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Albert Rivera será tras el 27-S el comodín a tentar para PP y PSOE

Rajoy y Sánchez inician mañana la larga precampaña hacia las generales de diciembre con la vista en el futuro rol de Ciudadanos

Javier Casqueiro
Mariano Rajoy y Xavier García Albiol en la estación del AVE de Lleida el pasado 13. Tras ellos, el socialista Pedro Sánchez habla con Josep Borrell.
Mariano Rajoy y Xavier García Albiol en la estación del AVE de Lleida el pasado 13. Tras ellos, el socialista Pedro Sánchez habla con Josep Borrell.

Albert Rivera, abogado, de 35 años, fundador de Ciudadanos en 2006, se prepara ya para negociar con PP y PSOE el futuro Gobierno de España tras las elecciones generales de diciembre. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez inician el lunes su larga precampaña para disputarse la victoria sabiendo que una mayoría absoluta de sus partidos será imposible. Ambos miran hacia Ciudadanos y Rivera se deja querer.

¿Qué pasará a partir del 28-S? Es la gran pregunta llena de agujeros negros. Lo que es seguro es que se iniciará oficiosamente la larga precampaña hacia las generales de diciembre. Y también que los partidos nacionales han dejado durante esta campaña catalana algunas pistas a tener en cuenta sobre sus puntos fuertes, estrategias y opciones de futuro.

Rajoy ya empezó a experimentar un nuevo estilo de candidato desde antes del verano. Durante cuatro años ha incumplido su programa, ejercido como férreo valladar de la austeridad y los recortes, y apenas ha podido publicitar alegrías. La responsabilidad institucional revistió su carácter ya de por sí desconfiado y optó por no mostrarse apenas, dejarse ver poco y, menos aún, entrevistar. El líder del PP admite que se resguardó en La Moncloa, estudiando papeles en su despacho y resolviendo obligaciones como presidente del Gobierno.

Cataluña, el filón de escaños

El PP se apresta a gestionar un mal resultado en Cataluña. Pero no echarán la culpa al candidato, Xavier García Albiol, nominado a finales de julio cuando en las encuestas internas se despeñaban de los 19 diputados actuales a apenas seis. En sus tracking apuestan ahora por 10 o 12. Rajoy ha convocado a su ejecutiva mañana y en el PP esperan que alguien tome nota. En diciembre hay unas generales y en Cataluña se juega un filón de 47 escaños. El PP logró 11 actas en 2011 y ahora recogerían cuatro.

En cuanto florecieron los datos macroeconómicos y las perspectivas de empleo auguran un final de 2015 optimista, con menos parados que los que legó José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente Rajoy salió a la calle, empezó a enseñarse tomando cañas, paseando, haciéndose selfies con ciudadanos. Comunicando más. Ese fue el error que se concedió.

Coincidió que las encuestas vaticinan al PP un resultado por debajo de los 150 escaños, 35 menos que ahora y a 25 de la mayoría absoluta. Y nada indica que el PP se esté recuperando electoralmente. Los populares se conforman con ganar en diciembre, quedar por encima del PSOE, y lanzarle avisos de responsabilidad, en favor de la unidad de España y de la estabilidad del sistema a Ciudadanos.

Durante esta campaña catalana los dirigentes del PP han cuestionado la falta de experiencia para gobernar de Rivera y sus huestes. Poco más. Al principio le reprocharon su ambición de fugarse justo ahora a la política nacional y abandonar el decisivo Parlament catalán. Pero Rivera delega poco, ha estado todos los días en la campaña catalana y nadie duda de que en el Congreso será determinante. En el PP saben y temen que Ciudadanos está en auge y que Rivera cae muy bien en su electorado, muy colindante con el de los populares, como se notará en estos comicios, porque le ven joven, nuevo y fresco.

Pedro Sánchez también se está jugando muchas cartas en estas catalanas, en las que se ha fogueado 10 de sus 15 días. En clave interna, para afianzarse como líder del PSOE ante las miradas siempre vigilantes del socialismo andaluz, y para mostrar algo de por dónde discurre su proyecto federal y reformista para España. Un buen dato del PSC reforzaría esa complicada relación y mostraría alguna esperanza para su tercera vía aún en construcción.

Sánchez y los pactos

Rajoy ataca con dureza a Sánchez porque le considera el enemigo a batir. Señala que no es de fiar por su facilidad para las alianzas. Pero esa teórica rémora es también su mejor baza para pactar con otras formaciones si el PSOE queda primero o segundo a no mucha distancia del PP.

Podemos y Pablo Iglesias, en pleno proceso de revisión de un perfil que aceptan que se ha hecho más desagradable de los últimos meses, esgrimen que la mayor fortaleza de su formación en diciembre será condición imprescindible para presionar al PSOE en su giro hacia políticas de izquierdas. Esa oferta es también una concesión a la alianza.

Sánchez, claro, no descarta recibir los votos de Podemos si son necesarios pero fue premeditadamente ambiguo cuando respondió en una entrevista “¿Y por qué no con Ciudadanos?” cuando se le preguntó si para llegar al Gobierno pactaría con Iglesias.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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