El que dio más de lo que recibió
El estudio de la figura de Suárez desde muchas perspectivas puede resultarnos un ejercicio útil
He publicado recientemente un libro sobre la transición y ello me ha permitido recordar y valorar la figura de Adolfo Suárez desde muchas perspectivas. Ya se han reconocido sus méritos con amplitud, pero va a merecer la pena analizarlos con más profundidad porque, en estos momentos, nos puede resultar un ejercicio útil. No podemos recuperar el activo conjunto de la transición porque entonces luchábamos por cosas grandes que permitían consensos espectaculares (la democracia, la integración en Europa y en el mundo), y las circunstancias generales eran muy distintas, pero tenemos que rescatar la idea básica de que sin diálogo no hay democracia válida ni segura y asimismo que la grandeza de miras tiene cabida y sentido en la vida política. Sólo con eso podríamos cambiar y mejorar el signo de la situación.
Tengo que agradecerle su comportamiento excepcionalmente generoso con mi hermano Joaquín –“aunque como sabes", me dijo un día, "me quiere quitar la silla”–, y la confianza que me otorgó en algunos momentos especiales de su vida.
Hay que lograr que su ejemplo permanezca vivo, que sea eficaz, que no se convierta en una referencia histórico-burocrática. Habrá incluso que profundizar en sus defectos, en su lado oscuro, en sus errores concretos y en sus limitaciones. Seguro que merece la pena. Sacaremos también buenas lecciones y evitaremos la mitificación de una persona que dio mucho más de lo que recibió.
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