Amante, marido o madre

Cuenta Alfonso Guerra en sus memorias que en las elecciones de 1977 el PSOE diseñó una campaña amante. Y que, cuatro años después, fue cuando optaron por lo que llamaron campaña marido. Hace unos días, Teresa Rodríguez, de Podemos, apeló al espíritu del 77 para impulsar “el cambio necesario” en Andalucía. Y aquello pareció la campaña amante de Guerra, esa en la que se incitaba al electorado a transgredir las normas del poder establecido.

Andalucía está sirviendo de presentación pública de los nuevos partidos —es el caso también de Ciudadanos—, cuya ventaja es el descrédito de los anteriores. Y en ese lote, ha hecho todo lo posible por introducirse IU con Maíllo, como nuevo dirigente de un partido antiguo que aspira a ser nuevo.

En el caso del PP, con Moreno Bonilla, la actitud ha tenido más que ver con la campaña marido de Guerra. Aquella en la que los socialistas apelaron al cambio, pero prometiendo un relevo sin estridencias y “tranquilo”. Y aunque hay margen para la sorpresa, toda parece indicar que al PP le puede ocurrir lo que le ocurrió al PSOE de entonces. La campaña marido no fue suficiente para alcanzar la victoria.

Si aceptamos que la campaña del PP ha sido de marido y la de los partidos emergentes de amante; la del PSOE ha sido la campaña madre. Y Susana Díaz está siendo como esa madre protectora de sus hijos: “Os podéis meter conmigo, pero que nadie se meta con Andalucía”. Haciendo de Andalucía “mi tierra y mi gente”. Tras treinta y tres años de gobiernos ininterrumpidos, Díaz habla de Andalucía como si los ciudadanos y el PSOE formaran una única familia.

El próximo domingo se sustanciará la campaña de más éxito. Si la de amante, marido o madre.

@jmatencia