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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estampas del Tarajal

La insólita imagen de Fernández Díaz tomando fotos con su móvil frente al espigón se propagó con rapidez por las redes sociales

La visita del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a Ceuta el pasado 5 de marzo cumplió su cometido. Generó imagen y tejió discurso. El ministro construyó un lapidario relato fronterizo en torno al “no se hizo nada mal hasta que se demuestre lo contrario”. Y tildó de “absolutamente inmoral” cualquier crítica a quienes 30 días antes habían mandado disparar balas de goma y lanzar botes de humo en el espigón del Tarajal.

La insólita imagen de Fernández Díaz tomando fotos con su móvil frente a ese mismo espigón se propagó con rapidez por las redes sociales. Conformaba una escena inopinada en un paisaje de contenido geopolítico críptico. El ministro capturaba en su pantalla esa suerte de triángulo de las Bermudas norteafricano, donde el límite entre Estados es elástico. Donde un mes antes habían fallecido 15 personas en circunstancias confusas. Y donde conjugar los verbos rechazar, devolver, salir y entrar requiere un enraizado conocimiento del arte de la prestidigitación.

Pero durante la visita ministerial a Ceuta hubo tiempo para más instantáneas de alto voltaje simbólico. La escena del ministro estrechando la mano a las autoridades fronterizas marroquíes fue incluso más trascendente si cabe. Esa era, de hecho, una de las imágenes clave buscada por Interior. La representación del “codo con codo” fue rápida y convenientemente distribuida a través de la cuenta oficial del ministerio en Twitter. Conseguir que Marruecos coopere en el blindaje de una frontera que considera que no debería existir es el fruto de un acrobático ejercicio de persuasión geopolítica. Marruecos sigue reivindicando la soberanía de Ceuta. Pero mientras no alcanza su objetivo, se coordina con España para fortificar de forma selectiva el perímetro de lo que entiende es una ciudad ocupada.

A otra escala, la Unión Europea trata sin éxito desde hace años de convencer a Marruecos para que rubrique un acuerdo de readmisión de inmigrantes. Es decir, para que se haga cargo de aquellos inmigrantes de terceros países que han entrado irregularmente en la UE a través de suelo marroquí. Conseguir esa firma equivaldría poco menos que a lograr que el país magrebí se corresponsabilizara de la gestión de un problema creado por la Unión Europea.

Durante los últimos años, mediante la llamada estrategia de externalización, la UE ha hecho partícipes a sus países vecinos —-por cuyo territorio discurren o del que parten rutas de inmigración irregular— de las tareas de securización de su frontera exterior. Si finalmente Marruecos accede a firmar el citado acuerdo de readmisión se habrá marcado un hito histórico en la política de subcontratación del control de flujos migratorios hacia la UE.

Tal vez ello impida que el oleaje de futuras tragedias rompa de nuevo en el espigón del Tarajal. Pero es evidente que si ello no va acompañado de la apertura de más vías de acceso legal a la Unión Europea, y de una lucha verdaderamente eficaz contra la desigualdad global, la fuente del problema seguirá intacta. Los flujos irregulares y el sufrimiento no desaparecerán. Simplemente se recanalizarán.

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Xavier Ferrer Gallardo es investigador en el Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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