Morenés promete mantener las tropas españolas en Líbano hasta que se estabilice la zona
La mina que explotó la semana pasada al pisarla un blindado tenía 5,5 kilos de TNT y llevaba décadas enterrada
La condición de Gobierno en funciones obliga a complicados equilibrios. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, ha trasladado este martes a su homólogo libanés, Samir Makbel, el compromiso de España de mantener sus tropas en Líbano hasta que la estabilidad de la zona esté “consolidada” y se haya superado una situación “tan tensa, violenta y desestabilizadora” como la que desencadenó la última guerra entre Israel y la milicia chií Hezbolá, en agosto de 2006. Morenés ha basado su compromiso en que la misión en Líbano se ha mantenido con gobiernos de distinto “color político” –la puso en marcha Zapatero y la ha continuado Rajoy—y la ha inscrito en la lucha contra la “amenaza global” del Daesh (ISIS por sus siglas en ingles), que “evidentemente” puede utilizar Líbano, Libia (como apuntan recientes informes policiales) y otros países como plataforma para cometer atentados en Europa.
En cambio, Morenés no ha querido pronunciarse sobre si un Gobierno en funciones tiene capacidad para prorrogar las operaciones militares en el exterior, una decisión que debe tomarse antes de final de año, so pena de tener ordenar un precipitado regreso de todas las tropas. “Cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente”, se ha limitado a contestar. El Consejo de Ministros aprobó la prórroga para este año el 11 de diciembre de 2015, nueve días antes de las elecciones generales, cuando aún tenía plenas competencias. Además, el despliegue de una batería española de misiles Patriot en Turquía, en el marco de una operación de la OTAN, concluye el 31 de diciembre. Hay dudas de que un Gobierno en funciones tenga capacidad de decisión, si hay para entonces aún no se ha logrado investir a un presidente.
Morenés ha visitado la base Miguel de Cervantes, en el sur de Líbano, para conmemorar con los 600 cascos azules españoles el décimo aniversario de la incorporación de España a Unifil (Fuerza de Naciones Unidas para Líbano). La visita se ha producido solo seis días después de que el pasado día 14 la explosión de un artefacto, que contenía unos 5,5 kilos de TNT, según los primeros informes, estuviera a punto de causar una nueva tragedia. Afortunadamente, el blindaje del vehículo Lince salvó a sus cuatro ocupantes, que resultaron ilesos. Morenés ha confirmado que se trataba de una vieja mina anticarro de fabricación soviética colocada hace décadas y no dirigida por tanto contra la patrulla española. Aunque la zona donde estalló, muy próxima a la base, estaba en teoría limpia; el artefacto no había sido detectado, por lo que Morenés ha pedido una nueva y exhaustiva revisión de los antiguos campos de minas.
No tuvieron tanta fortuna los 15 militares españoles fallecidos en la operación en Líbano, además de un salvadoreño encuadrado en el contingente español, a lo largo de esta década. El incidente más grave se produjo en junio de 2007, cuando un coche bomba mató a seis soldados de la Brigada Paracaidista. Nunca se aclaró la autoría del atentado, pero desde la ONU se interpretó como un aviso de Hezbolá ante el rigor con que los cascos azules españoles se tomaban su misión de evitar la presencia de armas en una zona dominada por la milicia chií y donde las Fuerzas Armadas libanesas brillaban entonces por su ausencia. Embutidos entre la milicia chií y el Ejército israelí, los militares españoles han sido víctimas también de los periódicos enfrentamientos entre dos enemigos irreconciliables. El 28 de enero de 2015, el cabo Francisco Javier Soria moría por el impacto de un proyectil de artillería israelí contra la posición 4-28, que vigila la “blue line”, la frontera de facto aunque no reconocida internacionalmente que separa Israel de Líbano. El último fallecido, el brigada Lorenzo Romeo, murió el 26 de junio pasado por un disparo de su propia arma.
Hace dos años, Morenés planeó dar por finalizada el despliegue español en Líbano, pero la guerra civil en Siria, con su secuela de más de un millón de refugiados en un país de 4,5 millones de habitantes, y su reflejo en la situación interna (Líbano lleva más de un año sin presidente ante la incapacidad de las fuerzas políticas para consensuar un candidato, que debe ser cristiano, según el delicado equilibrio constitucional entre confesiones) han obligado a prorrogar una misión que tiene ya casi 40 años de antigüedad y a la que no se atisba un final. Eso sí, España ha reducido su aportación desde los casi 1.100 soldados iniciales a 577 (611 con sus apoyos) y no tiene intención de ampliarlos, sobre todo tras la revés que supuso el pasado verano la designación por la ONU del general irlandés Michael Beary como comandante en jefe de Unifil (que suma 12.000 cascos azules), un puesto al que España se consideraba con derecho, ya que solo lo ha ocupado una vez en toda la década.
El general de brigada español Alfredo Pérez de Aguado lidera el sector este de Unifil, en el que se integran, junto al contingente español, batallones de India, Indonesia y Nepal, así como una compañía serbia y una sección salvadoreña. Durante esta década, los 25 contingentes españoles que se han relevado en la zona (con 23.769 militares en total) han realizado más 154.000 patrullas (que suman 20 millones de kilómetros, unas 550 vueltas a la tierra) y han retirado 4.424 minas., limpiando una superficie de 454.296 metros cuadrados.
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