La geopolítica del ‘fracking’
La técnica se inició en Texas y se ha extendido rápidamente a otros Estados de la Unión
La creciente explotación de las reservas no convencionales de gas y petróleo está provocando consecuencias que van más allá del mercado de hidrocarburos. La tecnología del fracking (fractura hidráulica) es como un efecto mariposa que está desencadenando parte de esta revolución. Con el fracking se ha conseguido que los hidrocarburos atrapados en shaleso rocas pizarrosas, a mucha profundidad, puedan aflorar de forma económica y rápida.
La fiebre del fracking comenzó [en torno al año 2000] en Texas (EE UU) y se ha extendido rápidamente hacia otros Estados de la Unión. Por ejemplo, en Dakota del Norte hay más de 11.000 pozos productivos y la actividad es tan frenética que, según The Wall Street Journal, en algunas plataformas queman más del 30% del gas en determinados periodos por carecer de recursos necesarios para almacenarlo o transportarlo. Allí, la tasa de paro ha descendido al 3%; los agricultores y granjeros prosiguen con sus labores tradicionales, beneficiándose del pago mensual de los que explotan su subsuelo, que, según la ley norteamericana, les pertenece.
La consultora McKinsey estima que en el año 2020, el efecto fracking podría añadir hasta un 4% al PIB de EE UU y crear 1,7 millones de puestos de trabajo, pasando a ser el primer productor mundial de petróleo y gas, por encima de Arabia Saudí y Rusia.
Pero no es oro todo lo que reluce con el fracking. Los críticos alzan su voz y denuncian posibles efectos secundarios nada deseables: contaminación del subsuelo, liberación de gas metano, movimientos sísmicos, afloramiento de sustancias radioactivas, consumo excesivo de agua o deterioro del paisaje, son algunos de sus argumentos. En cualquier caso, sería deseable que esta actividad esté más regulada en un futuro.
Pero resulta interesante mirar la incidencia del fracking desde otra perspectiva distinta: la geopolítica.
Este año se han producido en el escenario internacional ciertos acontecimientos que en otros tiempos hubieran supuesto un encarecimiento del barril de petróleo (Iraq, Libia, Siria o Ucrania, por ejemplo). Pero el precio ha ido en sentido contrario. Tanto, que incluso amenaza a que muchas explotaciones de fracking dejen de ser rentables y tengan que cerrar. Arabia Saudí parece favorecer este proceso para mantener su cuota de mercado.
El efecto fracking está contribuyendo a que Estados Unidos se independice energéticamente
EE UU era el líder que solía intervenir decididamente en estas situaciones de crisis internacionales, entre otras cosas, porque es el primer consumidor de petróleo mundial y parte de su política estratégica está orientada a asegurar el suministro de crudo. El efecto fracking está contribuyendo a que se independice energéticamente. Esta puede ser una de las razones por las que ha disminuido su intensidad de participación en estos conflictos.
Aquí, en Europa, el desarrollo de la actividad del fracking es más lento, aunque podría haber más de 11 billones de metros cúbicos de gas shale, una cuarta parte de lo estimado para EE UU. La conciencia medioambiental y la opinión pública pesan lo suficiente como para que los Gobiernos no ofrezcan tantas facilidades a esta industria. La posición de cada país difiere en función de sus intereses e idiosincrasia.
En España, estamos a expensas del exterior en cuanto a suministro de hidrocarburos. Para vencer múltiples reticencias a la prospección y explotación, el Gobierno acaba de remitir al Parlamento una modificación de la ley de hidrocarburos, ofreciendo incentivos a distintos actores clave: repartir parte de los potenciales beneficios entre ellos.
Se estima que Argentina dispone de la segunda reserva más importante de gas shale en el mundo
Llama la atención que en Polonia parecen estar muy satisfechos con la explotación del shale gas. Posiblemente, en su memoria colectiva perduran trágicos acontecimientos de los últimos siglos y no se fían mucho de su entorno. Para ellos, resulta clave tener la mayor independencia posible, en todos los sentidos, por encima de otros factores.
Al otro lado del Atlántico, se estima que Argentina podría disponer de la segunda reserva más importante de gas shale en el mundo; eso les garantizaría el suministro durante los próximos 150 años. Conseguir recursos y tecnología es su mayor prioridad.
Ya en las antípodas, las valoraciones apuntan a que Nueva Zelanda dispone de shale. Durante décadas han prestado poca atención al potencial de sus reservas convencionales, muy comprometidos con el medio ambiente.
Por último, China tiene aparentemente las reservas de gas shale mayores del mundo. Las autoridades desearían explotarlas, pero muchas están situadas en capas muy profundas del subsuelo o en lugares con actividad sísmica. La fase productiva ha comenzado, pero la tecnología tiene que desarrollarse más para poder explotar su potencial.
En definitiva, la variable fracking puede estar alterando el resultado de la ecuación energética y geopolítica mundial, sin el menoscabo de la influencia que puedan tener otras variables.
Xavier Alcober Fanjul es ingeniero consultor.
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