¿Exageración o falsificación?
Unidos Podemos descalifica la elección de Rajoy sugiriendo que no es del todo democrática
La palabra “golpe” referida a la investidura de Mariano Rajoy retumbó ayer en las paredes del hemiciclo del Congreso, donde los efectos del auténtico golpe de Estado de 1981 son visibles aún en forma de agujeros de disparos en el techo. “Usted, señor Rajoy, será investido como resultado de un golpe parlamentario a raíz de la intervención de un partido político, cocinado a fuego lento durante diez interminables meses, para anular los resultados de unas elecciones”, aseguró Alexandra Fernández, portavoz parlamentaria de En Marea, la alianza gallega en la que se integra Podemos, desde la tribuna. Los portavoces de Unidos Podemos hablaron de “golpe de régimen” y “motín oligárquico” e incluso compararon la irrupción del golpista Antonio Tejero en la carrera de San Jerónimo con el “golpe palaciego” sucedido en la sede del PSOE.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, trató también de deslegitimar la investidura de Rajoy, aludiendo a un “orden” que, de nuevo, “reina en Madrid”. “Lo que no consiguieron en las urnas lo van a conseguir mediante el abstencionazo. Una triple alianza le va a hacer presidente”, dijo al candidato del PP. Iglesias citó al exlíder comunista Santiago Carrillo, a quien le reprochó que “no le quedó más remedio que decirles sí a todo”, para contraponer que ellos, a cambio, no “pasarán por el aro”. “Nosotros no somos una izquierda de su orden”. Los discursos de los representantes de Unidos Podemos —que aludieron también a un nuevo “partido único” en España, a un “fraude del PSOE a sus votantes” y a “una investidura que se construye sobre una farsa”— fueron algo más sutiles que la convocatoria de la manifestación que han saludado que llama a rodear el Congreso el próximo sábado con la justificación de que, en definitiva, en España se acaba de producir un golpe de Estado.
El historiador José Álvarez Junco, catedrático emérito de Historia de las ideas y los movimientos sociales en la Universidad Complutense de Madrid, vincula estas expresiones con el “lenguaje propio de la izquierda latinoamericana, venezolana, castrista, utilizado de manera propagandista. Como el llamado bloqueo sobre Cuba, por ejemplo, que no es tal, sino un embargo”. “Son exageraciones destinadas a incrementar la tensión. Si el destino es hacer que la gente se movilice indignada para forzar que el Parlamento tome otra decisión sería una maniobra antidemocrática y peligrosa. Las tensiones se deben dirimir en el Parlamento”, considera. Álvarez Junco percibe una deslegitimación de la investidura y de la democracia parlamentaria: “Es cierto que estaba anquilosada, que los dos grandes partidos se turnaban de una forma mecánica, pero el comité federal del PSOE era un órgano perfectamente legal, y un golpe, a cambio, es una intervención militar contraria la legalidad”.
“Es una acción política conocidísima, que lleva a una falsificación de la realidad. No veo nada que no hayan hecho otros movimientos radicales antisistema, los llamamos así porque no hacen un análisis objetivo-racional de la situación política, sino una descalificación del sistema que combaten”, reflexiona el también historiador Juan Pablo Fusi. Este catedrático de Historia contemporánea de la Universidad Complutense ironiza con que un “partido único” es “lo único que no hay ahora mismo con tal fragmentación parlamentaria”. Fusi contrapone una reflexión al supuesto “fraude democrático del PSOE”, como lo ha calificado el diputado Alberto Garzón. “¿No sería el mayor fraude democrático que, aún siendo legal, se impida que gobierne el partido más votado?”, se pregunta.
Los historiadores recuerdan a Iglesias que se equivoca cuando rememora el papel de Carrillo: “A Carrillo también le dijeron que sí, a la legalización del PCE, a desmontar el sistema franquista, a la ley de amnistía...”
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