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Las incógnitas del extraño ‘caso Nicolás’

El juez decretó ayer el secreto de sumario sobre el caso. El empresario presuntamente estafado no presenta ninguna denuncia

Daniel Verdú
Francisco Nicolás Gómez Iglesias saluda a Felipe VI el día de su coronación.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias saluda a Felipe VI el día de su coronación.

El caso del pequeño Francisco Nicolás Gómez-Iglesias se retuerce a medida que se van conociendo más detalles sobre la vida que llevaba y la infraestructura que tenía para llevar a cabo sus presuntas estafas. Cuando la semana pasada salió a la luz su historia todos pensaron que Fran, como le conocían en los círculos empresariales y políticos, era solo un niño con una capacidad de fabulación desorbitada que se había hecho pasar por asesor de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y por algo así como recadero del CNI para ganar notoriedad y realizar algunas estafas de poca monta. Lo creyeron en un principio hasta sus abogados. Ayer, día en que se cumplía una semana desde que el grupo de Asuntos Internos le detuvo, el juez decretó el secreto de sumario de la investigación. Siguen aumentando las zonas oscuras de la historia del pequeño Nicolás.

Sus abogados (el bufete Sunkel y Paz) en cuyo despacho hacen cola estos días los medios de comunicación, explicaron ayer a EL PAÍS que Fran se encuentra recluido en su casa familiar completamente “abrumado” por la repercusión que ha tomado esta historia. Sin embargo, insiste -y ellos están basando su estrategia de defensa en esa línea- en que todas sus relaciones en las altas esferas de la política, la Casa Real e incluso el CNI que esgrimió ante la policía y la juez, son reales. Está acusado de falsedad, suplantación de identidad (aunque siempre se presentó con su nombre real) y estafa. Pero ni siquiera la persona a quien supuestamente estafó y en la que, en principio, se basaba la operación policial, piensa ahora denunciarle.

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La noche de la detención, Fran dejó en su casa a J. M. H, un empresario con el que desde hacía meses había trabado una relación personal y comercial. Supuestamente iba a ayudarle a vender una finca en Toledo valorada en más de 10 millones de euros a cambio de una comisión que podía alcanzar cientos de miles de euros. Para ese trabajo le había pedido 25.000 euros para gastos, de los cuales terminó devolviéndole 10.000. Cuando J.M.H llegó a su domicilio, en la puerta le esperaba una agente del grupo de Asuntos Internos que le dijo que estaba siendo víctima de una estafa y se lo llevó a unas dependencias en la calle Cea Bermúdez que no correspondían a ninguna comisaría de policía. La larga declaración, según fuentes del caso, se saldó sin que este denunciase a Francisco Nicolás. Tampoco piensa hacerlo en un futuro porque, al parecer, no se considera estafado. Así que, de momento, no hay acusación particular para este estrambótico caso.

Los abogados de Fran estuvieron con él la tarde del lunes y el chaval se reafirma en todo lo que contó sobre sus contactos al más alto nivel y las gestiones que hacía en esas esferas. “Él insiste en que tiene esos contactos. A la policía incluso le describió instalaciones del CNI con todo detalle. Además, nadie se cuela en la coronación del Rey”, sostiene Victor Sunkel, uno de sus letrados, con quien contactó a través de un tío suyo llamado Carlos. Porque esa es otra incógnita: ¿cómo pagaba el hijo de una familia humilde una exclusiva universidad privada, los coches de alta gama en los que viajaba o incluso la minuta de un bufete de prestigio que le va a defender ahora?.

Francisco Nicolás Gómez Iglesias con Esperanza Aguirre y Ana Rosa Quintana.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias con Esperanza Aguirre y Ana Rosa Quintana.

Otros datos tampoco cuadran con la versión de que era solo un suplantador con delirios de grandeza. Francisco Nicolás Gómez Iglesias, conocido ya como el pequeño Nicolás, estaba empadronado en un chalé de El Viso en la calle Carbonero y Sol número 32, propiedad de Kyril de Bulgaria, según fuentes del caso. Teóricamente, como cuentan los abogados de Fran, este lo había puesto en manos de una inmobiliaria que se lo alquilaba a una constructora que teóricamente había contratado los servicios de este chaval de 20 años para hacer labores de relaciones públicas. Así que al astronómico alquiler (varios miles de euros) habría que sumar el sueldo que esa supuesta empresa le pagaba a un universitario por realizar “gestiones”. En el edificio, según varias personas que lo frecuentaron, siempre había escolta, decenas de cámaras y era fácil encontrar a diversas personalidades empresariales. El chalé se vació en junio. “Nos contó que ya había encontrado otro lugar para hacer esas gestiones, también en El Viso”, explica un empresario que lo conocía.

Pero además de las supuestas relaciones que Fran asegura tener con el CNI, el caso también ha salpicado ya a otros cuerpos de seguridad. En agosto pasado, Francisco Nicolás acudió a Ribadeo (Lugo) en un coche oficial escoltado por otros dos vehículos de alta gama con luminosos como los que emplean los servicios de seguridad. En los asientos delanteros del automóvil donde viajaba él, según publicó El Mundo y reconoció el Ayuntamiento de Madrid, iban dos policías municipales de Madrid. Al menos uno de ellos J. G. H –de baja estos días por enfermedad-, se dedica a labores de escolta en el Ayuntamiento de Madrid. El Consistorio ha abierto una investigación sobre el tema porque sospecha que podrían haber realizado el viaje cuando se encontraban de servicio. Botella aseguró ayer que en dos días se conocerían los resultados de las pesquisas.

Francisco Nicolás Gómez Iglesias (derecha), con la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias (derecha), con la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.

Ahora muchos de los que le trataron e hicieron negocios con él insisten en la veracidad de los contactos que esgrimía. “Tenía cualquier dato que le pidieras, hacía llamadas para comprobar matrículas ”, explica uno de los implicados. En los mensajes de whatsapp que mandaba a su entorno, citaba a organismos de seguridad y políticos. Pero hace unos meses Francisco Nicolás empezó a tener dudas sobre lo que estaba haciendo y empezó a comentar a algunas de las personas con las que trataba que se iba a “retirar” pronto. Algo sucedió que le hizo pensar que sus andanzas, fueran estafas o bien gestiones con personas y entidades influyentes, como él sostiene y defienden sus abogados, iban a terminar en algo tan serio como lo que está viviendo ahora.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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