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Huidos de Siria esperan que Rabat les permita pasar a España a pedir asilo

El número de sirios que accede a Melilla disminuye en los últimos días

Ana Carbajosa
Una mujer siria prepara la comida a las afueras del Centro Temporal de Inmigrantes de Melilla.
Una mujer siria prepara la comida a las afueras del Centro Temporal de Inmigrantes de Melilla.Antonio Ruiz (EL PAÍS)

Una nube de mujeres, hombres y niños sirios espera en el paso fronterizo de Beni Ensar, entre Marruecos y Melilla, a que la policía marroquí les permita superar los pocos metros que les separan de España, donde les esperan las oficinas prefabricadas en las que pueden pedir asilo, el primer paso para iniciar su nueva vida en Europa, lejos de la guerra.

Las cifras de solicitantes de asilo no han dejado de aumentar en los últimos meses y en lo que va de año, ya se han superado las solicitudes de sirios del año anterior, según cifras del ministerio de Interior. Solo en abril hubo 900 solicitudes, según las cifras del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR). Pero desde hace unos diez días, el flujo de sirios hacia España se ha ralentizado y en la frontera se acumula la frustración tras meses y años de travesía en busca de un lugar seguro. En los hoteles y pensiones del centro de Nador, por las calles de la ciudad marroquí se repite la imagen. Decenas de ellos proceden de Yarmouk, el gran campo de refugiados palestinos de Damasco convertido en el epicentro del horror de la guerra siria y al que las agencias humanitarias acceden con cuentagotas.

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“Arriba está lleno de sirios”, anuncia el conserje de una de las pensiones del centro de Nador. Allí malviven hacinados en una habitación Abu Basel y su familia. Allí comen y duermen y de allí parten a diario hacia la frontera en el enésimo intento de poner pie en la Unión Europea y tramitar el estatuto de refugiado. Llegaron a Marruecos hace 15 días desde Argelia. Antes recalaron en Líbano. “Esta frontera está llena de traficantes. Nos piden 500 euros o incluso 1.000”, dice este hombre, que ignora que apenas a unos metros, al otro lado de la frontera se encuentran las oficinas de asilo inauguradas por el ministerio de Interior el pasado marzo.

En las oficinas y en el Centro temporal de Inmigrantes de Melilla (CETI) se acumulan los testimonios de familias sirias partidas por la frontera. Un grupo de mujeres suplicaba esta semana a la policía española que hicieran algo para que pudieran entrar sus hijos, atrapados al otro lado de la frontera. Otra mujer siria, acaba de entrar, con un carrito de la compra, disfrazada de porteadora. Su marido aún en Marruecos, espera una oportunidad para salir.

“Aquí tramitamos las solicitudes de los sirios que llegan, pero si no cruzan, no podemos hacer nada. Es competencia de Marruecos”, explica José Antonio Morillas, responsable policial del dispositivo de asilo en la frontera. Morillas indica que estos días la entrada de sirios es mucho menor que en los últimos meses. “Hace días que Marruecos está limitando la entrada”, pero asegura que desconocen la razón. La Oficina de Acnur en Madrid también confirma el descenso de sirios que llegan al paso fronterizo de Melilla.

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Casi cuatro millones de sirios han huido de la guerra que devasta el país desde hace cuatro años. Líbano, Turquía, Egipto e Irak son los principales países de acogida de los refugiados. En la Unión Europea, la Comisión ha presentado este miércoles una propuesta para que los refugiados sirios se distribuyan de manera más equitativa entre los miembros de la Unión Europea. Países como Suecia o Alemania acogen al mayor número de demandantes de asilo, mientras que España es uno de los países que menos acoge, con casi 6.000 solicitudes de asilo el año pasado, frente por las 120.595 que se presentaron en toda la Unión.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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