerizas.
“Quería llevar a su hijo de viaje al parque de atracciones de Disney en París, pero ya no lo va a poder hacer”, cuenta la amiga. La víctima había empezado unos meses atrás a trabajar en un hotel del barrio madrileño de Goya como camarera de habitaciones. Antes tuvo algún trabajo temporal de corta duración. Su objetivo era ahorrar para “tener su propia casa y que a su hijo no le faltara nada”. Débora recuerda una anécdota de las pasadas navidades cuando llamó a su amiga y esta le respondió agobiada. “Iba cosiendo en el metro el disfraz de pastorcillo a su niño y no lo podía dejar para otro momento. El pequeño tenía que ver su traje acabado y no a medias. Siempre, siempre pensaba él”, rememora con una sonrisa.
La fallecida, de origen peruano, llegó a España con cinco años. Se crió en Madrid con su madre, sus tíos y sus primos. "Siempre estábamos pendientes la una de la otra. Éramos como hermanas y era la primera a la que le contaba mis problemas", recuerda Yosselin Meléndez, prima de la fallecida. Ahora echa de menos hablar con ella y hacer planes juntas. “Era la que tiraba del carro. A los problemas nunca les daba mucha importancia o trataba de que no parecieran muy graves”, cuenta. Las primas compartían los momentos duros y el tiempo de ocio. El pasado verano estuvieron juntas con sus niños en la playa de Benidorm (Alicante) y Almería.
Madre, hija y hermana. Amante del orden y de la limpieza. Con carácter fuerte y discurso sincero. Coqueta, madraza y amiga de sus amigos, así la define su círculo más íntimo. “Sacaba uñas y dientes por su gente”, coinciden la prima y la amiga de la fallecida.
El hijo de la fallecida cumplió cinco años la semana pasada. Ahora vive con el padre, la expareja de Estefi. Aunque su relación acabó hace un par de años pasaban mucho tiempo juntos y tenían muy buena relación. “Él la quería bien y hacían muchas cosas juntos. Estefi me confesó un día que era el mejor amigo, el mejor hombre y el mejor padre”. Él está destrozado. Aún no puede hablar de ella y le confiesa a la amiga de Estefi a través de Whats App que no se ha atrevido tocar la ropa que ella dejó en su casa. No ha podido cambiarla de lugar. La fallecida conoció a su última pareja y su supuesto asesino poco tiempo después de acabar la relación con el padre de su hijo.
La noche del 31 de diciembre, después de cenar con su familia, Estefi salió a bailar salsa con unos amigos al bar Peter´s en Hortaleza. Su amiga Débora estuvo con ella. “Bailamos y gastamos bromas. Le encantaba hacer el tonto y me cogió del brazo para darme vueltas hasta que nos caímos encima de la gente”, recuerda. Intercambiaron entre ellas tacones por manoletinas, pero alrededor de las seis de la mañana Estefi le pidió que le devolviera los zapatos. Se iba. Iba a la casa de la pareja que le había borrado la sonrisa pero que no podía sacarse de la cabeza.
"Unas semanas antes supuestamente lo habían dejado. Él una noche la echó de la casa y le tiró sus cosas por la ventana, pero volvieron... Ella ya no nos contaba nada porque sabía que le íbamos a regañar... y esa noche volvió con él". Unas horas después de que Estefi abandonara la fiesta de Nochevieja le envió un mensaje a su amiga para pedirle ayuda, pero ya no volvió a contestar.
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