Informe PISA | La educación española se estanca en ciencias y matemáticas y mejora levemente en lectura
España se equipara a la OCDE, cuya nota media ha descendido
Si España fuera un estudiante, llevaría 15 años sacando las mismas notas, décima arriba, décima abajo. Así queda retratada en el informe PISA, la prueba internacional más conocida y reconocida del mundo, de la que acaba de salir una nueva entrega. El último informe, con datos de 2015, recoge esa imagen congelada. Sobre una escala en la que la media es de 500 puntos, España ha descendido desde el último examen tres puntos en ciencias (donde suma 493 puntos), sube dos en matemáticas (486) y mejora el lectura con ocho puntos más hasta 496. Se sitúa parejo a la media de los países desarrollados después de que los resultados generales hayan descendido.
Es cierto que los resultados no se pueden cambiar de la noche a la mañana. Como decía en un artículo en este periódico el catedrático de Economía Aplicada Jorge Calero, “quizás sea más acertado observar la evolución de los sistemas educativos como movimientos geológicos antes que como carreras de Fórmula 1”. Pero también lo es que otros países han conseguido cambios cualitativos importantes en este tiempo, como la vecina Portugal, que ha mejorado casi 30 puntos de media desde que empezó a enfrentarse a esta prueba. Partía de peor nota y ahora está mejor que España.
La muestra incluye más de 37.000 alumnos de 980 centros españoles y participan por primera vez todas las comunidades autónomas con datos propios. Y en ellos se observa que existe una brecha abultada entre norte y sur, con más de un curso y medio de diferencia entre los alumnos de Castilla y León (519 puntos en ciencias) y los de Andalucía (473).
El examen de esta edición se centra en ciencias, aunque también incluye matemáticas y lectura. Con sus 493 puntos, España está en línea con Estados Unidos, Francia, Rusia, Austria, Noruega, Suecia o la República Checa. Supera por primera vez la media de la OCDE en lectura, la iguala en ciencias y se queda a cuatro puntos en matemáticas. Uno de los motivos es que esa media de los países más prósperos ha descendido. En comparación con 2012, España avanza tanto en lectura (8 puntos) como en matemáticas (2), aunque baja en ciencias (3), mientras que la OCDE desciende 3, 4 y 8 puntos, respectivamente.
Y a distancia significativa de los campeones asiáticos, que copan siete de los 10 primeros puestos. En cabeza está Singapur, con 556 puntos. Le siguen de cerca Japón, Taipei (Taiwan); Macao (CHina) y Vietnan. En el tercer puesto está Estonia y en el quinto, Finlandia, un envidiado modelo europeo que sigue en cabeza pese a la pérdida de puntos de las últimas ediciones, y Canadá.
El Ministerio de Educación considera el resultado del informe “muy satisfactorio”, en palabras del ministro Íñigo Méndez de Vigo. Añade que España “rompe la brecha educativa y se sitúa, por primera vez en la historia, al nivel de los países más avanzados el mundo. Los responsables son los maestros. El ministerio contará siempre con ellos para seguir mejorando”.
La evolución “ha sido positiva pero con avances tímidos”, señala por su parte la directora adjunta para Educación de la OCDE, Montserrat Gomendio, que fue la número dos del Ministerio de Educación con el antecesor de Méndez de Vigo, José Ignacio Wert. El director de Educación de la OCDE y máximo responsable de PISA, Andreas Schleicher, considera que los datos de España reflejan un estancamiento desde el inicio de la prueba y añade una de las claves: “La calidad de la educación nunca será mejor que la calidad de sus profesores”.
Desde que empezó esta evaluación de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), España ha tramitado tres leyes educativas: la LOCE, que no se llegó a aplicar y la LOE, a la que sustituyó la LOMCE que el Gobierno quiere sustituir ahora con una normativa de consenso. Eso sí, el informe PISA no se recogen los efectos de la LOMCE, que promovió el Gobierno del PP, ya que en 4º de la ESO (el curso al que pertenecen la mayoría de los alumnos que hacen este examen), la entrada de la norma comenzó en el curso 2016-2017. Ha habido también en medio una profunda crisis económica que ha dejado recortes económicos muy acusados en educación y ha supuesto perder 7.300 millones de euros de gasto en seis años (ahora se invierten 46.000 millones entre Administraciones, entidades y familias). Estos cambios generales, en principio, no han alterado ni para bien ni para mal lo que los escolares han avanzado en estas pruebas tres lustros.
Distintos especialistas coinciden en que es difícil establecer razones concretas en la mejora de un sistema. El propio informe repara en la dificultad para comparar entre países y hasta entre escuelas, un reto que “plantea numerosos desafíos” dentro de una misma aula. Influyen de forma significativa variables como el nivel educativo de los padres o la tasa de repetidores (este examen lo hacen alumnos de 15 años independientemente del curso en el que estén). El Ministerio de Educación culpó en la pasada edición de los resultados al alto porcentaje de alumnos que habían repetido curso. En esta ocasión, con menos repetidores pero aún lejos de la media (casi uno de cada tres frente al 11% en la OCDE), el Gobierno señala que este descenso “es una de las claves de la mejora”.
Pero hay un aspecto en el que existe consenso y que España nunca ha abordado: mejorar la profesión docente. Tanto los campeones asiáticos -Singapur, Japón, Corea o Taipei (Taiwán)- como Finlandia tienen un sistema de elección, formación y reconocimiento de maestros mucho más completo que España. De hecho, todos los partidos políticos coinciden en que hay que abordarlo de una vez. Ya en 2009 se inició el debate sobre el llamado MIR educativo, un modelo que busca formar a los profesores con criterios y exigencias similares a los que se usan con los médicos. De momento no se ha avanzado, aunque se espera que sea uno de los temas a tratar en la negociación para alcanzar un Pacto de Estado por la Educación que acaba de iniciarse.
“Necesitamos que las comunidades autónomas tengan resultados más uniformes”, considera Pilar González, pedagoga que trabaja desde 2000 en la Consejería de Educación de Castilla y León, donde actualmente es directora general de Innovación y Equidad Educativa. Su comunidad es la que presenta mejores resultados de España junto con Madrid y Navarra. “Eso se consigue con un denominador común para todas, tomando conjuntamente una serie de decisiones estratégicas”, añade. Para eso, González defiende que se instauren evaluaciones externas del sistema.
Lo mismo considera Montserrat Gomendio, que impulsó estos exámenes en su etapa anterior como secretaria de Estado de Educación en el Ejecutivo de Wert, aunque en conversación con EL PAÍS insiste en que solo hace valoraciones desde su nuevo puesto en la OCDE.
En España hay consenso en la necesidad de la evaluación, pero las reválidas planteadas por la LOMCE, con las que los alumnos que no aprobaran el examen se quedaban sin título de la ESO y Bachillerato, provocaron un rechazo generalizado que ha terminado con su retirada.
“Si se hace un seguimiento con una evaluación se detecta cuando un sistema tiene problemas”, señala Gomendio. “Y el impacto es adicional si la información se hace pública”. El equipo que sustituyó a Wert, encabezado por el ministro Méndez de Vigo, garantizó que no se harían públicos esos resultados y que evitaría la elaboración de rankings y acaba de rebajar las evaluaciones de primaria y las reválidas de ESO y Bachillerato.
“En este gobierno y este ministerio pensamos que las evaluaciones son necesarias”, considera no obstante el ministro. Méndez de Vigo espera incluir también un “acuerdo” sobre este asunto en el pacto que España tiene pendiente y que el PP quiere liderar.
Los alumnos brillantes, "asignatura pendiente"
España tiene menos alumnos brillantes que la media, como señalan también otros informes internacionales. Casi cinco puntos menos, hasta el 10,9% de media entre aquellos que están en los niveles más altos de las tres competencias. El Ministerio de Educación lo considera "la pequeña asignatura pendiente". En el extremo opuesto, también tiene un 3% menos de alumnos rezagados (10,3%), aquellos con un nivel inferior al que se considera adecuado al terminar la enseñanza obligatoria.
El informe incluye a los españoles en el grupo de países donde más han aumentado la proporción de estudiantes con altos niveles de lectura al tiempo que disminuyen los que no alcanzan el nivel básico de competencias, junto con Albania, Estonia, Rusia, Eslovenia o Macao (China), entre otras.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.