Aznar y Zapatero no fueron invitados al acto central, solamente católico
Rajoy reivindica la unidad en un día en que los políticos evitaron cualquier crítica
Fue sin duda el acto central del décimo aniversario del 11-M, con las más altas autoridades del Estado, desde el Rey hasta buena parte del Gobierno, incluido su presidente. Y fue un acto puramente católico, una misa con 40 obispos en la que el cardenal Rouco Varela no hizo ni una mención a otras religiones ni a los laicos. Y eso a pesar de que estaban allí, en la catedral de La Almudena, religiosos de otros credos, como el presidente de la Comisión Islámica de España, Riay Tatary, y representantes de las iglesias ortodoxas rumana, griega o rusa, de las comunidades budistas o de la Iglesia Episcopal. La Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España no participó, pese a ser invitada, precisamente por el carácter puramente católico de la cita.
Acto interreligioso por el 11-S
Estados Unidos es un país con una enorme diversidad de cultos que ha sabido incorporar la religión a casi todos los ámbitos de la vida pública. El servicio en conmemoración por las víctimas del 11-S en la catedral de Washington, dos días después del atentado terrorista en las Torres Gemelas, fue un ejemplo de esa tradición interreligiosa.
Ese lluvioso día intervinieron en la ceremonia representantes de los principales cultos del país, en un oficio que mezcló las tradiciones religiosas con elementos seculares, como la presencia de la guardia combinada de los diversos cuerpos de las Fuerzas Armadas o la interpretación de America the beautiful por la soprano Denyce Graves. La invocación inicial corrió a cargo del deán de la catedral, perteneciente a la Iglesia Episcopal de EE UU y que es conocida como la Casa Nacional de la Oración, porque alberga ceremonias de otros credos. Tras el discurso del presidente, leyó la primera oración un imán de la Sociedad Islámica de Norteamérica. Le sucedió en el púlpito un rabino de la congregación hebrea de Washington. Luego subió un pastor metodista, que precedió al arzobispo de Washington. El sermón corrió a cargo de un reverendo de la Iglesia Evangélica
No fue un acto ecuménico. No lo quiso así Rouco Varela, que ni siquiera mencionó a estos representantes, que tampoco fueron invitados a hablar. Y tampoco hubo ningún acto oficial del Gobierno, laico, político, salvo el minuto de silencio en el Senado, hasta el punto de que las únicas palabras de Mariano Rajoy sobre el aniversario se produjeron en los pasillos de la Cámara alta, donde lanzó un recuerdo a las víctimas y destacó que ese día, después de 10 años, se había destacado por la unidad. “Lo hemos celebrado todos unidos y creo que eso es reconfortante. El objetivo es que las víctimas se sientan reconfortadas y los actos terroristas no se vuelvan a producir nunca más y la sociedad española derrote definitivamente al terrorismo”, aseguró. Fue una declaración sin preguntas, y cuando los periodistas quisieron saber si daba el caso por cerrado, Rajoy se alejó con un “muchas gracias”. Ningún político quiso ayer buscar polémica, de ningún tipo.
Pilar Manjón, presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M, prefería una ceremonia laica, pero aceptó acudir al funeral católico porque el objetivo prioritario ayer era la imagen de unidad de las víctimas. Muchas de ellas eran laicas o fieles de otras religiones. De hecho, en la catedral se podían ver algunas mujeres ataviadas con el hiyab, el pañuelo musulmán.
En el acto se notaron algunas ausencias. Sobre todo las de los expresidentes José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, que tuvieron un gran protagonismo político en el 11-M. Fuentes del entorno de ambos explicaron que ninguno de los dos fue invitado a participar. Aznar estaba ayer de viaje en Guatemala.
En 2004, un funeral similar, este sí con Aznar presente, vivió su momento más dramático cuando un padre le gritó al entonces presidente: “¡Aznar, le hago responsable de la muerte de mi hijo!”. Ayer todo fue muy distinto, con unidad y sin tensión, y con la presencia de embajadores de países también afectados por el terrorismo como EE UU, Reino Unido o Francia o Filipinas.
Servicio cristiano en Londres
Conmemorar los grandes atentados terroristas con servicios religiosos es algo habitual en Reino Unido. El 1 de noviembre de 2005, por ejemplo, se celebró un servicio conmemorativo nacional en la catedral protestante de San Pablo, dirigido por el arzobispo de Canterbury, en presencia de la reina Isabel y del primer ministro.
Aunque se trataba de un servicio cristiano, durante la ceremonia se encendieron seis “candelas de la esperanza” en representación de las diversas fes religiosas de las víctimas: sij, budista, judía, hindú, musulmana y cristiana. Un mes antes se había celebrado un servicio multifé en la Union Chapel, una Iglesia Congregacional del barrio londinense de Islington, el más afectado por los atentados.
En el 25 aniversario del atentado que el 21 de diciembre de 1988 mató a 270 personas al estallar un avión sobre el cielo de Lockerbie (Escocia) se celebraron diversos actos religiosos, incluido un servicio en la abadía de Westminster, en Londres.
El más emotivo, sin embargo, fue el que se celebró en el propio Lockerbie, en el cementerio de Dryfesdale, en el que el ministro principal escocés, Alex Salmond, depositó una corona de flores y hubo plegarias pronunciadas por sacerdotes y militares.
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