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La caída del PSOE es la peor en Europa tras el Pasok

El partido español ha perdido la mitad de su apoyo: en los 80 logró un 48% de votos y ahora ronda el 22%

La caída electoral del PSOE es la peor en un partido socialdemócrata en Europa Occidental tras el hundimiento del Pasok griego en 2015. El PSOE ha perdido la mitad de su apoyo: en los 80 logró un 48% de los votos y ahora ronda el 22%. Las siguientes caídas más fuertes entre las grandes formaciones socialdemócratas son las de Austria y Alemania.

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El cambio del sistema de partidos en España es solo una de las crisis que el PSOE ha enfrentado en la última década. “Ningún partido socialdemócrata, aparte del Pasok, ha sufrido un cambio tan profundo en la competición política a la cual se enfrenta”, dice Jorge Galindo, editor de Politikon. La irrupción de partidos a izquierda y derecha del PSOE puede ser además consecuencia, y no solo causa, del derrumbe.

Los cambios que han afectado el rendimiento del PSOE no son puntuales. Están aquí para quedarse: “En el declive de un partido como el del PSOE las razones son más sistémicas que coyunturales, aunque el cambio sistémico se haya producido hace poco”, dice Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano. Estas son las crisis originales y los posibles caminos de futuro.

1. La socialdemocracia tiembla en toda Europa. La caída electoral de los partidos socialdemócratas en Europa empieza entre 2005 y 2007. El investigador Chris Hanretty, de la Universidad de East Anglia, hizo la media de sus resultados electorales desde 1970. La curva da un vuelco en 2005: “El resultado socialdemócrata en las urnas ha caído consistentemente desde 2005”, ha escrito Hanretty. Los partidos conservadores, según Hanretty, son estables en el mismo periodo.

Es un fenómeno conocido y estudiado: “En los últimos 15 años ha habido un declive de la socialdemocracia y los cambios ligados a la globalización pueden explicarlo”, dice Juan Rodríguez Teruel, profesor de la Universidad de Valencia. Los cambios en el comercio, la inmigración, la relación entre economía y Estado hacen que las clases populares sientan desamparo. El PSOE del presidente Zapatero era en aquellos años uno de los últimos reductos de la socialdemocracia. Pero el ambiente fuera de España ya era distinto.

2. España se agrieta. La crisis territorial en España ha golpeado al PSOE como pocos: “Un votante del PP en Andalucía y otro en Cataluña están más de acuerdo en cómo debe ser España que dos socialistas de las mismas comunidades”, dice Galindo. El presidente Zapatero prometió mantener el Estatut que salga del Parlament y no cumplió luego. La falta de credibilidad ha laminado al PSC en Cataluña. La cuestión territorial se reabre y los socialistas no pueden contentar a la vez a sus votantes del centro y la periferia.

3. La crisis económica es, en el fondo, como otras. Ha habido otras crisis duras en España. El resultado no fue una caída tan significativa: “Es cierto que se han relacionado las épocas de incremento del paro con castigo a los partidos de poder, especialmente cuando son socialdemócratas, pero el declive no solo es esto”, dice Rodríguez Teruel.

En los 90 hubo una crisis menor en España y el PSOE cayó pero resistió. Las decisiones del gobierno Zapatero fueron importantes para perder el poder en 2011, pero no explican por sí solas una catástrofe así.

4. La crisis política: los votantes huérfanos. En España se añaden fenómenos propios a la crisis económica: corrupción, conflicto generacional y pérdida de confianza en el establishment. “La crisis se ha cebado mucho con los jóvenes”, dice Rodríguez Teruel. Los ciudadanos se sienten ignorados. Miran a quién votar en ese momento y ven a los partidos de siempre: “Muchos ciudadanos reaccionan como huérfanos políticos”, dice Sandra León, profesora en la Universidad de York (Reino Unido). El PSOE, por trayectoria y generación, se había convertido en un representante del establishment.

5. La competencia crece. La unión de estos fenómenos produce una demanda de partidos nuevos y surgen dos emprendedores políticos: Podemos y Ciudadanos. Al contrario que en otros países –donde los nuevos partidos aparecen sobre todo a la extrema derecha–, al PSOE le nacen dos partidos a los lados. “La gente seguiría yendo a votar igualmente si no hubieran nacido nuevos partidos”, dice Galindo. El PSOE ya no era la opción base para el centroizquierda. Y lo peor: podía perder votantes por ambos lados.

Un 24,6% de las personas que recordaban haber votado al PSOE en 2011 votaron por Podemos o sus confluencias en diciembre de 2015. Otro 8,5% lo hizo por Ciudadanos. Por entonces el PSOE ya había perdido votantes que se abstuvieron. Muchos no habrán regresado: en diciembre de 2015, Podemos logró el voto del 34,3% de las personas que no votaron en 2011 y Ciudadanos el del 15%.

6. Hola a la nueva realidad. El PSOE tuvo el 26-J un 22,6% de los votos. Es un drama para lo que el PSOE fue, pero no lo es para otros partidos del continente hoy: “La socialdemocracia europea está entre el 15% y el 25%, con lo que un 22% es un buen resultado”, dice Rodríguez Teruel. Los números del PSOE están aún en una “zona tibia”, como dice Molina.

A pesar de la endiablada suma electoral para el PSOE, con el sorpasso evitado, la situación requería de más calma, según Molina: “El sistema electoral español ayuda. Podemos es de 2014 y estamos en 2016 y si esta ansiedad se hubiera manejado mejor en el partido para mantener la hegemonía de la izquierda, en 4 años se hubieran podido acercar al 30%”, dice. Con un 25% o 30% otros partidos socialdemócratas son los más votados en muchos países: en Portugal, Suecia, Austria o Dinamarca.

7. ¿Puede sobrevivir el PSOE a esta semana? Las crisis son malas, sobre todo, poco antes de ir a votar. “Una crisis de partido poco antes de unas elecciones tiene una regularidad empírica: es funesta”, dice Rodríguez Teruel. Si Pedro Sánchez logra resistir y no puede formar gobierno, habrá nuevas elecciones. Debería presentarse como superviviente para evitar algo que la literatura académica dice que es inevitable: un fracaso electoral. La mejor salida en ese caso requiere de bastantes condicionantes: “El mejor escenario en ese caso para el PSOE es que no haya sorpasso, el PP sume con Ciudadanos y el PSOE quede como el jefe de la oposición”, dice Galindo. Un problema añadido de unas elecciones con el partido roto es la falta de ganas de campaña de sectores clave.

El otro camino es la abstención. La academia coincide con la sabiduría popular: cuanto más tiempo antes de elecciones mejor. Si Rajoy es reelegido presidente gracias al PSOE y las próximas elecciones son de aquí a dos años, pasarán demasiadas cosas como para que esta crisis -si se resuelve- sea crucial. Pero cuidado. El partido puede recomponerse o también puede caer en más disputas: “Dos años dan para que nuevos problemas emerjan favoreciendo o empeorando la situación del partido”, dice Rodríguez Teruel. La crisis no es claramente definitiva. Pero podría serlo.

El PSOE está en la franja de votos de otros partidos socialdemócratas que no temen por su supervivencia. Quizás es su zona para un nuevo equilibrio multipartidista y desde allí podrá ganar y perder gobiernos. Pero está en la parte baja de esa franja, y sobre todo, con tendencia negativa. Hasta que no se estabilice nadie conoce su suelo Pasok.

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