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La lucha contra el yihadismo

Un Comité marroquí de defensa de presos islamistas, eje de captación yihadista

El juez Velasco detalla la labor del CCDDI, una organización que “apoya y ayuda a los terroristas”

Fernando J. Pérez
La Policía Nacional detiene a un supuestos yihadista marroquí en Madrid.
La Policía Nacional detiene a un supuestos yihadista marroquí en Madrid. Policía Nacional

Los caminos para la captación de terroristas yihadistas son múltiples. Además del reclutamiento directo en mezquitas salafistas y la labor de las redes sociales, de los que en los últimos meses han salido a la luz numerosos ejemplos, la justicia ha puesto el foco en otro tipo de organizaciones que dan cobertura al envío de combatientes para el Estado Islámico en Siria o Irak. Una de ellas, según la Audiencia Nacional, es el Comité Conjunto para la Defensa de los Detenidos Islamistas (CCDDI), radicado en Marruecos y que tiene como uno de sus principales ideólogos a Omar el Haddouchi, que pasó ocho años en prisión por su relación con los autores de los atentados de Casablanca de 2003.

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El juez Eloy Velasco, en un auto por el que procesa a Abdelilah Migou y Anouar Merabet, dos supuestos yihadistas marroquíes detenidos el 11 de octubre en Málaga y Altea (Alicante), dedica un apartado completo a analizar la “relación existente entre el CCDDI y Daesh”. Según el magistrado, el Comité, bajo su apariencia de movimiento de protesta en favor de los derechos de los presos islamistas, “no es más que una organización que apoya y ayuda a los terroristas yihadistas”.

Velasco afirma que la organización liderada por El Haddouchi, indultado en 2011 por el rey Mohamed VI pese a tener una condena de treinta años de prisión, está considerada por los “servicios marroquíes” como un “núcleo de radicalización y adoctrinamiento de jóvenes para la yihad”. Algunos de sus “miembros destacados” han abandonado su trabajo en el movimiento para “desplazarse a zona de conflicto y enrolarse en grupos terroristas” como Abdelaziz El Mahdali, líder de una katiba —célula yihadista— natural de Fnideq (Castillejos, localidad fronteriza con Ceuta) y muerto en Siria en marzo de 2014 en un supuesto ajuste de cuentas entre combatientes extranjeros.

Otro terrorista que ha pasado por las filas de esa organización “de derechos humanos” ha sido Ayoub El Khazzani, que fue reducido por cuatro pasajeros cuando intentaba atentar con un fusil en el tren Thalys entre Ámsterdam y París en agosto de 2015, según el auto. Portavoces del movimiento, que se define como pacífico, han reconocido en entrevistas que su militancia es heterogénea y que han llegado a expulsar a miembros muy radicalizados.

Sus manifestaciones, que se celebran normalmente tras la oración de los viernes, cuentan, según el juez, con “gran afluencia de simpatizantes que exhiben simbología yihadista, como la bandera negra emblema del Daesh”. En sus actos públicos, el Comité realiza escenografías en los que los carceleros visten uniformes con la bandera de España como país opresor y los supuestos yihadistas llevan un mono naranja como el de la prisión estadounidense de Guantánamo.

Además de estas concentraciones, los dirigentes del CCDDI celebran otras reuniones privadas más selectivas en las que se exalta la yihad, normalmente a través de nasheeds –un género musical vocal que se usa para la propaganda religiosa-. Estos encuentros se llevan a cabo en lugares seguros para evitar ser detectadas por los servicios de seguridad, afirma el juez Velasco en su resolución.

Los dos detenidos en octubre, Migou y Merabet, “han tenido una participación activa en las labores del Comité”, y según el juez, “aprovecharon la cobertura del movimiento para establecer contactos con partidarios del Daesh” a través de esas reuniones privadas. En un vídeo que Merabet conservaba en su teléfono móvil se ve como un destacado miembro y referente ideológico del CCDDI, Adil el Mil, le realiza una “hiyama”, un método tradicional musulmán para la purificación de la sangre.

Migou y Merabet fueron detenidos en España en una operación en la que fueron arrestados en Marruecos los yihadistas Said El Mahdali y Anouar Elmail, este último también activista del CCDDI. Merabet, considerado sheikh —experto en cuestiones teológicas— mantuvo en Facebook contacto privado con al menos 28 miembros del Estado Islámico en Siria e Irak, muchos de ellos pertenecientes a la katiba hispano marroquí investigada en esta operación.

El supuesto terrorista-clérigo se sabía vigilado en las redes sociales. En una comunicación telefónica con Mohamed El Bejaoui en diciembre de 2015 le comenta que no ha podido contactar con los “hermanos” y le explica: “En España la cosa está movida, que solo poniendo Me gusta [En Facebook] ya te puede detener. En el registro de su domicilio, los agentes hallaron 408 gramos de hachís, por lo que además de pertenencia a organización terrorista y enaltecimiento, delitos que comparte con Migou, se le imputa un delito contra la salud pública.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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