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Columna
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Por ahora bien

Se discute de la consulta, pero solo para tomar posiciones de cara a las elecciones adelantadas

Un hombre se tira desde la terraza y cuando pasa a la altura del tercer piso dice: pues por ahora voy bien. La metáfora se ha aplicado a muchas situaciones pero parece a medida para la actual del Gobierno de Artur Mas. Sabe que no habrá consulta el 9-N pero actúa como si, ignorando la suspensión acordada por el Constitucional y tomando iniciativas propias del itinerario que llevaría a esa votación. Y si los días impares asegura que la habrá en todo caso, los pares admite que solo si hay garantías; es decir, si se hace conforme a la ley, y no siguiendo la doctrina Junqueras, que le insta a desobedecer al Tribunal.

Esta estrategia del fingimiento tiene como objetivo mantener el liderazgo sobre un frente soberanista más dividido de lo que se simula. El president trata de acreditar su disposición a mantener el compromiso del 9-N porque lo que une a quienes le siguen no es tanto la independencia como la voluntad de votar sobre ella. Y aunque el debate siga siendo sobre la consulta, sirve para tomar posiciones con vistas a la fase siguiente a su no celebración: las elecciones adelantadas, sean plebiscitarias o no. El portavoz Homs dio el pasado lunes la señal de partida de esa nueva fase al anunciar que en breve Mas tendrá que decidir si la mantiene o la desconvoca.

Y en esas elecciones no bastará compartir la adhesión al derecho a decidir; cada partido tendrá que decidir internamente qué quiere decidir. Por ejemplo, los de Duran Lleida, que han acordado votar a que Cataluña sea un Estado pero no toma postura sobre si deberá ser independiente. En Iniciativa, donde parecen ser mayoritarios los federalistas, tienen pendiente un referéndum interno para decidirlo. En cuanto a Esquerra (y la CUP), lo que les separa de Mas no es tanto el fin como los medios: están a favor de métodos radicales, rupturistas, con protagonismo de la calle y sin desdeñar un desenlace de declaración unilateral de independencia, al estilo de lo que pasó hace 80 años. Para darse la razón histórica.

Los asesores de Mas que se toman en serio la independencia le aconsejan no salirse de la legalidad y convocar elecciones anticipadas. Pero no tendrá fácil articular una candidatura soberanista unitaria, que sería su única oportunidad de mantenerse al frente. Lo último es que estaría buscando un sucedáneo del referéndum para que de todas formas se votase el día 9. Pero para que fuera legal tendría que pactar sus condiciones con el Gobierno central.

Lo cual es poco probable hoy, aunque no del todo descartable en el futuro. Rajoy también tendrá que tomar posición ante la nueva fase. Entre los constitucionalistas volverá a plantearse el dilema canadiense: si convendría regular mediante una Ley de claridad las condiciones de validez de un referéndum de autodeterminación. Aunque hay potentes opiniones a favor, aceptar esa hipótesis implica un riesgo mayor: avalar el referéndum (una votación binaria y de consecuencias irreversibles) como forma válida de resolver el conflicto soberanista.

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