El líder de los obispos zanja las disputas eclesiásticas por Cataluña
El cardenal Blázquez advierte del "riesgo de caos" que produce el debate independentista
El presidente de los obispos españoles, el cardenal Ricardo Blázquez, abrió la mañana de este lunes la asamblea de otoño de la Conferencia Episcopal Española (CEE) con una apelación a la comprensión del otro, pero zanjó con severidad el debate interno sobre la unidad nacional. En presencia de varios prelados catalanes independentistas, el líder del catolicismo español recordó la doctrina jerárquica. "Nos preocupa grandemente la grave situación creada por quienes, al margen y en contra de la ley, pretenden romper la unidad de España. Hace varios decenios hicimos los españoles la transición a un régimen realmente democrático con satisfacción de los ciudadanos e incluso con la admiración de muchos no españoles. Poner en cuestión, de manera unilateral, esta situación constitucional introduce inseguridad, inquietud, incertidumbre, riesgo de caos, división de la sociedad", ha dicho el cardenal.
Blázquez ha preguntado inmediatamente: "¿Cómo ha sido posible que unas actitudes y unos hechos nos hayan llevado hasta pretender cambiar el sentido de nuestra historia secular? Pedimos a Dios que otorgue a los gobernantes la luz, la serenidad y la fortaleza necesarias para acertar en esta complicada situación".
La actitud de varios prelados catalanes disgusta a gran parte del episcopado español; entre otras, la del obispo de Solsona, Xavier Novell, que en las recientes elecciones autonómicas pidió el voto para la lista independentista Junts pel Sí y animó a las parroquias "a repicar sus campanas para despertar a todo el mundo y anunciar que ha llegado el día de la libertad".
Con un tono de comprensión hacia la sociedad civil, novedoso en la jerarquía del catolicismo español, el cardenal arzobispo de Valladolid ha hecho gala en todo el discurso de estar "conectado" con el papa Francisco y, "particularmente", dijo, "con el espíritu conciliar que san Juan XXIII alentó en el Concilio Vaticano II".
Lo hizo recordando el discurso de apertura pronunciado por el buen papa Roncalli el 11 de octubre de 1962, ya mítico y, sin embargo, poco atendido por muchos prelados de palabras apocalípticas: "A menudo, nos llegan voces de quienes no son capaces de ver en la situación actual de la sociedad humana sino desgracias y desastres. Nosotros creemos que de ninguna manera se puede estar de acuerdo con estos profetas de calamidades que siempre anuncian lo peor, como si estuviéramos ante el fin del mundo", dijo Juan XXIII. El cardenal Blázquez subrayó esta mañana que aquella actitud del pontífice conciliar "no procedía de la ingenuidad ni de la inconsciencia ni del descuido de anunciar la verdad cristiana, sino de la luz que emite sobre el curso de la historia la misericordia de Dios".
Blázquez añadió: "El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas, sino proclamar la misericordia de Dios, llamar a la conversión y conducir a todos los hombres a la salvación del Señor. En nuestro tiempo, la Iglesia de Cristo prefiere emplear la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad", dijo citando de nuevo a los papas Juan XXIII y Francisco.
Después de expresar su solidaridad con la Iglesia católica francesa, y de rezar una oración y reclamar un minuto de silencio por la tragedia del viernes pasado en París, Blázquez desgranó la tarea que tienen por delante los prelados a lo largo de esta semana, entre otras, la aprobación de un plan pastoral para los próximos cinco años con el título de Iglesia en misión. "Los obispos queremos ponernos al frente de un movimiento de conversión misionera de nuestras Iglesias, deseamos reavivar el ardor evangelizador de nuestras comunidades y salir al encuentro de los que buscan en la oscuridad la felicidad y la salvación, queremos ser iglesias abiertas, acogedoras, preocupadas por el bien de los que no están con nosotros", dijo quien espera que su confesión esté estos años "en estado permanente de misión".
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