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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La imprudencia política

Para ser buen político no sólo hay que coger un megáfono Hay que ser buena persona y ponerse en la piel de los que han sufrido

La persona que siendo joven no ha cometido alguna estupidez no ha sido joven. Es un hecho casi incontestable. Sin embargo, no hay que olvidar que hay estúpidos vocacionales que pasan por la infancia, la juventud y la madurez con una actitud contumaz. Quien se posiciona en un extremo de la rectitud moral y juzga al resto de la humanidad –especialmente a las fuerzas políticas que no son las de uno mismo- debe asumir la consecuencia de ser juzgado con la misma severidad draconiana.

Los aires de cambio y el viento de la indignación no pueden arrancar de personas con comportamientos estúpidos ni intolerantes. Los ciudadanos necesitan que la confianza que han depositado en sus representantes se vea traducida en una ética respetuosa, porque el respeto nos lleva a la tolerancia y ésta a la convivencia. Quien no lo respeta, acaba convirtiendo el “humor” en algo obsceno. Arrebatar la dignidad al ser humano es un error imperdonable en política.

Gestionar la cultura de una ciudad como Madrid es una responsabilidad importante y compleja porque la cultura es el paradigma de lo heterogéneo. La cultura alternativa es tan necesaria para una sociedad como el oxígeno, pero esta necesidad no implica que debamos permitir adalides de la cultura del odio,porque el odio nunca es cultura. La dignidad del ser humano es inviolable y quien traspasa esa barrera no es merecedor de representar la responsabilidad política otorgada por los ciudadanos. Lo más preocupante de ciertas actitudes no es la absoluta insensibilidad con el dolor ajeno sino la cosificación de las personas con las que se disiente.

Para ser buen político no sólo hay que coger un megáfono y despertar conciencias. No solo hay que regalar abrazos y proclamar mantras obvios. Para ser buen político hay que ser buena persona, hay que saber no sólo defender a los más necesitados sino ponerse en la piel de los que más han sufrido.

María del Mar Espinar, Concejal del Ayuntamiento de Madrid PSOE

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