Los rastreadores de fuegos
El 15% de los incendios causados por la actividad humana son intencionados. 56 personas fueron detenidas en 2014 por provocarlos
El incendio de La Línea de la Concepción (Cádiz) que arrasó 460 hectáreas y obligó a desalojar en la madrugada del miércoles a medio millar de vecinos se originó por la quema de un contenedor cercano a la urbanización Santa Margarita, en la zona de La Alcaidesa. Pero la investigación sobre la causa no termina aquí, ahora toca tirar del hilo. En los últimos meses, otros dos contenedores han ardido en el mismo lugar. Aún hoy se aprecian en el suelo las marcas de los depósitos derretidos. Asimismo, estos actos vandálicos coinciden con las quejas de los vecinos para que coloquen los contenedores más cerca de sus viviendas. “Todo apunta a que el fuego fue provocado por un vecino que, como protesta, viene quemando los contenedores. En las anteriores ocasiones no pasó nada, pero este martes el viento hizo de las suyas”, señala Jaime Sánchez, agente de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales de Andalucía.
En lo que va de año, la provincia de Cádiz ha sufrido una treintena de incendios que han sido resueltos por este equipo de investigadores. “En esta profesión la experiencia es un grado. Acumulas información año tras año, incendio tras incendio”, explica Sánchez. “En esta zona, la mayoría de los fuegos son intencionados y algunos de ellos se repiten por las mismas fechas”, apunta el agente Alfonso Macías. Un paseo por los alrededores de Sierra Carbonera y Sierra del Arca deja en evidencia las cicatrices de estos incendios pasados: esqueletos de árboles calcinados, matorrales que se abren paso entre la sufrida tierra… Y ejemplo de ello también es el fuego registrado en la madrugada del miércoles en San Roque, también en la finca pública La Alcaidesa, donde el olor a quemado aún es intenso. “Desde hace tres o cuatro años se repite el fuego en esta zona. Siempre cuando cambia el viento a poniente y por el oeste de la finca. Esta vez, se han quemado 16,5 hectáreas, pero el año pasado fueron 100. Quien haya sido aprovechó que los medios de extinción estaban sofocando el fuego de La Línea, que se desalojaba a los vecinos… para venir aquí y con un mechero prender fuego”, explica Sánchez.
Según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, España sufrió el año pasado 11.928 incendios (7.755 fueron conatos que afectaron a menos de una hectárea), lo que representa un 10,4% más que en 2014. Pero si se compara esta cifra con la media del último decenio, los fuegos han caído un 17%. Asimismo, en los primeros seis meses de 2016, se ha registrado 2.366 incendios, casi la mitad de los ocurridos en ese mismo periodo en 2015.
El primer objetivo de la brigada al llegar al lugar es localizar el punto de inicio del fuego. “Si los agentes que han llegado primero no saben por dónde se originó, debemos orientarnos por la dirección del viento y la orografía. De ahí, y atendiendo a las evidencias que van dejando las llamas, vamos acotando la zona”, explica Sánchez. Una vez señalizado el terreno y recortado en carriles con una cuerda toca buscar el arma del delito. “Debemos analizar palmo a palmo y minuciosamente esos metros para encontrar alguna evidencia que nos indique qué provocó el fuego, ya sea una colilla, una cerilla, alguna pastilla de barbacoa, restos de metales de una radial…”, enumera. Es el momento de sacar lupa, imanes o detectores de metales. “Si por las condiciones meteorológicas es evidente que el incendio no ha podido ser natural, el encontrar alguna prueba nos ayuda a saber que ha sido por una negligencia o intencionado. Si es por negligencia, siempre se encuentra algo. En el caso de los intencionados es más complicado que el autor haya dejado rastro, aunque a veces sí”, señala el agente, quien apunta que esas pruebas también pueden destruirse por la intensidad del fuego o, incluso, en las tareas de extensión por la presión del agua. “Nuestro protocolo establece que, en las tareas de extensión, los agentes deben respetar la zona del posible origen de las llamas”, señala Sánchez. “Aunque si es necesario actuar, prevalece la seguridad”, apunta su compañero Manuel Portero.
De los incendios en los que está la sombra del hombre, el 85,05% ocurre por negligencia frente al 14,95% de los intencionados, según la memoria de 2014 de la Fiscalía de Medio Ambiente. En los últimos cinco años, el número de fuegos intencionados ha caído más de la mitad. “Las principales razones por negligencia son la quema forestal y agraria, el mal estado de los tendidos eléctricos, el manejo de maquinaria”, enumera Sánchez. Los intencionados responden a “intereses urbanísticos, peleas por las lindes, daño a terceros, pirómanos...”. “Hay que saber diferenciar entre el pirómano y el incendiario, este último prende fuego para conseguir algo”, apostilla Macías. De los incendios intencionados de 2014, según la memoria de la fiscalía, el 41,89% fue provocado por pirómanos, cinco puntos más que el año anterior y ocho que la media del último lustro.
Pero las posibles causas no quedan ahí. Y algunas, no tan fáciles de averiguar. “En una ocasión, no lográbamos dar con el motivo del origen del fuego. Encontrábamos como seis o siete puntos de inicio en un espacio muy pequeño. Algo casi paranormal. Al final, descubrimos que fue un buitre leonado que se electrocutó con un poste eléctrico y al caer quemado al suelo e intentar volar iba creando nuevos focos”, apunta Sánchez. “En esta zona también se producen fuegos por la quema de vehículos robados, del desguace de moto…”, señala Portero. Asimismo, en la larga década que llevan en esta brigada, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente, los agentes han conocido incendios provocados por la quema de animales muertos o por ritos religiosos. “En aquella ocasión, se encontraron velas, crucifijos, coronas…”, añade Portero.
Una vez descubierto el origen, el caso no está cerrado. Queda la parte más complicada: encontrar al responsable. “En el caso del incendio de La Línea, salvo que haya un testigo, ¿cómo averiguáis qué vecino ha sido? O en el de San Roque, era de noche, en una zona retirada de poco tránsito, con una carretera cercana para poder huir rápidamente….”, explica Sánchez. Según la memoria de la fiscalía, 56 personas fueron detenidas y 509 imputadas por incendios forestales en 2014, la mayor cifra de los últimos ocho años, cuando se inició la serie histórica. “No solo se investiga para encontrar al culpable, también para detectar las causas y poder así evitar otros incendios. Ver si en esa zona es necesario establecer medidas antiincendios como un cortafuego, o si se debe limitar el paso de determinados vehículos en verano”, señala Macías antes de resaltar la importancia de estudiar todos los incendios, por pequeños que sean. “Es una evidencia, pero todo incendio grande empezó siendo pequeño. Si averiguamos que ha ocurrido, podemos evitar que el incendio que aquí ha sido pequeño sea grande en otro punto por su clima o la orografía”, señala el agente, quien no confía en tener un verano tranquilo. “Todo está muy seco y la hierba ha crecido mucho”, señala.
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