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El fiscal de moda

Pedro Horrach se ha convertido en el más conocido de la carrera fiscal por su actuación en el caso Urdangarín y su empeño en la exculpación de la Infanta

Pedro Horrach, a su entrada en los juzgados de Palma.
Pedro Horrach, a su entrada en los juzgados de Palma.Uly Martín

Educado y de sonrisa frecuente, el fiscal Pedro Horrach (1966) suele mostrar una vis de tipo muy duro, seco y dialéctico en los interrogatorios, en sus alegatos ante los tribunales y en sus extensos escritos. Se ha convertido en el fiscal más popular de España, por su investigación en el caso Urdangarin y, especialmente, por su firme postura de no querer imputar a la infanta Cristina, al oponerse al criterio del juez José Castro y de la Audiencia de Palma.

El dúo de intocables que formaron durante años Castro y Horrach se rompió para siempre en los papeles con reproches e insinuaciones del acusador público, replicados con retos y secas ironías por el instructor. Parte de la opinión pública y los foros mediáticos jalean al juez y zahieren al fiscal. En esta pasarela, son el “bueno” y el “malo”, dos caras para un mismo asunto, sometido a escrutinio permanente.

Obseso del trabajo y de sus temas abiertos vive una larga etapa de corredor de fondo, en una carrera de la que se cree justo vencedor, con sus argumentos sobre las leyes y los hechos.

Contra el estrés camina muchos días ocho kilómetros por aceras de la zona alta de Palma, cerca del ático donde vive, atento al programa de pasos y calorías de una aplicación de su móvil. Jugó al fútbol, practicó bastante al tenis y ahora una vez a la semana disputa partidos de pádel, más relajados.

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Bailarín, roquero, motero, impertérrito fumador y cafetero, durante la causa ganó y después perdió peso. Viste clásico y entre policías tiene un cierto parecido con otros investigadores protagonistas de cine negro.

Está casado y tiene una hija con una funcionaria de Bilbao, Ana Zacher, que conoció mientras ambos se preparaban para la carrera judicial. Esta mujer de carácter es el sostén de este hombre en plena tempestad.

Los avatares de esta época convulsa han hecho alguna mella en el fiscal, también en lo privado, porque pasó de los aplausos y jaleos por su actuación contra la corrupción a recibir algún insulto y su familia ser víctima de anónimos ofensivos. Ha sumado alguna arruga fruto de esas pugnas y polémicas.

Contra los aforados

A. M.

Entrevista. El pasado 24 de agosto, en una entrevista a EL PAÍS, una de las pocas que ha concedido, criticaba duramente los aforamientos: "Es un obstáculo. Legal, pero obstáculo. Primer obstáculo, un aforado no puede ser detenido, salvo en delito flagrante, es un privilegio. Segundo obstáculo, la investigación, tiene que ser desarrollada por un instructor especial nombrado por el Tribunal Superior de Justicia de Baleares. Hay que recordar que los miembros del TSJ son nombrados por el parlamento de cada Comunidad".

Pedro Horrach insiste, no cree que haya ningún indicio para acusar y juzgar a la Infanta, asegura que no está para proteger a nadie ni para cumplir supuestas órdenes. Que también se acusa a la hermana del Rey de manera discriminada, por ser quien es, sin preservar su derecho a la presunción de inocencia.

Al fiscal no se le conocen opiniones políticas y no milita en ninguna asociación profesional de la Fiscalía.

Un reo dice que le dieron ganas de pegarse con él y tiene mal recuerdo de su incisivo interrogatorio 

“Se ha mantenido con gran coraje personal ante una opinión pública abrumadoramente contraria a sus tesis”, según la junta de fiscales que salió en su defensa ante los reproches desde el Poder Judicial y de los magistrados de Palma.

Es “un funcionario público ejemplar, un servidor en defensa de los intereses públicos y la legalidad por encima de todo. Está a la vista”, anota un magistrado de Palma que valora de Horrach su “brillantez y eficacia” desde hace años, pero que no se pronuncia sobre su posición pública y jurídica acerca de la Infanta. La biografía de dos decenas de presos por corrupción política cambió al toparse con Pedro Horrach.

No se le conocen opiniones políticas y no milita en ninguna asociación profesional 

Un reo dice que le dieron ganas de pegarse con él y tiembla al acordarse de su interrogatorio incisivo.

Al expresidente balear Jaume Matas le dijo en un juicio que era una autoridad “sin escrúpulos” que causaba “indignación” como autor de un “saqueo premeditado de fondos públicos” y “un gran gestor de su propia imagen”. Matas y otros imputados del PP y Unió Mallorquina auspiciaron el nacimiento de medios de prensa y patrocinaron otros destinados a una caza abierta del juez Castro y de los fiscales anticorrupción con expedientes sobre su vida, sus bienes y su familia. Horrach sufrió el vaciado de sus emails.

El expresidente Matas presionó al fiscal superior de Baleares, Tomeu Barceló, para apartara de sus casos a Pedro Horrach y a su compañero Juan Carrau. “Me lo debes”, apostilló Jaume Matas que tenía el teléfono pinchado judicialmente. Barceló no movió pieza pero sí tuvo encontronazos con el fiscal de moda, Horrach, al que quiso controlar mientras éste vindicó su independencia.

El hombre que ha unido su nombre para la historia al de la Infanta desconecta leyendo libros de historia antigua y arqueología. Colecciona blocs de papel de ciudades que visita y le regalan sus amistades. No ha renunciado a sus viajes de larga distancia mientras está a la espera de la apertura del juicio a la Infanta, donde insistirá en su estrategia. Termina el zurcido de más casos escandalosos de corrupción que destapó, con perspicacia y concreción.

A veces se siente en el desierto cargado de razones. Por ello, concedió hasta media docena de entrevistas para defender su posición; se ha dejado ver en actos sociales; o protagoniza fotografías con su esposa.

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