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Un fallo de la memoria

Una joven francesa de 24 años apareció en una playa asturiana sin saber ni su propio nombre

Emelyne Fourny, en una imagen de su perfil de Facebook.
Emelyne Fourny, en una imagen de su perfil de Facebook.

Emelyne Fourny apareció el 12 de febrero, a 700 kilómetros de su casa sin recordar nada. Ni su nombre; ni por qué estaba en Asturias cuando vive en la localidad francesa de Toulouse; ni cómo había llegado hasta allí. Ahora se encuentra en el hospital psiquiátrico de Jove, Gijón. Sus padres estaban este sábado a la espera de trasladarla a un hospital de su localidad.

Esta mujer de 24 años y nacionalidad francesa, fue vista por primera vez, por unos vecinos de la zona, el 11 de febrero a las once y media de la noche. Estaba andando por la carretera que va hacia Gijón. “Les llamó la atención, pero tampoco vieron nada alarmante para llamar a la policía, así que siguieron su camino”, cuenta una de las camareras del restaurante Casa Coty. Al día siguiente, a las seis de la madrugada, un grupo de pescadores la encontró vagando por la arena de la playa de La Ñora (entre Gijón y Villaviciosa). Ellos, llamaron a la Guardia Civil.

Vestía unos vaqueros, una camiseta y un jersey. Estaba descalza, en sus bolsillos solo llevaba un billete de 50 euros y tres monedas de uno, y tenía una herida superficial en la frente. Según narra la policía, cuando llegaron la encontraron completamente ida, desorientada y con la mirada perdida. Hablaba inglés con fluidez, pero cuando malpronunció algunas palabras en español, notaron que su lengua materna era el francés. También hablaba algo de eslovaco, país en el que había estado cursando un Erasmus en la Universidad de Bratislava.

Emelyne tenía escrito en sus manos, con bolígrafo y en inglés: “Forgive me, I fail” –perdóname, he fallado-. Este detalle fue de lo que más dio pie a los rumores del barrio. “¿Se quería suicidar?, ¿Tenía una deuda con alguien?, ¿Había intentado cometer algún crimen?”, murmuraban en el restaurante antes mencionado, que se encuentra a cuatro minutos en coche de la playa donde la joven francesa fue hallada. Pero ninguna de las hipótesis ha resultado ser cierta.

En un primer momento fue conducida al hospital de Cabueñes (Gijón). Después de constatar que no había sufrido ningún tipo de agresión física ni sexual, y de realizar un examen toxicológico, que dio resultado negativo, los investigadores la trasladaron al hospital psiquiátrico de Jove, y se centraron en averiguar su filiación. No contaban con muchos datos para realizar dicha tarea, así que, primero realizaron numerosas entrevistas para intentar averiguar algún dato de su identidad. Pero no consiguieron grandes resultados.

Entonces la Guardia Civil de Gijón difundió su imagen entre las unidades de la policía de Asturias. Tampoco hubo éxito. La última estrategia fue ampliar el radio de búsqueda, se difundió la fotografía entre todas las fuerzas de seguridad nacionales y de algunos países europeos. Por fin se localizó a la familia. Esta había comunicado la desaparición de Emelyne el día 11 de febrero. Fueron siete días de angustia para los Fourny, antes de que supieran que su hija estaba a salvo, pero en España.

Sus padres y hermana, Ariane, llegaron el pasado miércoles 19 de febrero, al hospital donde esta licenciada en ciencias políticas se encuentra ingresada. La encontraron muy bien, ha explicado su padre, Bruno, a los periódicos locales. El miedo que tenían a no ser reconocidos se esfumó en cuanto entraron a su habitación, Emelyne sabía quienes eran.

La joven no vive con sus padres, sin embargo, estos han asegurado que tienen una relación muy estrecha y que diario hablan por teléfono, por ello supieron inmediatamente que había desaparecido. La describen como una chica muy abierta, sin depresión y sin ningún tipo de problema mental. Razón por la cual no se explican, ni tiene ninguna pista de lo que pudo haberle sucedido a su hija

La memoria de la joven que se encuentra estudiando un máster en Toulouse, va mejorando. Algunas preguntas comienzan a esclarecerse. Viajó hasta Oviedo con el coche de su padre –la policía ya ha localizado el vehículo-, luego cogió el tren hasta Gijón, después un autobús, y al final caminó durante mucho tiempo. Ariane ha contado, vía Facebook, que su hermana fue asaltada hace un mes, y que eso le cambió el humor. Llegó a tomar ansiolíticos, pero no eran muy agresivos, ha explicado el padre.

No se ha comprobado, sin embargo, que ambos acontecimientos tengan una relación causa-efecto. Los detalles de la historia continúan siendo una incógnita. Aquello que la motivó a realizar tal viaje sin consultárselo a nadie, lo que sucedió durante su estancia en Asturias, y el misterio de la frase que llevaba escrita en las muñecas, siguen sin tener una respuesta. Ella no lo recuerda.

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